Madrid - El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, afrontará mañana su primera sesión de investidura como presidente del Gobierno consciente de que no cuenta con posibilidades de superar el listón de la mayoría absoluta requerida, al tener garantizado solo el apoyo de Ciudadanos.
Un mes después de que el rey le encomendara el mandato de intentar formar gobierno, Sánchez subirá a la tribuna del hemiciclo con el empeño de hacer ver que su candidatura es la opción más viable para desatascar el bloqueo generado por la fragmentación surgida de las urnas el pasado 20 de diciembre. El optimismo con el que el líder socialista encaró el reto de tejer una mayoría alternativa -“voy en serio”, dijo con convicción el primer día- se tropezó con la realidad el pasado miércoles, cuando la firma del pacto con Ciudadanos provocó la ruptura de negociaciones con Podemos. Sánchez asume que las combinaciones para poder ser investido pasan por la llave del partido de Pablo Iglesias, que también ha anunciado el voto contrario en la segunda votación si no recula en su pacto con C’s.
Al sí de los 40 diputados de la formación de Albert Rivera, Sánchez quiere unir el voto favorable de Coalición Canaria, socio de gobierno en el archipiélago, y, al menos, la abstención del PNV. Con estos avales, el candidato socialista solo sumaría 137 diputados, muy lejos de los 176 requeridos para superar la primera intentona. Tampoco parece que haya mimbres para tener éxito en la segunda votación -prevista inicialmente para el día 5, aunque podría ser la víspera-, salvo que Podemos diera un giro de 180 grados en sus exigencias.
“Soy realista y pido lo imposible. Soy de mayo del 68”, confesó Sánchez a los pocos días de tomar la iniciativa convencido de que a principios de marzo sería presidente. El líder del PSOE, que hoy cumple 44 años, reivindicará en su discurso el pacto sellado con Rivera como la base para cimentar un gobierno progresista y reformista. También hará hincapié en que es un acuerdo de “izquierda” para advertir a Podemos, sus confluencias, IU y Compromís que rechazar medidas como el ingreso mínimo vital, el fin de los desahucios, la derogación de la reforma laboral o la paralización de la Lomce es hacer el juego a Mariano Rajoy para que siga en el Gobierno. “Votar sí al cambio o votar a Rajoy”, es la disyuntiva que planteará Sánchez a la bancada de la izquierda.
Al líder del PP, Sánchez le criticará su “ejercicio de escapismo” para rehuir la investidura y su inacción ante los casos de corrupción que afectan a su partido con el fin de desactivar la presión que recae sobre el PSOE para que acepte una gran coalición. Pese a los llamamientos a Podemos y los reproches al PP, Sánchez tendrá que esperar a la segunda ronda -donde bastaría la mayoría simple de los votos- para calibrar sus expectativas, aunque ahora mismo, todo parece indicar que el resultado sería similar.
Sánchez es consciente de que su fracaso en los dos intentos le podría hacer perder la iniciativa en favor de Rajoy, por lo que no quiere tirar la toalla. “Tenemos dos meses más, pero el 5 de marzo es posible. Lo que conviene a España es que el Gobierno empiece a trabajar el día 6”, señalan desde el equipo del secretario general. La buena noticia para Sánchez es que el golpe por fracasar en la investidura en primera y segunda vuelta puede verse amortiguado en el plano interno gracias al amplio respaldo obtenido en la consulta a la militancia socialista al pacto con C’s. Ante el acecho de algunos barones del partido, Sánchez ha ganado legitimidad para continuar su carrera a La Moncloa en los dos meses que hay de prórroga y, de paso, aspirar a ser reelegido secretario general en el congreso de mayo.