Barcelona - No hubo lugar a la sorpresa. Cientos de miles de nacionalistas catalanes volvieron a llenar ayer las calles de Barcelona por cuarto año consecutivo con motivo de la celebración de la Diada bajo el clamor de la reivindicación sin medias tintas de la independencia. Via lliure a la república catalana, la manifestación organizada por Ara és l’hora, la entidad que agrupa a la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y a Òmnium Cultural, llenó la avenida Meridiana de la capital catalana y sus calles adyacentes con un mensaje nítido a los gobernantes y políticos, y con el propósito de que esta nueva demostración de fuerza tenga efecto movilizador sobre el electorado soberanista en los comicios del próximo día 27.
Es la proximidad de unas elecciones autonómicas a las que los nacionalistas confieren carácter plebiscitario, es el hecho de que ayer mismo comenzara la campaña de la cita del 27-S, lo que ha otorgado un carácter excepcional a la masiva movilización a la que los partidos contrarios a la independencia, así como el Gobierno del PP, atribuyen una intención electoral y el propósito de servir de palanca para las candidaturas soberanistas. En especial para Junts pel Sí, la candidatura de CDC, ERC e independientes que encabeza Raül Romeva y en la que están integrados los líderes convergente y republicano, Artur Mas y Oriol Junqueras, respectivamente, pero en el que también concurren como número dos y tres las expresidentas de la ANC y de Òmnium, las entidades organizadoras de la movilización.
De hecho, los candidatos de Junts pel Sí estuvieron en cabeza de la marcha, con la excepción de Artur Mas. El president de la Generalitat había dejado abierta la posibilidad de sumarse a la Via lliure, aunque finalmente optó por marcar su papel institucional más que el de candidato y no acudió a la cita. También participó en primera fila de la movilización Antonio Baños, el cabeza de lista de la CUP, la otra formación que junto a la entente formada por Convergència y ERC defiende el inicio tras el 27-S de un proceso hacia una Catalunya soberana. Por el contrario, no apoyaron este año la movilización de Ara és l’hora ni ICV, integrada ahora en la candidatura Catalunya Sí que es Pot, con Podemos, ni Unió, que el año pasado aún estaba coaligado con los convergentes en CiU.
Los organizadores volvieron a demostrar su fortaleza al sacar a la calle alrededor de 1,4 millones de personas, según contabilizó la Guardia Urbana de Barcelona, que el año pasado cifró en 1,8 millones el número de asistentes que ocuparon con una gran senyera dos grandes vías de la ciudad y con la que formaron una V gigantesca. La Delegación del Gobierno español rebajó la participación de ayer a entre 520.000 y 550.000 personas. En todo caso, algunos medios elevaron esta cifra hasta los dos millones de manifestantes.
El carácter movilizador del electorado independentista en plena campaña electoral quedó demostrado con las palabras de los organizadores de la masiva concentración, que expresaron al término del acto que estarán al lado de los futuros diputados autonómicos en el camino hacia la independencia y les pidieron que sean “leales” a las urnas y no “claudiquen” ante las dificultades.
“Cuando declaréis el inicio del proceso de independencia estaremos allá con vosotros, si llegan momentos difíciles estaremos allá con vosotros y cuando redactéis la Constitución de la república catalana estaremos allá con vosotros”, manifestó el presidente de Òmnium Cultural, Quim Torra. De forma previa a los discursos, a las 17.14 horas en memoria a la caída de Barcelona en 1714, comenzó el trayecto de un puntero gigante movido por deportistas profesionales y, a medida que avanzaba, la gente iba rellenando el espacio abierto creando el efecto de olas de colores en un ambiente eminentemente festivo.
El puntero recorrió 5,2 kilómetros en 45 minutos hasta la entrada al Parque de la Ciutadella, en donde a su llegada se superpuso al escenario principal, decorado con 9.000 papeletas alusivas al “proceso participativo” del 9-N de 2014. Frente al escenario se situaron los representantes de los partidos soberanistas y miembros de la candidatura Junts pel Sí como Lluís Llach. Acudieron también los tenientes de alcalde de Barcelona, de BCNComú, aunque no la alcaldesa, Ada Colau. También se concentraron el central azulgrana Gerard Piqué, el expresidente del Barça Joan Laporta, el economista Xavier Sala i Martí, el cantante Dyango, y el actor y concejal de ERC Juanjo Puigcorbé.
Tras finalizar el acto, los organizadores se reunieron con Artur Mas, quien tras el encuentro leyó una declaración institucional en la que celebró el éxito de la manifestación y se apoyó en ello para apelar al Gobierno español: “Dejad esta miopía política, este orgullo imperial, dejad de amenazar con las leyes como si fuéramos casi delincuentes”, en vez de poner la ley al servicio del diálogo y la democracia, aseguró en referencia a las últimas maniobras de Mariano Rajoy. El president expresó su ilusión por que haya “un pueblo en marcha” en favor del derecho a decidir.
electoralismo Enfrente se situaron el Gobierno español, el PP, el PSC, Catalunya Sí que es Pot y Ciutadans, que acusaron al presidente de la Generalitat de convertir la Diada en un “acto electoral”. Además, populares y C’s aludieron a la “mayoría silenciosa” que ayer se quedó en casa y es contraria a la independencia. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría sostuvo que al principio la Diada era una fiesta para todos los catalanes y ahora, dijo, es un “acto electoral” del president Mas.