gasteiz - Arantza Quiroga tiene marcada una hoja de ruta para el próximo año que no pasa precisamente por el cuestionamiento de su liderazgo ni el del resto de la dirección del Partido Popular de la CAV pese a los pésimos resultados electorales de las pasadas elecciones locales y forales, que han convertido al partido de la gaviota en una formación rayana a la irrelevancia en Euskadi. La presidenta de los populares vascos dedica todas sus energías a las vitales elecciones generales, previstas en principio para noviembre, en las que los de Mariano Rajoy se juegan el ser o no ser. Solo les vale ganar con una distancia lo suficientemente amplia como para que las formaciones de izquierdas no puedan reeditar las alianzas que ya han ensayado tras el 24-M y que les han permitido desalojar al PP de numerosos ayuntamientos y comunidades autónomas. La presidenta de los populares vascos no se plantea a día de hoy celebrar un congreso regional en el que el partido elija el equipo directivo, como así han urgido otras filiales regionales de la formación, como el PP madrileño y el balear. Tras las elecciones generales, su hoja de ruta, según confirman a este diario portavoces autorizados, pasa por participar en el congreso de ámbito estatal que Rajoy tiene previsto convocar a primeros de año y, a partir de ese momento, centrarse en las elecciones autonómicas que tendrán lugar en otoño de 2016.

Nada por tanto de un nuevo congreso que abriría las puertas al cuestionamiento de su liderazgo y a otras candidaturas como seguro que realizarán otros líderes del PP al que las urnas les han dado un severo correctivo, como Esperanza Aguirre, que ya anunció que no repetirá en el cargo. Desde el entorno de la dirigente de los populares vascos se argumenta que no concurren las mismas circunstancias que en otras regiones y que Quiroga revalidó su liderazgo en un congreso extraordinario celebrado relativamente cerca, en marzo del año pasado.

Todo ello no deja de ser una mera declaración de intenciones de Quiroga en un momento en el que el PP tiene la orden de no hurgar en las heridas a cuatro meses escasos de unos comicios que marcarán el destino de Rajoy y del conjunto del partido. Porque el futuro de Quiroga dependerá de varios factores: los resultados electorales de noviembre en el Estado y en la CAV, que el PP se mantenga o no en La Moncloa, que Rajoy se decida a renovar las direcciones regionales que están cayendo en picado en las urnas, y que el poderoso aparato alavés opte por dar el golpe de gracia e intentar liderar por primera vez el partido en Euskadi.

Un tercio de los votos Desde aquel congreso en el Kursaal en el que los militantes refrendaron a Quiroga con el 72,8% de apoyos -una cifra inusualmente baja en la tradición del PP vasco- han pasado muchas cosas. Fundamentalmente, que a la formación se le escapan los votantes a chorros, como se pudo comprobar en las elecciones europeas del año pasado y se ha confirmado en los comicios locales y forales del pasado mayo. El techo de las autonómicas de 2001, de alrededor de 327.000 votos, queda hoy muy lejos. El pasado 24-M la formación de Quiroga apenas superó las 100.000 papeletas, prácticamente al nivel de la extinta Alianza Popular en la década de los años ochenta. La sucesora de Antonio Basagoiti al frente de la formación no ha logrado enderezar el rumbo del partido en sus dos años de mandato. Ni siquiera el haber mantenido la marca en Araba e imponerse en Gasteiz les ha servido de bálsamo, después de que el PNV, con el apoyo de otros partidos, alcanzara la alcaldía de la capital alavesa.

Luego está la marejada interna en la formación que tiene su foco principal en Araba, donde los cuadros del partido aún no han perdonado a Quiroga que forzara el desalojo como número dos a Iñaki Oyarzábal, uno de los suyos. Y es que estas elecciones han demostrado que la fortaleza del PP alavés es indiscutible aunque se ve lastrada por las organizaciones en Bizkaia y Gipuzkoa, que ha acusado un duro golpe en las urnas. En un momento en que todos los esfuerzos están en la próxima contienda electoral, no ha trascendido que estas tensiones internas se hayan desbordado ni que nadie haya dado el paso para cuestionar a Quiroga.

Presidenciables en el PP vasco Pero las cosas pueden cambiar en cuestión de meses. Una de las últimas señales de alerta fue la decisión de Mariano Rajoy de fichar al exalcalde de Gasteiz Javier Maroto y a la popular catalana Andrea Levy para reforzar el PP y darle una pátina de renovación y juventud como nuevos vicesecretarios de la formación. En aquel momento se hizo la lectura de que el presidente del PP había querido premiar a Maroto por haber sido uno de los pocos candidatos populares que habían mejorado su marca electoral el 24-M, pero también se interpretó que con estos dos nombramientos pretendía allanar el camino a un futuro relevo tras las elecciones generales de Arantza Quiroga en Euskadi y Alicia Sánchez-Camacho en Catalunya, por la abultada pérdida de apoyos en las urnas en ambas comunidades. Las miradas no solo se dirigen a Maroto. En el territorio alavés proliferan los presidenciables al PP vasco. Además del ya exalcalde, hay un verdadero peso pesado, Alfonso Alonso, presidente de los populares alaveses y ministro de Sanidad, muy próximo a Rajoy.

Este, en todo caso, tendría en su mano decidir si mantiene al actual ministro en su gobierno si es que repite en La Moncloa. O, incluso, si le destina a más altos menesteres en la organización estatal del PP, formación que celebrará su congreso a principios del año que viene. Otro alavés que podría estar en las quinielas es Javier de Andrés, delfín de Alonso, secretario general del PP de Araba y con galones como ex diputado general del herrialde. Tampoco hay que olvidar a Iñaki Oyarzábal, número dos de partido hasta su defenestración el año pasado y al que avalan los buenos resultados electorales en Araba, donde ha dirigido la campaña electoral del 24-M. Con Antón Damborenea -presidente en Bizkaia- y Nerea Llanos -número dos de Quiroga- castigados por el varapalo de las urnas, solo resta como posible aspirante Borja Sémper, cuya proyección mediática compensa en parte el desastre electoral en Gipuzkoa.