MADRID - El exministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, se presentó ayer como una víctima de las grabaciones de dos reuniones que mantuvo con el exjefe de la Oficina Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso, en las que abordaron la posibilidad de sacar a la luz informaciones que pudieran afectar a políticos independentistas catalanes. En la comisión de investigación del Congreso sobre el supuesto uso político que hizo Fernández Díaz de los medios de Interior, este achacó la difusión de las escuchas a una “conspiración política”, ya que la misma se produjo en la antesala de las elecciones generales del pasado 26 de junio “con la intención clara de afectar al resultado electoral”.
La salida a la luz de esas conversaciones, que tuvieron lugar en octubre de 2014 en el despacho del exministro, buscaba “perjudicarme a mí como político y al partido al que representaba como cabeza de lista por Barcelona”, subrayó el dirigente del PP, que reapareció ayer tras permanecer cuatro meses de baja por enfermedad. Insistió en que se trató de un “intento claro de alterar la voluntad popular”, toda vez que las grabaciones permanecieron guardadas 20 meses para ser difundidas “editadas y a cinco días de unas elecciones”, ocupando “portadas de informativos, radios y televisiones”. Por todo ello, Fernández Díaz expresó su deseo de que la comisión aclare quién y por qué realizó y desveló sus conversaciones con De Alfonso.
El propio exdirector de la Oficina Antifraude catalana fue el primero en intervenir ayer ante los representantes de los grupos parlamentarios, y coincidió con el antiguo titular de Interior en señalar que no solicitó el encuentro que mantuvieron el 2 de octubre de 2014, al que siguió una segunda cita dos semanas después. Ambos apuntaron a la cúpula policial como impulsora de la reunión y enmarcaron la misma en el intento mutuo de ganarse la confianza de su interlocutor, al considerar que podría ser beneficioso para sus respectivos intereses.
Daniel de Alfonso insistió en que su único objetivo era luchar contra la corrupción, por lo que la información que le podía aportar el entonces ministro podía resultar interesante. Al igual que Fernández Díaz, confesó que no ha escuchado las grabaciones -“por higiene y salud mental”, dijo- y aseguró que “no pueden ser prueba de nada”. “Ni reconozco su contenido ni su valor legal”, aseveró, y rechazó que ningún dirigente político pudiera influir en su labor. Negó asimismo su participación en la denominada operación Cataluña, ya que “en todo caso, he sido víctima” de la misma, y despachó las grabaciones afirmando que “están manipuladas, han pasado por demasiadas manos”.
Tensión con Rufián El presidente de la comisión de investigación, el diputado del Grupo Vasco Mikel Legarda, tuvo que emplearse a fondo a la hora de controlar el tiempo empleado por los comparecientes. La sesión vivió los momentos más tensos con las intervenciones de Gabriel Rufián, que fue llamado varias veces al orden -se refirió a De Alfonso como “conspirador”- y fue increpado por parte de los asistentes, por lo que instó a Legarda a “calmar a los hooligans”.