Bilbao - Las encuestas dibujan un escenario cada vez más complejo para el PSOE. Unidos Podemos supera a la hegemónica formación de izquierdas sin que Ferraz haya podido establecer una estrategia solvente para evitar un sorpasso que jornada a jornada muta de pronóstico a realidad. Sumidos en un oscuro callejón que no parece tener salida, con solo cinco días de campaña por delante y sin una defensa efectiva ante el empuje de Iglesias y sus correligionarios, Ferraz ha optado por empezar a sacar la artillería pesada para iniciar la escalada. Varias cabeceras madrileñas, con El País y El Mundo a la cabeza, dieron ayer por seguro que cederán el segundo puesto a la confluencia tejida por Podemos e IU, pero los socialistas no se resignan. Aspiran a dar la vuelta a la demoscopia activando a su electorado con golpes efectistas que habrá que ver si son efectivos. Sánchez exhibió ayer a su equipo de ministrables para marcar perfil gestor, tan solo dos días después de recuperar la figura de Zapatero como gancho electoral.

“¡Menudo equipazo tenemos!”, proclamó Sánchez a los cuatro vientos en un acto en Zaragoza junto a lo que denomina “el equipo del cambio”. En ese Ejecutivo en la sombra trabajan pesos pesados del PSOE en la historia reciente como Josep Borrell, Margarita Robles, Jordi Sevilla, Ángel Gabilondo, Meritxell Batet o el lehendakari Patxi López. Algunos de ellos salieron a la palestra para lanzar argumentos en favor del partido maltrecho en las encuestas pero que espera sanar sus dolencias con la medicina de las urnas. Quilates socialistas, por lo tanto, para tratar de contrarrestar la amarga caída libre que auguran los estudios demoscópicos ante la “campaña de la sonrisa” de Unidos Podemos. “¡No miréis a ningún lado, mirad de frente, sentid los colores!”, les reclamó a los dos millares de simpatizantes reunidos un Sánchez que, lejos de dar el choque por perdido, se afanará durante la semana clave en activar el voto. Y prefiere hacerlo, como ayer dejó caer, sin echar un vistazo al negativo escenario que dibujan las encuestas. “El futuro no está escrito”, les animó. Lo que sí se puso negro sobre blanco es que el PSOE podría caer 12 escaños, como indica El Mundo; o que, como apunta El País, podría quedarse con 20,5%, perdiendo incluso un punto y medio en solo seis meses.

La caravana del PSOE visitó días atrás dos puntos calientes como Catalunya y la Comunidad Valenciana, donde las confluencias territoriales edificadas por Podemos -la CAV es otro ejemplo de éxito en esa estrategia por sumar- han sobrepasado con holgura a los socialistas. Sin echar mano de paños calientes, Sánchez expuso su alternativa federal para dar una solución a la cuestión catalana mientras que se acercaba al cinturón urbano de Barcelona, bastión tradicional del socialismo, a captar votos en L’Hospitalet de Llobregat. Y un día antes Zapatero, al que Iglesias reivindicó con anterioridad como el mejor expresidente de la historia, sacó pecho de los logros del partido en un evento que le acercó al aspirante de Ferraz y, de paso, ofreció una foto de unidad.

Pero la diatriba del PSOE y Sánchez, lejos de acabar este domingo próximo, podría arrancar el 26-J. En juego está el futuro de una fuerza política a la que todas las prospecciones de voto auguran que a lo sumo aspira a igualar a Unidos Podemos y quedarse a una treintena de escaños del PP, rozando un mínimo histórico del 20% de sufragios. Se dejaría una media de ocho escaños por el camino con respecto al 20-D, pese a que fue el agente más activo en las fallidas negociaciones para lograr el ansiado escenario de la gobernabilidad. Y será a partir del lunes, 27 de junio, cuando comenzará el juego de las alianzas en las que los socialistas podrían tener que ceder su puesto de cabecera de la izquierda para que fuera el tándem Iglesias-Garzón el que pilotara los contactos. Otro caso será la gestión interna de la debilitada posición de Sánchez, con Susana Díaz atenta a los acontecimientos. Por lo pronto, y con una semana de por medio en la que elevarán el tono para despertar del letargo a su electorado, los socialistas redoblarán esfuerzos para mantener su histórica primera posición a la izquierda y ser alternativa ante un Rajoy que, sin hacer excesivo ruido, sigue instalado en la comodidad de su atalaya como hipotético vencedor.