Faltaban pocos minutos para las 10.00 horas. El concejal del PSE de Andoain Estanis Amutxastegi esperaba en casa a que un amigo le llevara los periódicos. Un gesto que ayudaba a que sus guardaespaldas no madrugaran tanto y descansaran “un poco”. Más un sábado. Los minutos pasaban, pero su amigo, el sargento de la Policía Local, Joseba Pagazaurtundua, no llegaba. “Me llama mi hermana y me dice que ha pasado algo en el Daytona”. El bar, contiguo a la librería Stop donde Pagazaurtundua había comprado la prensa, se encuentra a menos de 200 pasos del portal de Amutxastegi. “Llamé a casa de Joseba y su mujer me dijo que no había llegado. Aquí ha pasado algo, pensé. Fui sin escolta ni nada. La escena aquella? Fue terrible”. ETA acababa de tirotear a Pagazaurtundua. Murió siete horas después en el hospital.

“Lo primero que viene a la mente es la palabra ausencia”, describe la hermana de Joseba, Maite, que abre el foco más allá de la mañana del 8 de febrero de 2003: “No es solo el recuerdo de la persecución de años y del asesinato. Sus hijos crecieron con esa amenaza, marcó su infancia. Su adolescencia y juventud estuvo marcada por ese trauma terrible, de ser ellos los estigmatizados en Andoain, de donde se tuvieron que ir”.

Tenían entonces 14 y 9 años. Su padre llegó al municipio décadas antes desde Hernani, donde la familia Pagazaurtundua-Ruiz se asentó en 1965. Maite Pagazaurtundua relata una “historia del terror tremendamente local: Mi hermano, hasta irse a vivir a Andoain, vive en Hernani. El asesino es de Hernani y trabajaba en Andoain, donde lo asesinó”.

Como consecuencia de las amenazas, fue destinado a la comisión de servicios de la Ertzaintza en Laguardia, pero meses después, en la tregua del 99, tuvo que volver a Andoain. “Aquí había trabajado por cuestiones sociales, la libertad? Le podía el pueblo”, resume Amutxastegi, que concluye que “esa fue una de las consecuencias de que los chivatos de ETA nos tenían controlados. Sabían dónde estábamos, dónde íbamos. Esa fue la perdición de Joseba”.

El asesinato de Pagazaurtundua fue el segundo que cometió ETA en tres años en Andoain. En el año 2000, la organización armada asesinó al periodista José Luis López de Lacalle ante su portal. Volvía de comprar los periódicos en la misma librería Stop.

Era mayo. “Como jefe de la Policía Local, mi hermano Joseba fue al lugar de los hechos. Yo estaba con mi cuñada, que lloraba y me hablaba de cosas tremendas. Un familiar muy cercano le había llamado diciendo que la culpa la tenían el PSOE y el PP. Ese tipo de barbaridades, de personas de tu misma sangre”. Tras el asesinato de su hijo, la madre de los Pagazaurtundua recibió una llamada similar “de una persona muy cercana”.

Cuando piensa en el 8 de febrero de 2003, la eurodiputada de UPyD recuerda más fechas: “La de Froilán Elespe, la de Juan Priede, la de Fernando Buesa, la de José Luis López de Lacalle? Son muchos los amigos que nos mataron en estas fechas. Son meses en los que el calendario viene marcado con crueldad extrema. Es algo a lo que tenemos que sobreponer la vida cotidiana”.

“Llevábamos desde el 2000 viviendo momentos insoportables”. El entonces edil del PNV Mikel Arregi guarda de aquel día un recuerdo “triste y doloroso a la vez”. Arregi, cuyo domicilio estuvo durante “una temporada” protegido 24 horas, añade que el Gobierno municipal estaba en manos de la marca local de la ilegalizada Batasuna, Andoaingo Sozialista Abertzaleak (ASA).

Con mayoría absoluta del PP en el Gobierno español, en 2001 “se da la gran pugna electoral entre Juan José Ibarretxe y el dúo Nicolás Redondo Terreros-Jaime Mayor Oreja”, describe Arregi, y en octubre de 2003, el lehendakari presentaría su Propuesta de Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi. El mismo mes, el juez Juan del Olmo mandó cerrar el periódico Euskaldunon Egunkaria, cuya sede estaba en Andoain. “En todo ese conglomerado vivimos lo que vivimos y sufrimos lo que sufrimos”.

