En Madrid no mejoran las cosas: los cuatro partidos españoles siguen pasando el rato y, mientras nos aburren con teatro y declaraciones grandilocuentes, desprestigian el ejercicio de la política. Esto no lo digo porque no lleguen a acuerdos sino porque dan una inexplicable imagen de frivolidad y de interés partidario.

En esa juerga quien más tiene que ganar es Rajoy: no da puntada sin hilo y espera pacientemente a que le caiga en las manos la fruta madura. Sus gestos de diálogo con Ciudadanos le permiten mantener el tipo ante la ciudadanía, a la vez que desgasta al PSOE y, sobre todo, a su líder Pedro Sánchez, exigiéndole su apoyo por España. Podemos, perdido en los numerosos -y feroces- líos internos, además de presuntas actuaciones no legales, ha desaparecido del primer plano político.

Pedro Sánchez, cada vez más contra las cuerdas, pagará con su liderazgo haga lo que haga. Su apuesta por intentar desgastar a Rajoy le reportará muchos menos beneficios de los que calculó y ahora cambiar de posición se le hace difícil aunque podríamos verle salir del paso con una abstención en segunda votación en la investidura “por la gobernabilidad y el bien de España”. Su hipotético interés por unas nuevas elecciones solamente se puede entender como un intento de vuelta al bipartidismo debilitando a Podemos: según la última encuesta del CIS, lograrían más o menos los mismos resultados, con un PP ganador (a costa de la abstención y Ciudadanos) y con Podemos que seguiría retrocediendo. Ya veremos hasta dónde aguanta la presión sin romperse.

Por otro lado, esas fuerzas políticas han intentado afear la representación vasca en Madrid, fundamentalmente del PNV, con continuas provocaciones sobre el sentido de su voto. Esa insistencia intenta despistar sus verdaderas intenciones de prepararse para las elecciones vascas de septiembre. El caso más llamativo es el de Podemos, que de poner de ejemplo el sistema social vasco en junio lo denigraba en agosto en boca de su candidata a lehendakari. Todo es mejorable pero todo no vale en política.

El PNV dejó claro desde el primer momento que votarán no a Mariano Rajoy todas las veces que haga falta. Una posición lógica y coherente contra el hacedor de la recentralización, la pérdida de derechos sociales y el empobrecimiento general. En el caso de Bildu se da también por hecho.

Es claro que nos afecta lo que pase en Madrid y también que el escenario político se presenta complicado porque tampoco éstas van a ser unas elecciones del todo normales. No hay más que ver las ganas que tienen en Madrid de desestabilizar de nuevo nuestro panorama político al pretender encender la mecha de Sortu-Bildu poniendo trabas a la candidatura de Otegi.

El Parlamento de Gasteiz tenía esta legislatura la mayor representación de partidos nacionales vascos desde 1986, con un 64% y el consiguiente retroceso de los partidos de adscripción nacional española. El reto para el 25 de septiembre pasa, por lo tanto, por recolocar la política aquí, con propuestas claras para nuestro futuro y sin caer en la trampa de falsos cantos de sirena y demagogias varias que no nos llevarían muy lejos.