Sorprende que el desarme de ETA esté generando tanta controversia. Y desanima que esa buena nueva se contamine por intereses que nada tienen que ver con el fin de esa violencia. Demasiada pérdida de tiempo en estos largos cinco años desde la tregua; mal los gobiernos de Madrid y París y mal también la organización armada por no haberse disuelto. En cualquier caso, lo importante es que hoy, con el desarme legitimado por el Gobierno francés, encaramos el último tramo de una etapa muy difícil para el pueblo vasco.

Las voces discordantes con este desarme no empañan esta buena noticia que tiene consecuencias positivas para nuestro devenir. La gran mayoría política y social lo vivimos como el fin -más que previsible desde hace tiempo- de esa organización y con alegría por lo que ya es pasado. Mientras tanto, una minoría se mantiene en un discurso beligerante, buscando escollos donde no los hay (probablemente porque se mueven con gran comodidad y con buenos réditos políticos en el discurso del lío, del todo es ETA).

Se les acaba, de ahí su preocupación. ¿Ahora de qué van a hablar? ¿Cómo van a articular su argumentario político español sin la inestimable ayuda del terrorismo? Las justificaciones para el lío son de muchos tipos: igual no entregan todas las armas (seguro que hay muchas más escopetas legalizadas), entre ellas no estarán las que hayan servido para matar (como si fuera determinante a estas alturas para detener a tal o cual), el acto de Baiona irá en beneficio del mundo de Sortu (lo organiza la sociedad civil y los resultados electorales y presencia política de esa formación no es precisamente de las más altas en Iparralde?). Todo en un largo etcétera de pegas que suenan más a que no interesa el fin que a otra cosa.

Hay un argumento en el que me quiero parar especialmente pues está muy de moda en el teatro político: me refiero al del relato de lo que ha pasado. Afear el desarme como si supusiera el triunfo de las tesis de ETA es una patochada de tres al cuarto, y lo utilizan, precisamente, quienes nos han obligado al suyo (si, ese de mejor olvidar por la paz los desmanes de la dictadura franquista).

El PP pretende convocar un acto en pro de las víctimas, dicen. Resulta de una enorme hipocresía ese pretendido compromiso con ellas. Lamentable que utilicen una vez más el dolor como metralla contra las soluciones de una etapa verdaderamente dramática de nuestra historia (en mi opinión, no la única).

Por supuesto que las víctimas de ese terrorismo tienen todo el derecho a ser recordadas, a ser tratadas con dignidad y respeto por la sociedad. Lo hacemos y no lo discute nadie pero la lista es mucho más larga (terrorismo de Estado, de la policía del franquismo y posterior?). O las del franquismo.

Unas víctimas sí, otras no merecen ni siquiera el reconocimiento oficial de ese Gobierno que se llama democrático. ¡Si hasta el de Alemania pidió perdón por el bombardeo de Gernika individualmente a las personas que lo sufrieron! (El otro día vi un documento que así lo atestigua enviado a un ciudadano de la villa foral, firmado de puño y letra por su presidente).

La disolución de ETA está a la vuelta de la esquina; es verdad que viene tarde pero viene. Se acabó, ahora podemos y debemos dedicar todas nuestras energías a construir país. Como hace la Korrika que finaliza mañana en Iruñea. Remedando su eslogan: Tipi tapa gure Herriaren alde.