parís - El padre de Samy Amimour, identificado por las autoridades galas como uno de los terroristas kamikazes que perpetraron los atentados de París, viajó en junio de 2014 a Siria para intentar convencer a su hijo de que abandonara Estado Islámico, sin llegar a lograr su objetivo. Mohamed, de 67 años de edad, pasó tres semanas en Siria para intentar convencer a su hijo de que abandonara las filas del grupo que ha sembrado el terror en Irak y en Siria. En 2014, el hombre relató su viaje y cómo no consiguió que su hijo dejara las armas.

Vendedor de ropa en Saint Denis, Mohamed pretendía sacar a su hijo de Siria para que rehiciera su vida. No avisó a su hijo de su viaje hasta que llegó a Gaziantep, en la frontera de Turquía con Siria. Aunque su hijo le advirtió entonces de los riesgos de su decisión, una semana después, este hombre de origen franco-argelino se subió en un minibús con destino al territorio sirio controlado por Estado Islámico. Me felicitaron: ¡A pesar de tu edad, has venido a combatir!”, dijo.

Mohamed contó que logró ver a su hijo acompañado de otro joven, del que nunca se separó, y que le encontró distante. Llevaba muletas y venía de Raqqa, el principal bastión de EI. “Fue un reencuentro muy frío. No me llevó a su casa, no me dijo cómo se había herido ni si fue combatiendo”, indicó. Ante la frialdad de su hijo, el padre decidió charlar con sus compañeros, que le contaron que los militares del ejército sirio les torturaban y le mostraron vídeos “en los que mataban a niños a corta distancia”. “He visto imágenes terribles”, afirmó.

“Los más duros”, en su opinión, son los “conversos”. Un día después, acompañó a dos franceses en su patrulla y comprobó que hablaban “un pobre árabe” y las personas que les veían les definían como “mercenarios” que les imponen las leyes. Tres semanas después, regresó a su país, compartiendo viaje con una mujer cuyo marido se disponía a inmolarse. - E.P.