MADRID - Desde que el caso Gürtel echó a andar, uno de sus principales protagonistas, el extesorero y exgerente del PP Luis Bárcenas, ha tenido una única obsesión: que, independientemente de su destino judicial por su papel en este entramado financiero y societario creado para esconder fondos, su esposa, Rosalía Iglesias, saliera indemne del mismo. Estas previsiones saltaron por los aires el pasado jueves, cuando la Sección Segunda de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional hizo pública una sentencia con penas especialmente severas. Entre otros, condenó a Iglesias a 15 años y un mes de prisión. Antes de conocerse el fallo, fuentes del PP citadas por medios de Madrid aseguraban que, si la mujer de Bárcenas iba a la cárcel, “se nos abre el suelo bajo los pies”. El motivo: la posibilidad, alentada por el propio Luis Bárcenas a lo largo de los últimos años, de tirar de la manta con información sensible contra su antiguo partido.
Cabe recordar que el caso Gürtel, con sus múltiples ramificaciones, está en una fase muy incipiente. Todavía queda por juzgar el caso de los discos duros de los ordenadores de Bárcenas, destruidos por orden de Génova, y que el tribunal entre al fondo del asunto de la caja B del PP. La condena e ingreso en prisión provisional del extesorero no hace sino tensar la situación, pero el día clave será mañana, cuando se sabrá si su esposa corre la misma suerte.
En todo este tiempo, se llegó a afirmar incluso que Bárcenas guardaba no pocas “bombas nucleares” contra los populares en una o varias mochilas, lo que conecta incluso con su pasión por el montañismo. Tras abandonar la cárcel de Soto del Real el 22 de enero de 2015, lanzó un aviso a navegantes al admitir que tenía “cierta discrepancia con determinadas personas que no se han comportado como yo creo que se tenían que comportar”, en referencia a dirigentes del PP. “Las responsabilidades las tenemos que asumir todos; yo mi parte alícuota la asumiré como he hecho siempre”, agregó a las puertas del penal. - C.C.B.