Leioa - Rubén Belandia compatibiliza su trabajo de director adjunto de la biblioteca del campus de la UPV/EHU con su cargo de concejal en el Ayuntamiento de Leioa. Ahora encabeza la corriente Euskadi Aldatu y quiere ser el candidato de Podemos a la Lehendakaritza. Para ello, reivindica la importancia de las personas y sus necesidades, frente al auge de las privatizaciones y la influencia de las grandes empresas en la política.

Anunció su candidatura sobre la bocina. ¿Por qué sintió que debía presentarse?

-Veíamos a los dos primeros candidatos y nos parecían buenos, pero cuando empezaron a mostrar su discurso no lo consideramos adecuado. Creíamos que, frente a unas elecciones, un movimiento político tiene la obligación de decir sus objetivos con claridad y no se estaba haciendo. No nos presentamos al Parlamento Vasco para generar un complemento a lo que había hasta ahora, nos presentamos para generar cambios en profundidad. La posibilidad o no de formar un gobierno en el que participe el PNV para nosotros es fundamental. En el primer debate entre los candidatos, Pilar (Zabala) manifestó que estaba dispuesta a llegar a acuerdos prácticamente con todo el mundo, incluido el PNV. La candidatura de Uria, también, si varían su política social. Pero nosotros consideramos que no hay margen de modificación de la actitud del PNV como para llegar a ningún acuerdo y que hay que decir claro que no es posible llegar a pactos con ellos.

Tacha de “autoritario” al PNV.

-El PNV ha gobernado de forma autoritaria cuando ha tenido mayoría suficiente para imponer sus posiciones. Y las impone con un rodillo absoluto. Por ejemplo, estamos viendo cómo se aplica en Euskadi la ley mordaza. Luego está la política clientelar que desarrollan. Hay toda una dinámica de privatización de todos los servicios para que acaben en manos de empresas cercanas.

Por tanto, el objetivo de Euskadi Aldatu es desalojar al PNV a toda costa.

-El objetivo es generar un gobierno diferente con unas políticas a favor de la mayoría social afectada por la crisis. En esas políticas no puede estar el PNV porque lleva gobernando en Euskadi casi cuarenta años y lo ha hecho a favor del cemento en vez de a favor de las personas. Nos reímos mucho de los aeropuertos en los que no despegan aviones, pero aquí se ha construido una Supersur por la que no pasan coches y cuyo coste ha sido equivalente a la deuda que tiene en conjunto de la CAV. Por otro lado, no hay un fiscal anticorrupción vasco y de 8.000 efectivos de la Ertzaintza solo cuatro agentes están dedicados a analizar los delitos económicos. Para el PNV sería conveniente pasar un tiempo en la oposición, perder las vinculaciones clientelares y reconvertirse.

¿Ve posible llegar a acuerdos con el PSE y EH Bildu para conformar un gobierno alternativo?

-Con el PSE existe un problema. En Euskadi han establecido una especie de bipartidismo a la vasca con el PNV y ahora mismo gobiernan en común la mayor parte de las instituciones. Los dos comparten las mismas políticas en este momento. Por tanto, el PSE tiene que hacer un giro de 180 grados para poder conformar un gobierno alternativo. En cuanto a EH Bildu, habrá que ver qué línea toman. En el último año han llegado a cantidad de acuerdos con el PNV. No sabemos si su objetivo será generar una dinámica a la catalana, dejando atrás toda la cuestión social, o si van a querer colaborar en rescatar a la ciudadanía.

¿Prioriza entonces la agenda social al derecho a decidir?

-No, nosotros lo queremos todo. Tenemos derecho a una protección social adecuada y tenemos derecho a decidir. Es un derecho democrático, no una reivindicación nacionalista. En democracia la ciudadanía tiene la palabra para decidir qué modelo de Estado quiere tener y qué tipo de relaciones quiere tener con los demás pueblos del Estado. Hay que buscar vías para hacerlo, hay que promover una reforma constitucional y generar un proceso constituyente. Nuestra candidatura apuesta por un modelo confederal.

Uno de los elementos clave que manejan es el “rescate ciudadano”. ¿En qué consiste?

-Nos venden una Euskadi idílica en la que la crisis parece que no ha afectado. Si oímos a los representantes del Gobierno Vasco, parece que vivimos en la época de Aznar cuando decían “España va bien”. ¿Va bien para quién? No va igual para el que se sienta en un consejo de administración que para el que ha sido desahuciado la semana pasada por la empresa pública de vivienda del Gobierno Vasco, que es quién más está desahuciando en los últimos años. No podemos conformarnos pensando que otros países están peor. La situación real es que hay personas a las que se les corta la luz o el agua por no poder pagar los recibos, que hay un montón de gente en paro que no ve perspectivas de trabajo, y que hay una situación de precariedad extrema. A pesar de que tenemos una RGI, que fue recortada en el mandato del PSE, hay muchísima gente que sobrevive gracias al apoyo de sus familias o a los lotes que les entregan el Banco de Alimentos o Cáritas. Eso se quiere negar. No podemos decir que esto sea el paraíso. El dinero tenemos que dedicarlo a mejorar la situación de las personas y a generar una actividad económica que sea sostenible y esté destinada a atender las necesidades de las personas. Eso es el rescate ciudadano.

¿A qué cree que se debe el mal resultado del 26-J en el Estado?

-El análisis que hemos hecho en los círculos remarca la inadecuación del mensaje, un mensaje descafeinado que ha habido en la última campaña. Esto no te lleva a ganar más votantes y hace que pierdas los que tenías. Creemos que hay una necesidad de hablar claro. Estamos aquí para generar cambios en profundidad en favor de la mayoría social que ha sido gravemente afectada por la crisis. Eso lo tenemos que decir bien claro. Se rebajó mucho el tono del discurso y lo hemos pagado.