MADRID - Mariano Rajoy vio ayer un destello de luz al final del túnel. Tras irse de vacío de la reunión con el socialista Pedro Sánchez, ayer el viento sopló a favor del candidato a la reelección como presidente español y consiguió abrir una vía de comunicación permanente con el líder de Ciudadanos, Albert Rivera. Rajoy esquiva el fracaso que hubiera supuesto que nadie se prestara a dialogar, un desenlace que le hubiera obligado a cortar de raíz la tanda y sopesar unas terceras elecciones generales. El objetivo sigue siendo lograr la abstención socialista porque, sin ella, no tendrá los votos necesarios para superar la investidura, pero al menos ha logrado mantener viva la ronda y ganar tiempo para que el PSOE pueda barajar un cambio en su sentido de voto.
En realidad, Rivera sigue negándose a negociar la investidura porque prefiere que el PP dé paso a un candidato que no sea Rajoy y que pueda regenerar el partido tras las acusaciones de corrupción que han salpicado a los populares. No va a votar a favor y solo se abstendrá para evitar unas elecciones. En sentido estricto, todas las negociaciones las pospone al momento en que Rajoy sea presidente, pero mientras tanto se prestará a abrir una línea y a conversar sobre los objetivos presupuestarios para ir preparando el terreno para cuando el gobierno esté constituido. Para la mayoría, es una cuestión de matiz y la línea es tan delgada que, en realidad, puede hablarse ya de negociaciones de investidura, aunque Rivera lo niegue. Asimismo, que las conversaciones sean directas y no a través de una mesa de negociación al uso parece un mero formalismo que no rebaja el impacto del canal de comunicación abierto. De hecho, ayer el PSOE dijo que C’s está dando un “sí en diferido” a Rajoy. El propio presidente se mostró muy satisfecho con la cita porque se ha dado “un primer paso”.
Con independencia del desenlace que vayan a tener las conversaciones, Rajoy gana tiempo para que el socialismo pueda cambiar de postura. Pero, si además cuajara un acuerdo con C’s, podría ejercer presión sobre el socialismo y atraerlo hacia una abstención porque ya no estaría dejando el paso libre a un gobierno del PP, sino a un acuerdo más amplio con C’s que podría contener medidas de regeneración. PP y C’s redoblaron ayer la presión para que el PSOE se abstenga.
concordia Todo lo que rodeó al encuentro alimenta el optimismo del PP, empezando por que los dos líderes se reunieron en torno a una mesa, lo que evocaba un clima de concordia y negociación. Además, a pesar de su veto a Rajoy, en realidad Rivera está pactando ya con el presidente en funciones y derribando el muro que había erigido en torno a su candidatura. El encuentro se saldó con un compromiso que, para más señas, nació por iniciativa del propio Rivera: propuso solemnizar un pacto entre constitucionalistas, también con el PSOE, para hacer frente al reto soberanista catalán más allá de quedarse en las palabras, y vio receptivo a Rajoy. Asimismo, le pidió que le proporcione “toda la información que tenga” en materia presupuestaria. Por si fuera poco, la vía de comunicación en materia económica será directa, entre el propio Rajoy y Rivera. En la práctica, no hay veto al candidato. Es más, Rivera deslizó algunas declaraciones reveladoras, como cuando aseguró que había enfocado con realismo el encuentro y que “hoy por hoy el candidato es Rajoy” por el encargo del rey. “No tengo por qué especular con eso. Tiene 137 escaños, y nosotros, 32. Ha sido una reunión realista”, zanjó. En el PP no creen que sea disparatado pensar en que Ciudadanos pase de la abstención al voto a favor, aunque ayer recalcó que no va a apoyar a Rajoy ni estará en su gobierno.
