“La Policía, que esperaba en los alrededores, abrió fuego contra dos de los tres tripulantes”, escribió cuatro años después Patxo Unzueta en El País. Contra dos de los tres, Mondragón y Méndez. Jesús Arrondo, apodado Cocoliso, también desembarcó en esta conocida playa de piedra próxima al faro de Higer procedente de alguna localidad indeterminada de Iparralde. Salió ileso.

“Fue quien les condujo al lugar”, recoge Retratos municipales de las vulneraciones del derecho a la vida en el caso vasco que publicó el Gobierno Vasco. Como en Pasaia, un cebo. A diferencia de Pasaia, era un infiltrado policial. Patxo Unzueta: “El presunto delator consiguió ponerse a salvo de las balas refugiándose del lado de los policías, según la versión de los hechos que daría ETA posteriormente”.

El arrasatearra José Luis Mondragón (26 años de edad) y el santurtziarra Roque Méndez (21 años) pertenecían a ETA V, pero las confusas biografías que hoy se registran los alejan de la disciplina de la organización tras pasar deportados por la Isla de Ré y sumarse a las acciones autónomas de Los cabras, de Javier Zumalde. Resultaron muertos a 11 y 12 metros de la orilla tras el “intenso tiroteo” que describe la versión oficial.

Una versión que, según publicó El Diario Vasco dos días después, enmarca estas muertes aún sin investigar ni juzgar en una “operación terrorista a gran escala” que arrancó con la vigilancia por prismáticos desde el cuartel que la Guardia Civil tenía cerca del faro, próximo al puerto de refugio de la localidad. La misma versión explica que a uno de los dos se le halló en uno de los bolsillos del pantalón el nombre de un “conocidísimo industrial” de Irun al que irían a secuestrar para pedir un rescate de 60 millones de pesetas.

“La gente sabe que algo pasó, pero no qué”, insiste Xabier Bengoetxea, uno de los miembros de la recién creada plataforma Asturiaga 1974. Echó a andar el martes con una reunión que celebraron en Kultur Etxea y ya preparan para el día 20 “un acto de recuerdo muy muy humilde” que tendrá lugar al mediodía en la misma playa de piedras y en el que “nadie va a intervenir ni a dar la chapa”.

“Se cumplen 43 años desde que ocurrieron estos hechos. Queremos aprovechar esa fecha para movilizar al pueblo y que sepa que algo ocurrió”, explica Bengoetxea, que a título personal ha elaborado un vídeo de unos 10-15 minutos y que las cuentas de Asturiaga 1974 en las redes sociales divulgarán a partir del próximo fin de semana.

“La prioridad del grupo es la memoria”, reconoce Bengoetxea, que empezó “a leer bibliografía, buscar datos en distintos libros, y es verdad que hay información, pero es la extraída de periódicos de la época. También hay cosas que cuentan gente que estuvieron con ellos en Iparralde, como Txillardegi?”.

“El caso de Zabala (Josu, tiroteado en Hondarribia durante una carga policial el 8 de septiembre de 1976) u otros casos son conocidos, pero no este”, lamenta el miembro del grupo memorialista. “Algo que ocurrió en el 74 fue y ahí se quedó. No se ha analizado, ni se ha hecho juicio, ni nada”.

Al comenzar sus tareas, Asturiaga 1974 se puso en contacto con los familiares de Mondragón y Méndez. “En primer lugar, por respeto. Cuando lo hemos hecho, hemos visto soledad, dolor y cierto abandono”, describe Bengoetxea. Cuestionado por esos sentimientos, explica que “se han sentido muy solos desde que ocurrió aquello hasta hoy. Nadie se ha puesto en contacto con ellos, ni movimientos sociales, ni instituciones ni nadie”.

“Para ellos, no sé cómo decirlo... esto es algo nuevo, y tras casi 43 años, sienten dolor. Hasta ahora no se ha hecho nada y ahora... No lo han visto mal, hemos estado con ellos, estamos en contacto y bueno, lo ven bien”, explica las cautelas de ambas familias ante una iniciativa que busca recuperar la memoria sobre unos hechos de los que, “tras lo que ocurrió en 1974, solo queda la versión oficial”. Sin investigación ni juicio.