Para empezar, ya están todos. Los candidatos a lehendakari, se entiende. Vale que falta el de Ciudadanos, pero a esta nueva UPyD le dan los sondeos el mismo peso que a la que agoniza. Algunos se conocían desde hacía tiempo y otros acaban de llegar, con fuerza, hay que admitirlo, al cuadrilátero. Pocas sorpresas. A no ser que alguien no contaba con que Iñigo Urkullu, Idoia Mendia, Alfonso Alonso o Arnaldo Otegi serían los elegidos por sus respectivos partidos. Y, si alguien pensaba que Pili Zabala no iba a ser la elegida por los simpatizantes de Podemos, después de haber sido ungida como candidata de la oficialdad, es que aún no ha cogido puntada de la dinámica de la nueva formación. Respaldo oficial y aclamación es el procedimiento natural. Es sano que para llegar del primero al segundo se pase por una votación on line, pero no se diferencia demasiado de los procedimientos del resto de fuerzas ni otorga a Zabala mayor adhesión entre los suyos de la que cuentan Urkullu, Otegi, Alonso o Mendia en sus entornos. Acaso ese 52% la sitúe incluso por debajo.

Pero este hacer las cosas sin complejos también es reveladora. No recuerdo a ningún partido español tan explícito como Podemos a la hora de admitir el impulso directo de su ejecutiva nacional a una candidatura a lehendakari. Ayer, el secretario de Organización del partido, Pablo Echenique, vino a Gasteiz a dejar constancia a quien lo dudara que en Euskadi no se va por libre sino por la ruta que conviene al proyecto del partido, que se define en Madrid. El orden jerárquico quedó claro cuando fue Pablo y no Nagua el que anunció que Zabala, ausente de la escenografía, será la candidata a lehendakari. Como quedó claro al copar los candidatos oficialistas siete de cada diez puestos en las listas al Parlamento vasco, a la espera de integrar a Equo.

También ayer, Alfonso Alonso dio el paso de oficializar su candidatura por el PP. Lo anunció él mismo, por cierto. Tampoco trajo el ministro en funciones la piedra filosofal y es de esperar que vaya afinando discurso. Porque algo más que acusar al PNV de bloquear la investidura de Mariano Rajoy (¡!) como dijo ayer, tendrá para ofrecer. En este panorama, tendrá que buscar la forma de ganar su espacio Arnaldo Otegi si quiere ilusionar porque hay muchas voces esta vez, y más ruidosas que las de la izquierda abertzale.

Y para acabar, de momento, parece que PNV y PSE se han encelado en un debate de fechas. Esperemos que el “adelanto electoral” no se convierta en un mantra hueco porque ni de unos ni de otros esperan sus votantes ese perfil de debate. Por zanjar el asunto, es recomendable revisar las convocatorias de este siglo y comparar con los cuatro años menos cuatro semanas que va a durar esta legislatura entre cita y cita con las urnas. Entre 2001 y 2005 fue exactamente el mismo plazo; entre 2005 y 2009, cuatro años menos seis semanas. Y nadie hizo hincapié en los adelantos electorales de Ibarretxe como el que sí tuvo que asumir López cuatro meses y medio antes de fechas en 2012. ¿No irá por ahí la milonga?