En estos últimos días, la plataforma Gure Esku Dago está haciendo llamamientos insistentes para animar a la participación en las consultas que van a celebrarse hoy en 35 localidades en relación al derecho de los vascos a decidir su futuro. Sea cual sea el resultado, incluso el nivel de participación, la iniciativa merece una opinión favorable ya que dar la voz al pueblo siempre será un proyecto saludable.
La plataforma Gure Esku Dago va a hacer ya cuatro años ideando, mentalizando y organizando actividades para proclamar que Euskal Herria es un pueblo, para impulsar el derecho a decidir su futuro y para activar la participación de la ciudadanía en ese empeño. Aunque se constate una cierta percepción ciudadana de que tras esa plataforma están “los de siempre”, entendido como un instrumento táctico más de la izquierda abertzale, es preciso reconocer que entre los asistentes a su presentación en Ficoba el 8 de junio de 2013 pudo visualizarse el carácter plural de sus promotores. Otra cosa es que en la dinámica posterior la plataforma Gure Esku Dago arrancó con iniciativas con aspiración multitudinaria, espectaculares, aparatosas casi, que pudieron percibirse como de un estilo propio de la izquierda abertzale. Corresponde a este sector sociopolítico evitar cualquier patrimonialización de las iniciativas que vayan a ponerse en práctica, para salvar su pluralismo como valioso capital. .
La popularidad de Gure Esku Dago arrancó con fuerza. Así lo evidenció la cadena humana, que en junio de 2014 unió Durango con Iruñea y movilizó a 150.000 personas, en una demostración muy visible de la voluntad ciudadana de emprender juntos el camino para decidir su futuro. Otro acontecimiento multitudinario y espectacular fue el mosaico coloreado que el 8 de noviembre de 2014 convocó a 10.000 personas en la playa donostiarra de la Zurriola, para felicitar al pueblo escocés, dar ánimos al pueblo catalán y dar un paso más por el derecho a decidir de Euskal Herria. Del espectáculo se pasó a los hechos con consultas realizadas primero en Etxarri Aranatz y Arrankudiaga en 2015, ampliándolas en 2016 en Goierri, Debagoiena, Aramaio e Ispaster y después en Bakaiku y Dima, con participaciones desiguales con máximos del 60% y mínimos del 30%.
Respecto a las consultas que hoy se van a celebrar, hay que reconocer que la plataforma ha llegado a este momento con cierta fatiga, como si no se palpase un ambiente propicio para el acontecimiento más allá de las localidades más pequeñas, sin duda las más favorables al evento. No obstante, hay que seguir felicitando a los promotores por el ingente trabajo que asumen en una convocatoria tan amplia y tan dispersa, y por el empeño irreductible en dar la voz al pueblo para que exprese su voluntad y decida sobre su futuro.
Obviamente, los promotores son conscientes de que estas consultas tienen un valor testimonial, pero también suponen que aunque este ejercicio ciudadano no tenga efectos legales -evidentemente- mantiene vivo el empeño del pueblo vasco de ser dueño de su propio destino aunque sea de forma meramente simbólica.
Las consultas promovidas por Gure Esku Dago toman como referencia las que se llevaron a cabo en numerosas localidades de Catalunya, aunque sería correr demasiado riesgo en base a un cierto apoyo ciudadano pretender un recorrido similar al procès catalán, riesgo que algunos parecen asumir a pesar del empantanamiento en que se encuentra.
Las consultas que van a celebrarse hoy tienen una interpretación muy clara: el auténtico valor para sopesar la voluntad de la ciudadanía consultada no va a ser su voto, indudable y mayoritariamente afirmativo, sino la participación. Y sobre ella, sobre la implicación real del censo en la consulta, tendrán que reflexionar los promotores teniendo en cuenta que un 70% de los representantes en el Parlamento vasco es partidario del derecho a decidir.
En el caso de que se diera un nivel alto de participación, deberían hacer una lectura honesta y no demagógica en el sentido de que en este país hay una demanda que atender, los pasos a dar para hacerla viable y el modo de implicar a los que no participaron.
Si la participación fuera regular, la reflexión animaría a los promotores por el valor real de la consulta, pero les haría entender que lo elaborado hasta ahora no es suficiente y habría que idear nuevos planteamientos para estimular a la ciudadanía.
Si a pesar de que las consultas se han efectuado en zonas muy mayoritariamente abertzales obtuvieran una participación claramente escasa, sería precisa la reflexión de que algo no está bien planteado en esa toma de temperatura al pueblo.
En cualquier caso, Euskal Herria alguna vez tendrá que ejercer el derecho a decidir como pueblo que es, y será la sociedad vasca quien lo exprese.