madrid - El PSOE se autoexcluyó ayer del tablero de juego en el que se dirimirá la aprobación o no de los Presupuestos Generales del Estado de 2018. Pese a la presión ejercida desde Ciudadanos, que instaba al partido de Pedro Sánchez a abstenerse al menos para que las cuentas no dependan del apoyo del PNV, los socialistas mantendrán su cerrazón a dar un apoyo, ni siquiera tácito, a los PGE de Mariano Rajoy. Es más, pese a que el PSOE ve la actual legislatura finiquitada -“huele a formol”, aseguró ayer-, no está entre sus planes pedir un adelanto electoral. La razón es que da por supuesto que Moncloa acabará pactando con el PNV, entre otros partidos, para sacar adelante las cuentas.
Una posibilidad que la formación de Andoni Ortuzar no contempla en el momento actual “ni como mera hipótesis”, tal y como afirmó el jueves el portavoz jeltzale en el Parlamento Vasco y presidente del GBB, Joseba Egibar. La escalada de tensión en Catalunya, la suspensión de su autonomía en base al artículo 155 de la Constitución y el creciente afán recentralizador imposibilitan que el PNV se plantee siquiera sentarse con los populares con los PGE sobre la mesa. Más aún, todavía hay transferencias acordadas en el marco de las cuentas estatales del año pasado que siguen pendientes de ser cumplimentadas. Así lo recordó el martes el portavoz del Gobierno vasco, Josu Erkoreka, que está tratando esta cuestión directamente con la vicepresidenta española, Soraya Sáenz de Santamaría.
Un PP con escaso margen de maniobra, y con la sombra de un adelanto electoral situada de forma perenne sobre Génova, miró ayer hacia el PSOE y emplazó a los barones socialistas a presionar a la dirección de su partido para que apoyen los PGE con el fin de evitar el “bloqueo político” y garantizar la estabilidad. Este llamamiento, verbalizado por el portavoz del Gobierno español, Iñigo Méndez de Vigo, no es baladí a tenor de las urgencias que han surgido alrededor de la financiación autonómica: comunidades con gobiernos del PSOE como Andalucía, Valencia o Extremadura urgen a dar pasos en este sentido pero desde Moncloa se alega la necesidad de tener unos presupuestos aprobados para poder abrir el grifo.
Ciudadanos, principal sostén del PP en el Congreso tras el acuerdo de investidura que suscribieron en agosto de 2016, se ha sumado a este lobby de presión sobre el PSOE. Así, el secretario general naranja, José Manuel Villegas, pidió el pasado fin de semana a Sánchez y Rajoy que “se sienten, negocien y lleguen a acuerdos”. Se dirigió especialmente al secretario general socialista para que ponga sus exigencias sobre la mesa y garantice al menos una abstención de su grupo, con el fin de que “no estuviéramos en manos de los nacionalistas otra vez”. En juego están también reformas de calado para los de Albert Rivera como la bajada del IRPF a las rentas más bajas o aumentar el permiso de paternidad, a su juicio “bloqueadas o en manos del PNV”.
Falta de iniciativa Pese a este ruido ambiental, el PSOE se sacudió ayer todas las presiones y arremetió contra la falta de iniciativa política del gabinete de Mariano Rajoy. “La legislatura huele a formol, que es el líquido con que se conservan los cadáveres, que se les echa en vasos y arterias para embalsamarlos. La legislatura está muerta”, aseveró el presidente de Extremadura y del Consejo de Política Federal del PSOE, Guillermo Fernández Vara.
En una rueda de prensa en la sede de Ferraz tras la reunión de la Ejecutiva Federal -la segunda en una semana-, Vara defendió que solo el PSOE está “poniendo propuestas para los ciudadanos encima de la mesa, que es lo que mucha gente está esperando”. La inacción de Rajoy y el “tacticismo” que preside la política española son, según él, las causas de que la legislatura esté agotada. Pese a ello, insistió en que no pedirán un adelanto electoral porque están seguros de que los PGE se aprobarán gracias al PNV.