¿Cuál será el siguiente paso de Rajoy? El presidente en funciones tiene pensado continuar con sus conversaciones, e incluso estudia citar a los nacionalistas aunque no pretenda presentarles una propuesta de acuerdo en vista de que es inviable. La ronda puede ir para largo, a juzgar por sus palabras. “Hoy hemos dado un primer paso de una larga caminata. Nadie dijo que esto iba a ser rápido”, admitió. Lo que no está garantizado es que, al final de ese recorrido, se vaya a someter a la sesión de investidura. En el PP creen que no está obligado y todo apunta a que no está dispuesto a presentarse si es para perder la votación, a pesar de que cada vez más voces apunten a que esa derrota allanaría el camino a una posterior abstención de los socialistas. Ayer mantuvo un despacho ordinario con el rey Felipe VI, a quien puso al corriente de sus movimientos. En cualquier caso, Rajoy trabaja a contrarreloj, con la espada de Damocles de una multa europea pendiendo sobre su cabeza. Tiene que remitir los Presupuestos al Congreso el 30 de septiembre a más tardar, algo que no puede hacer si su gobierno está en funciones. Antes del 15 de octubre debe mandar las Cuentas a las instituciones europeas, que las observarán con lupa y podrían penalizar un retraso. El PP, de todos modos, calcula ahora que la investidura podría demorarse hasta septiembre.
El tono de la comparecencia de Rajoy fue moderadamente optimista. “Hoy ya me voy de aquí sabiendo que puedo negociar algo”, dijo. La sintonía con su interlocutor le animó a presentarle un documento de ejes prioritarios, aunque no pasan de meros enunciados, y son más una lista de deberes y metodología de trabajo que un catálogo de propuestas concretas. En ese documento no aparece la revisión de la reforma laboral, un asunto prioritario para los socialistas. Como punto urgente y cuestión de mínimos para llegar a un acuerdo, pide pactar antes del fin de septiembre el techo de gasto y el decreto de medidas urgentes para cumplir los objetivos de déficit, y que el Gobierno esté en condiciones de remitir al Congreso los Presupuestos. Argumenta que esos compromisos son ineludibles porque la Comisión Europea debe recibir el documento sobre el cumplimiento del déficit y las directrices presupuestarias antes del 15 de octubre. Todo quedaría en suspenso si no se activaran mesas de negociación, aunque Rivera va a dialogar sobre todos estos puntos con Rajoy de manera extraoficial en ese canal directo de comunicación que ha propuesto activar.
las dos vías Rajoy y Rivera comparecieron ante la prensa por separado tras el encuentro, pero proyectaron su sintonía y coincidieron en depositar toda la presión sobre los socialistas para que se abstengan y eviten unas elecciones. Tras una reunión de algo más de una hora, Rivera calificó de “fructífera” la cita, le pidió solemnizar un acuerdo para afrontar el reto soberanista, y le dejó claro que puede contar con él para hablar sobre los Presupuestos, aunque añadió la coletilla de que la negociación en sentido estricto llegaría “inmediatamente después de la investidura”. “Toda la información que tenga, que nos la traslade para acordar en el futuro. Propongo una línea abierta para los Presupuestos y el déficit que, junto con el secesionismo, son los retos urgentes”, añadió.
Rajoy, por su parte, ante la insistencia de la prensa en conocer si ve posible un voto a favor de Ciudadanos, dijo que, si no viera opciones de acuerdo con nadie, “no habría aceptado el encargo del rey”. Como novedad, además de apelar al socialismo, consideró también muy relevante la implicación de Ciudadanos para asegurarse cierta estabilidad una vez arrancada la legislatura.
Once ejes. El texto deja claro desde el primer punto que se dirige al PSOE y Ciudadanos, a los que cita expresamente para ofrecerles un acuerdo presupuestario, un nuevo pacto educativo, la reforma de la financiación autonómica y un entendimiento sobre las pensiones, entre otros puntos. Hay un apartado sobre corrupción, y también un par de frases sobre la lucha contra el terrorismo que no van más allá de las generalidades y la “unión de los demócratas en la defensa de nuestras libertades”. El apartado territorial es el último de un total de once propuestas y solo propone “promover un marco de entendimiento de los partidos constitucionalistas”. No se detalla el planteamiento concreto del Partido Popular. Se mencionan igualmente la violencia de género y el europeísmo. Se proponen cuatro grupos de trabajo: uno en materia presupuestaria y económica, otro sobre la reforma institucional, un tercer grupo para el pacto educativo, y otro para la política social. En el documento no se menciona la revisión de la reforma laboral, clave para los socialistas.