Su condición de termómetro estatal confiere a Álava un privilegiado estatus electoral, aunque el recuento de las papeletas se traduzca en cuatro pasaportes para el Congreso y otros tantos para el Senado. En una campaña sin sobresaltos, solo uno de los candidatos con posibilidades de gobernar España, el socialista Pedro Sánchez, ha hecho acto de presencia en este territorio. El resto de fuerzas ha puesto en práctica sus respectivas estrategias más o menos acertadas con el fin común de lograr el máximo número de apoyos posibles entre el electorado alavés.
En lo que se refiere al PNV, con un candidato desconocido para el gran público, los jeltzales han tirado de marca. Bregado en las entrañas del Gobierno Vasco, el exconsejero de Interior Mikel Legarda ha cumplido la papeleta en los mítines y debates sin enfangarse lo más mínimo con sus oponentes y publicitando con pulcritud de tecnócrata las apuestas de su partido para Álava y Euskadi.
Al igual que en Bizkaia y Gipuzkoa, el PNV alavés ha abanderado la defensa de los intereses vascos en Madrid frente al conocido bipartidismo de PSOE y PP y la efervescencia de la nueva dupla compuesta por Podemos y Ciudadanos. Garoña y Foronda han ocupado un lugar privilegiado en las intervenciones de Legarda y de los máximos líderes jeltzales en los mítines alaveses, donde no han faltado el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, y el lehendakari, Iñigo Urkullu.
Alfonso Alonso volvió hace apenas dos meses a Euskadi para taponar la fuga abierta con la marcha de Arantza Quiroga y, de paso, erigirse en cabeza de lista territorial. Acompañado por el también ex alcalde de Vitoria Javier Maroto y con el ideólogo electoral Iñaki Oyarzábal al frente de la lista del Senado, el PP ha echado la casa por la ventana con el objetivo de salvar los muebles en su plaza fuerte y evitar que la progresiva e incesante pérdida de votos en Euskadi siga sin ver fondo.
En su estrategia ha primado el papel de Alonso en el Gobierno y la defensa de los intereses alaveses en Madrid, mensajes aliñados, sobre todo en el inicio de campaña, con la capacidad del PP para garantizar la “unidad de España”. El presidente del Gobierno español y candidato a la reelección, Mariano Rajoy, canceló esta semana la única visita prevista a la campaña vasca debido a los funerales de los policías asesinados en Kabul.
EH Bildu comparte con el PNV el reto de intentar abanderar la defensa de los intereses vascos en Madrid. Su cabeza de lista en Álava, Iker Urbina, afronta la reelección tras cuatro años en las Cortes que le han curtido en la primera línea política. La precipitación con la que tuvo que preparar la campaña de hace cuatro años ante las dudas del plácet judicial para la marca elegida por la izquierda abertzale ha dado paso en esta ocasión a una búsqueda de voto más cuidada en la planificación, pero ceñida a las señas de identidad propias de la izquierda abertzale. La lucha soberanista se mantiene como mensaje troncal del discurso de EH Bildu en su aspiración por convertirse en la primera fuerza alavesa y vasca, con la incertidumbre del daño que la aparición en escena de Podemos pueda ocasionarle en su nicho electoral.
La posición más delicada, sin duda, es la del PSE. A tenor de las encuestas, los socialistas corren el riesgo de perder por primera vez en la histórica su representación por Álava, una debacle que, de producirse, supondría un punto y seguido ante el descenso en picado que los apoyos a este partido experimentan en la escena vasca. De ahí la socorrida presencia en Gasteiz de Pedro Sánchez.
Sin los acuciados problemas en la elección de candidatos que se produjeron en los comicios municipales, con la designación a última hora del veterano Peio López de Munain, esta vez la formación liderada por Cristina González contó con el aval de Javier Lasarte, un fijo en todas las quinielas cada vez que tocaba buscar aspirante para las urnas.
En estrecha comunión con el discurso de su jefe de filas, Lasarte ha tirado de manual socialista para defender la lucha social frente a los recortes del PP y la incertidumbre de la oferta de las nuevas marcas.
El candidato también ha servido de aval a Podemos para dibujar en Álava su propio escenario en torno a la figura de Juantxo López de Uralde, coportavoz de Equo y exdirector de Greenpeace. El partido morado ha tratado de dejar atrás la crisis que supuso la salida de Roberto Uriarte, el máximo responsable de la formación en Euskadi, para ofrecer una imagen sólida en la que Pablo Iglesias es su líder indiscutible. López de Uralde ha centrado gran parte de sus intervenciones en su fuerte: la apuesta ecologista por las energías renovables y una férrea oposición al fracking.
Rodrigo Zamora lideró la plancha municipal de Ciudadanos en Gasteiz y vuelve a encabezar la lista que el partido naranja presenta por Álava en las generales. Su discurso en la pugna por el voto útil y moderado y la oferta de diálogo con todas las fuerzas, exceptuando la izquierda abertzale, casan con el patrón edificado por Albert Rivera, pero el imponente tirón del líder catalán mengua en Euskadi con un discurso contrario al Concierto Económico y la idiosincrasia vasca que sus compañeros de partido en la CAV han tratado de dejar en un segundo plano.
Al igual que Ciudadanos, Ezker Anitza tampoco entra en las previsiones para acceder a uno de los cuatro escaños que concede Álava para el Congreso de los Diputados. En este caso, además, se da la paradoja de que su representación en el Ayuntamiento de Gasteiz, Irabazi, supone la suma de Ezker Anitza y Equo, dos rivales directos en la lucha por el voto que el 20-D acudirán de la mano de Alberto Garzón y Pablo Iglesias, respectivamente.