BARCELONA - Conocida su situación procesal tras declarar en la Audiencia Nacional, los cuatro arrestados por los atentados separaron sus caminos. Mohamed Aallaa, dueño del coche que atentó en Cambrils (Tarragona), llegó de madrugada a su casa en Ripoll (Girona) tras realizar el viaje en taxi. El padre de Aallaa afirmó que la familia abonó la cuenta aunque el taxista fiara la cantidad del trayecto puesto que no disponía de dinero.

Diferente es la situación de los dos yihadistas que el juez Andreu envió a prisión. Mohamed Houli Chemlal, el presunto terrorista de 21 años que resultó herido en la explosión del chalé de Alcanar (Tarragona) que servía de arsenal de la célula, fue internado en la cárcel de Alcalá Meco. Por su parte Driss Oukabir, hermano de uno de los terroristas abatidos en Cambrils, ingresó en Soto del Real. El tercero de los miembros de la célula que fue detenido, Salh el Karib, permanecerá al menos durante los dos próximos días en las dependencias que decida la Guardia Civil hasta que el juez decida las medidas definitivas.

Los detenidos, precisamente, se mostraron preocupados por la situación que tendrían que vivir durante los próximos días. Es el caso de Oukabir, el primer arrestado por los atentados, quien durante su declaración en la Audiencia Nacional se cuestionó sobre la suerte que correría. Oukabir, que reconoció haber alquilado la furgoneta con la que horas más tarde se cometería el atentado de La Rambla de Barcelona aunque se escudara en que lo hizo pensando que sería útil para una mudanza, preguntó si estaría seguro durante su reclusión. Entró en la cárcel en el interior de una furgoneta de la Guardia Civil. Situada al norte de Madrid, es una megaprisión de un millar de habitaciones individuales que suele ser referencial para la Audiencia Nacional. No en vano, muchos de los que pasan por esta instancia judicial acusados por delitos de corrupción suelen ocupar alguna de sus celdas, caso de Bárcenas, el expresidente de la Comunidad de Madrid Ignacio González o el expresidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán. - DNA