bilbao - El Gobierno Vasco quiere atajar el problema del yihadismo, pero no lo hará únicamente desde una óptica policial y la lucha antiterrorista. El lehendakari pretende abordar el reto desde sus causas, evitando la exclusión de los jóvenes marroquíes y que sean presa fácil para los aparatos de captación y radicalización. Su gabinete se mantiene en contacto permanente con los imanes de la comunidad autónoma, cuyo papel es determinante para actuar como filtro y prevenir actitudes violentas. También quiere abordar las consecuencias y procurar que este fenómeno no alimente los tópicos sobre la comunidad musulmana (unas 50.000 personas) y derive en xenofobia. Habrá planes específicos en el ámbito educativo para llevar los testimonios de distintos colectivos religiosos a las aulas. La lucha antiterrorista será el otro gran pilar en su esquema de actuación. En consonancia con esta visión multitarea, Urkullu ha articulado un grupo de trabajo en su gobierno que implica a varias consejerías e intenta aportar una visión global del fenómeno. Este grupo ha celebrado ya varias reuniones bajo la coordinación del secretario general de Convivencia, Jonan Fernández, y a finales de septiembre presentará su estrategia global contra el yihadismo.

El lehendakari comenzó a rumiar la idea de conformar este grupo tras su viaje a Colombia. Fue en el mes de junio cuando empezó a tomar cuerpo. Urkullu llegó a la conclusión de que, ante la dimensión que estaba adquiriendo el problema, era necesario desplegar una estrategia amplia y ambiciosa. Por aquel entonces ya se habían producido ataques brutales en Francia, Bélgica y Londres, pero ahora se ha sumado además el caso de Catalunya. El lehendakari encargó a tres departamentos que elaborasen una estrategia contra el yihadismo que tuviese como ejes la prevención, la lucha antiterrorista, la integración, la educación y las políticas sociales. En la elaboración de este plan están trabajando la consejería de Seguridad de Estefanía Beltrán de Heredia, la de Educación de Cristina Uriarte, y la de Políticas Sociales de Beatriz Artolazabal.

El departamento de Seguridad ha hablado ya con los imanes de las mezquitas vascas. Se mantiene en relación permanente con ellos para trabajar de manera conjunta en la detección y la prevención de la radicalización. Los imanes están ahora mismo en el centro del debate por el papel clave que tuvo el de Ripoll en el adoctrinamiento de los jóvenes que atentaron en la Rambla y Cambrils. Se ha generado un intenso debate sobre la necesidad de implantar controles o algún tipo de requisito para ser imán, y desde la propia Comisión Islámica de España se va a redactar un censo de religiosos y de centros de culto. En el caso vasco, las fuentes del departamento de Seguridad consultadas por DNA aseguran que solo hay dos mezquitas salafistas, una interpretación más radical del islam que los investigadores no pierden de vista. Una de ellas se encontraría en Barakaldo, y otra en Gasteiz.

La consejería también trabaja con asociaciones de musulmanes, como Euskal Bilgune Islamiarra. Ambas partes han desarrollado un programa conjunto que ha posibilitado a los agentes de la Ertzaintza y a representantes de ese colectivo acudir a las mezquitas los viernes, el principal día de oración, para explicar sus líneas de actuación y pedir a los fieles que no se dejen manipular. Además, se han dado charlas a policías locales, guardas de seguridad y concejales, y se ha dado formación a monitores y trabajadores sociales que cuidan de menores de edad musulmanes, sobre todo marroquíes.

La conclusión que ha extraído el departamento de este trabajo es que la comunidad musulmana vasca no es comparable a la catalana (hay medio millón de musulmanes en Catalunya, más que en Andalucía) ni en cantidad ni en perfil ideológico. En cualquier caso, no bajan la guardia. Desde el departamento puntualizan que no se trata solo de la práctica de las mezquitas y el mensaje que se difunda, sino que la clave está en las situaciones personales de muchos jóvenes, su exclusión social, sus frustraciones y sus dificultades para acceder al mercado laboral. Esas dificultades se han considerado hasta la fecha el caldo de cultivo idóneo para la captación del Estado Islámico, incluso por Internet.

