Creían en la antigüedad que la borraja, esa deliciosa verdura antes humilde y hoy en las mejores cocinas, tenía la propiedad de facilitar que las mujeres que consumieran el caldo de su cocción quedaran embarazadas. Ahí depositaron durante siglos, hombres y mujeres, sus esperanzas para lograr lo que no podían mediante el natural curso de la cópula. Pero, claro, era una creencia infundada y de ahí nació la expresión “quedarse en agua de borrajas” para significar algo que despertó mucha ilusión y cuyo resultado es decepcionante.
Tengo la impresión de que estas primarias del PSOE se van a quedar en eso, en agua de borrajas, en un intento presentado como regeneración del socialismo español que terminará por ofrecer un clásico, una lucha intestina por el poder con bajo contenido ideológico y alta tensión personal. Ya tenemos tres precandidatos, que suena raro porque cualquiera hubiera pensado desde hace semanas que ya lo eran, y lo primero que han hecho es apartar las ideas para zurrarse con sus respectivas mochilas.
Pueden hacerse daño, porque las mochilas de los tres aspirantes vienen muy cargadas. Pedro Sánchez le recuerda a Patxi López que siempre que ha estado en primera línea lo ha sido gracias al apoyo del PP. No es una opinión, es un dato. Pero el socialista vasco se lo ha tomado como un ataque y ha necesitado saltar a la arena para explicar por qué pactó con el PP. Pero no menos cierto es que López fue presidente del Congreso gracias al acuerdo con el PP que bendijo el propio Sánchez. Eso también es un dato.
En el zurrón de Sánchez, por mucho que haya tratado de soltar lastre desde que le obligaron a abandonar el liderazgo del PSOE, está el haber sido un candidato errático a la búsqueda de acuerdos que le permitieran gobernar. Pactó con Ciudadanos a sabiendas de que eso le cerraba otras puertas necesarias para alcanzar la suma necesaria. Descartó así a Podemos, al que luego vio como el socio con el que tenía que haber empezado a pactar. Y ahora, vaya usted a saber, porque en la entrevista que ofreció a Tele 5 no me quedó claro qué es lo que pretende.
¿Y Susana Díaz? Ella no lleva mochila. Se la llevan los que le han venido haciendo el trabajo sucio desde aquel Comité Federal de octubre que acabó como el rosario de la aurora. Tal fue la dureza del combate, que la presidenta andaluza decidió que era mejor que la sangre no le salpicara y dejó que fueran otros los que se mancharan. Pero a estas alturas, aquella militancia que vio cómo se gestaba un golpe de mano sin opción de opinar ya sabe quién fue la responsable. La tardanza de Susana Díaz en saltar a la arena no ha hecho sino confirmar que ella era quien movía los hilos.
Así que estamos ante unas primarias que poco solucionarán porque de momento no hay debate de ideas, sino ajuste de cuentas. Y aquello que podía haber sido una oportunidad, quedará en agua de borrajas.