El 8 de febrero lo vivió “muy duramente”. Por la tarde se celebró un pleno extraordinario en el que cuatro ediles de la izquierda abertzale gobernante se abstuvieron de condenar el asesinato y el quinto representante, Jexus Mari Olazabal, votó en blanco por consideraciones “personales”.

Los otros once concejales, Arregi entre ellos, sacaron adelante la iniciativa: “Aprobamos la moción conjuntamente, pero luego estuvimos apartados de la manifestación que se hizo. Tuvimos que sufrir el acoso de cierto constitucionalismo contra el nacionalismo. Lo viví personalmente muy mal, fue muy doloroso”.

Arregi se refiere tanto al pleno como a la manifestación posterior, a los que acudieron personalidades del PNV, del PSE, del PP o de movimientos como ¡Basta ya! al que perteneció Joseba Pagazaurtundua. Hubo gritos contra ETA. También contra el lehendakari Ibarretxe y el PNV. “En cierto modo, sentí la soledad dentro de mi propio mundo, pero había que seguir adelante”, recuerda. Tres meses y medio después del asesinato de Pagazaurtundua, Andoain debía elegir corporación municipal.

Pueblo de “encrucijadas”

A la entrada de la A-15 inaugurada cinco años antes y junto a la gran arteria de la N-I, este municipio de la comarca de Buruntzaldea que oscila entre los 15.000 y 16.000 habitantes entró en el siglo XXI como un pueblo “en el que se daban muchas encrucijadas”, afirma Arregi. “Aquí desaparecían muchos comandos. Comandos que asesinaban en Donostia o gente que venía huyendo de Vitoria desaparecían en Andoain”, describe el exconcejal del PNV. Uno de los comandos más mortíferos tras la tregua de 1999 se llamaba Buruntza. Los investigadores de la Ertzaintza les atribuyeron nueve asesinatos, entre los que estaban los de Juan Mari Jáuregui y Joxe Mari Korta, y más de 30 atentados en apenas año y medio.

“Cerrar el duelo es muy complicado cuando el entorno integra mucho más al asesino que a la víctima”, verbaliza Pagazaurtundua aquel ambiente que, quince años después, considera que es “una asignatura sin resolver en Hernani y Andoain”. En otro momento de la conversación, habla de la necesidad de una “mirada crítica y sinceridad para limpiar bien todo el veneno que aún existe en sitios como Andoain, Hernani, Alsasua o Etxarri”.

No solo fueron asesinatos. “Amutxastegi, José Luis Vela? lo que sufrieron, no ya solo quemas de coche, también de casas, amenazas, tener que marcharse en algunos casos a vivir fuera del pueblo?”, recuerda el exedil del PNV, al que le quemaron el vehículo en dos ocasiones.

“El Gobierno municipal no era capaz de sacar unos presupuestos adelante”, agrega Arregi, que rememora que PNV-EA y PSE pactaron unas cuentas para 2002 “modificando lo que ASA había presentado. Supuso una campaña en el pueblo”. Contra él y contra el aspirante socialista, José Antonio Pérez Gabarain. “Nos acusaron de sacar presupuestos en contra del pueblo, cuando era al revés y el presupuesto de Euskal Herritarrok no se podía llevar a cabo”.

“Aquel era un Andoain horrible para quienes estábamos luchando por la libertad y los derechos de nuestros conciudadanos, de Andoain y de Euskadi”, describe Amutxastegi el ambiente del, “para mí, mejor pueblo del mundo”. “Era una vida de secuestrado -resume el que después sería alcalde-, no circulábamos por determinados sitios de Andoain para evitar conflictos y otras cosas”.

“La intensidad de los ataques de terrorismo callejero, de acoso a los concejales del PP, sobre todo del PSE y en parte, menos intensamente, pero también a los del PNV, a los ertzainas, a los cajeros, autobuses?”, enumera Pagazaurtundua mientras define esta geografía como un “ecosistema del terror”. “Era un ambiente complicado para Joseba y para mí, que habíamos hecho la transición desde Euskadiko Ezkerra”, repasa Amutxastegi, que fue víctima de varios ataques. En noviembre de 2003, atacaron su domicilio con un cohete cuando su hija estaba dentro. Habían pasado nueve meses del asesinato de Joseba Pagazaurtundua. Apenas año y medio desde que el juez Garzón decretó cerrar las herriko tabernas.