El papel del imán y la comunidad musulmana se torna clave en ese caso como elemento de control para evitar que esos jóvenes se aíslen en espacios no controlados y puedan acabar radicalizados. Para el departamento de Seguridad, es importante que la mezquita se mantenga como referencia y vínculo para los jóvenes en dificultades que empiezan a verse seducidos por discursos radicales y quieren alejarse de su entorno habitual.

En el caso catalán, ocurrió a la inversa y fue el propio imán el que provocó un cambio de actitud en los jóvenes. Además, no se hallaban en riesgo de exclusión. Estaban integrados, varios de ellos con una remuneración notable en el sector de la metalurgia. Ese esquema de radicalización es más difícil de detectar, y suele deberse a la crisis de identidad que puede inducir el aparato de adoctrinamiento del Estado Islámico a los jóvenes que tienen raíces marroquíes pero viven en el Estado español y terminan sintiéndose en tierra de nadie.

Desde una perspectiva social y económica, emerge el papel de la consejería de Políticas Sociales, con el trabajo que realizan los monitores y los centros de menores, y también con el enfoque de las ayudas como la renta de garantía de ingresos, que para el Gobierno Vasco es un elemento determinante para evitar la exclusión y asegurar la integración.

el papel de las aulas Por su parte, el propio Jonan Fernández ha mantenido encuentros con las asociaciones religiosas y prepara una Ley de Centros de Culto que podría ser aprobada el próximo año. Además, en colaboración con el departamento de Educación, se va a implementar un programa específico en las aulas para evitar comportamientos xenófobos. Hasta la fecha, los jóvenes vascos han escuchado en las aulas los testimonios de víctimas del terrorismo y los abusos policiales en el programa Adi-adian, pero ahora esta experiencia se va a aplicar a la diversidad religiosa. Con el programa La escuela llama al mundo, inmigrantes, refugiados y personas de otras culturas y contextos religiosos contarán sus experiencias al alumnado vasco. Este programa se activaría el próximo año y aparece recogido en el Programa Complementario de Educación en Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación 2017-2020.

El lehendakari quiere poner en común todas las medidas y otras ideas a futuro, y darles forma en un plan global contra el yihadismo. Las fuentes consultadas aseguran que el grupo de trabajo ya ha mantenido tres o cuatro reuniones a lo largo de julio y agosto. El Gobierno Vasco mantiene que en Euskadi no existe un riesgo específico de sufrir atentados, pero esta matización no significa demasiado porque, en la práctica, el Ejecutivo mantiene que para atentar no es necesaria una célula, sino que una sola persona que actúe a la desesperada puede hacer mucho daño. Incluso se habla de personas que pueden padecer problemas mentales y escudarse en el yihadismo para arremeter contra la población con métodos rudimentarios pero que pueden suponer un riesgo.

labor de integración El portavoz del Gobierno Vasco, Josu Erkoreka, aseguró ayer que el Ejecutivo, “además de la obligada e imprescindible prevención antiterrorista a cargo de la Ertzaintza, puede ofrecer una respuesta integral y un planteamiento de cara a la integración de colectivos inmigrantes que puedan ofrecer algún riesgo de deriva hacia dinámicas terroristas”. En declaraciones a los medios tras la recepción de Aste Nagusia en Bilbao, esperó que el trabajo dé frutos en septiembre.

Se ha reunido con las asociaciones religiosas y prepara una Ley de Centros de Culto que podría quedar aprobada el próximo año. Trabaja con el departamento de Educación para llevar testimonios a las aulas.

Su departamento ha hablado con los imanes de las mezquitas. Se mantiene en contacto con el colectivo musulmán para prevenir la radicalización y colabora con Euskal Bilgune Islamiarra. El otro gran flanco es la lucha antiterrorista.

El programa ‘La escuela llama al mundo’ se pondrá en marcha a partir del próximo año y supondrá que inmigrantes y personas de diversas religiones ofrezcan su testimonio en las aulas.

Para el Gobierno Vasco las ayudas sociales son determinantes para evitar la exclusión, que puede ser el caldo de cultivo para la radicalización. También se trabaja con centros de menores y monitores de jóvenes marroquíes.