barcelona - Una de las grandes incógnitas de la consulta del 1-O de la que pronto se va cumplir un año fue la aparición de las urnas en los colegios catalanes. ¿De dónde salieron? ¿Dónde se ocultaron hasta la consulta? ¿Quién las trasladó? Hasta ahora poco se sabía, salvo que eran de fabricación china y que algunas de ellas fueron transportadas en vehículos particulares. Ahora, un programa de TVE3 ha arrojado luz sobre el asunto al entrevistar al principal responsable de la operación. Según esta persona, que protegió su identidad bajo el nombre ficticio de Lluís, las urnas fueron introducidas desde Francia y el operativo lo diseñaron únicamente tres personas, que más tarde contaron con la ayuda de 250 voluntarios.
El programa Preguntes Freqüents dedicó su emisión del sábado a rememorar los hechos del pasado octubre y para ello contó con la presencia de este responsable del traslado de las urnas, que en todo momento de la entrevista ocultó su rostro. Según narró Lluís, las urnas se fabricaron en junio de 2017 en China y se encargó que fueran de plástico para transportarlas con mayor facilidad. Posteriormente, llegaron por mar a Marsella, donde las recogieron para llevarlas a Perpignan. “Se almacenaron cerca de una Gendarmería porque pensamos que era una garantía más, no se acercarían allí nuestros amigos españoles”, reveló el entrevistado.
A la hora de introducirlas en Catalunya, los participantes en el operativo no tuvieron demasiados inconvenientes, aunque sí fueron cuestionados por los gendarmes al cruzar la frontera, según relató Lluís en TV3. “No hubo sospechas. El único problema se produjo cuando entramos en la aduana francesa y nos preguntaron para qué queríamos 10.000 cajas de plástico. Respondimos que era para hacer un castillo y conmemorar los 10 años de un grupo de castellers. Llegamos a destino sin ningún problema”.
El éxito de la operación se debió en parte a que en los primeros compases de la operación, eran muy pocas las personas que estaban al corriente del plan: tan solo tres. Lluís asegura que ni siquiera informó a su familia, salvo a un hijo que colaboró con él. Más tarde, se amplió el dispositivo para poder repartir las urnas por todo el territorio catalán y se sumaron ocho personas que coordinaron la distribución hasta los almacenes de los centros comarcales. “Fue a principios de agosto, con tres camiones mañana, mediodía y tarde”.
Desde los escondites de las comarcas, las 10.000 urnas fueron trasladadas a los municipios catalanes por alrededor de 250 voluntarios que emplearon “todo tipo de vehículos” para que este material sensible alcanzara su destino. Ninguno de ellos tuvo que desplazarse más de 100 kilómetros para llegar a los almacenes y en todo el proceso tan solo dos coches fueron parados por la policía, pero ya habían descargado las urnas y pudieron seguir su camino.
Además de todo el operativo de traslado, Lluís también se encargó del diseño de las urnas, y decidió que en ellas apareciera tan solo el escudo de la Generalitat, sin ningún texto. “No pusimos el nombre de la Generalitat porque pensé que al día siguiente ya seríamos un país libre y que no existiría la Generalitat sino el gobierno de la República”, contó en la entrevista.
Lluís dice no considerarse un héroe y que aceptó el encargo de la Generalitat para prestar un servicio a Catalunya, con una única condición: “Les pedí autonomía, no nos podíamos permitir ni un error”. Además, asegura que el material lo pagó él y que lo volvería a hacer. ”Si me piden alguna cosa por Catalunya se me hace difícil decir que no. El día que no me necesiten estaré encantado de la vida. Me dedicaré a mi vida, sería fantástico, pero si me necesitan estoy dispuesto”.
Como se evidenció el mismo día de la consulta, el operativo montado fue impecable y las urnas llegaron a su destino. Todo ello en un clima de tensión con registros constantes de la Policía española y de la Guardia Civil en los días anteriores al 1-O, y un CNI obsesionado por requisar todo el material para impedir la votación. Todos sus esfuerzos fueron baldíos. Las fuerzas de seguridad sí lograron requisar papeletas en imprentas y naves industriales, pero las urnas las encontraron ya dentro de los colegios.