“Eran las 20.30-21.00 horas. Vete tú, ya cierro yo, me dijo Joseba. Yo llevaba escolta y él no, era policía y no podía llevar”, relata Amutxastegi, al que Pagazaurtundua llamó cuando estaba en el coche: “Los escoltas no querían dar la vuelta, pero les dije que o daban la vuelta o me bajaba”. Volvió a la casa del pueblo y se encontró con “un montón de personas que querían cerrar la sede, poner carteles y romper los cristales. Nos pusimos delante. Uno pegó a Joseba con una escoba. Como tenía protección, por lo menos conmigo andaban con cuidado”. Cuando llegó la Ertzaintza, alertada por los escoltas, “los otros se habían marchado corriendo”.

Año 2011, año de cambio

La actual secretaria general del PSE de Andoain, Maider Lainez, fue elegida concejala en mayo de 2011. ETA había anunciado en septiembre de 2010 que renunciaba a las “acciones armadas ofensivas”, pero la precaución mandaba: si resultaba elegida, debería llevar escolta. “Tenía un niño de dos añitos, y aquella decisión debía ser consensuada en casa, con mi marido y parte de mi familia. No solo yo iba a perder mi libertad, sino que iba a condicionar la de todos ellos”.

Fue en las listas de mayo y salió elegida. “Sientes que eres? no sé cómo decirlo, muy poquita cosa como para que (ETA) piense en ti”, describe aquellas semanas Lainez. “No puedes estar todo el día pensando en que puedes ser un objetivo; si no, no das el paso para defender una serie de ideas y ser la voz de las personas que ya no pueden estar ahí”.

Durante esas semanas, el sol empieza a abrirse: “Cuando juro el cargo, me dicen que, como la situación parece ir cambiando, podía elegir entre tener escolta o no”. La rechazó, aunque compañeros suyos la mantuvieron, lo que provocó un choque con la Alcaldía, en manos de Bildu, que con base en un informe del secretario municipal rechazó la entrada de escoltas armados: “Se prohibió que subieran a la sala de plenos. Se vivieron momentos complicados, pero hoy en día estamos en otra situación”.

También la calle tiene otra geografía para Amutxastegi. La de su juventud: “Estábamos circunscritos a la Zona Nacional, la parte de arriba, cuando toda mi vida había disfrutado de la de abajo, de la calle Mayor, de Bastero? En 2011, al principio, había reserva. Ya no. Es una gozada. Paseo de vez en cuando. Me doy una vuelta por abajo, como cuando íbamos a los bares y paseábamos con 20 años”. Arregi aprecia matices: “La normalización política ha llegado, pero a la normalización cívica aún le falta porque cuando pasas por ciertos sitios aún hay miradas. No basta con decir por decreto hemos cambiado, ahora todos vamos a jugar a política”.

Muchos ‘8 de febrero’

Maite Pagazaurtundua constata el avance: “La vida ha mejorado mucho, pero tenemos que afrontar ese pasado con el ritmo que sea necesario, pero con verdad”. Hace menos de dos años, relata, una señora le increpó por su presencia en una visita a Andoain. También ha recibido “muchos” mensajes en sentido contrario en el Buzón de Joseba, colocado en el árbol que se alza frente a la escultura de Agustín Ibarrola La casa de Joseba.

“Hay muchos días durante un año, como ocurre este 8 de febrero con Joseba o en mayo con José Luis, que están ahí porque pasaron cosas muy graves”, cierra la secretaria general del PSE de Andoain. Amutxastegi lamenta que “cantidad de ciudadanos no se acuerden de lo que ha pasado. La memoria a algunos se les olvida. Las nuevas generaciones no están ahí”. Quince años después, este 8 de febrero Estanis Amutxastegi podrá comprar los periódicos sin guardaespaldas. Sin aguardar a que nadie se los lleve a casa. La otra espera que empezó la mañana del 8 de febrero de 2003 queda para siempre. Con “una tristeza increíble”.