bruselas - Gilles de Kerchove (1956, Bélgica) es desde hace más de siete años el coordinador de la UE contra el terrorismo. Un puesto con muchas limitaciones si se tiene en cuenta que los Estados miembros son los principales responsables de garantizar la seguridad interior. “Aunque se ha convertido en una competencia compartida corresponde en un 90% a los Estados, hasta un 95% en materia de terrorismo, y un 10% de la UE”. Aunque opina que hay potencial para hacer mucho a más a nivel comunitario, hoy por hoy “el primer responsable de la lucha contra el terrorismo es el ministro de interior, no Europa ni el comisario Avramopoulous”.

¿El yihadismo se ha convertido en la amenaza global más importante a la que nos enfrentamos?

-Es evidente. Todavía no es un problema gigantesco pero hay que tener cuidado y pararlo de inmediato. El Estado Islámico está sufriendo golpes importantes en Irak sobre todo gracias al ejercito iraquí y las medidas adoptadas en materia financiera que empiezan a hacerles daño y eso está bien. Nosotros también queremos aportar nuestra pequeña contribución. Veremos qué es lo que los ministros de exteriores discuten sobre Libia -este lunes- pero la alta representante Federica Mogherini está determinada y espero que encuentre el consenso que necesita porque es algo que está ocurriendo justo delante de Europa.

¿Qué puede hacer Europa?

-Podemos hacer más y es lo que los ministros decidieron tras los atentados de París. Se necesita un mayor compromiso en el Mediterráneo, invertir más y eso va a requerir muchos recursos. Hace una semana estuve en Túnez y las necesidades son inmensas para cubrir toda frontera con Libia. Egipto también necesita apoyo, Turquía, Líbano, Jordania. Tenemos limitaciones financieras porque nuestros Estados tienen problemas financieros pero no solo es una cuestión de dinero, también de expertos. ¿Van a enviar a sus mejores responsables antiterroristas sobre el terreno? Recientemente movilizamos 11 millones de euros para el cuerno de África y no encontramos candidatos en los Estados miembros.

Han pasado dos meses desde los atentados de París y la sensación de urgencia, aunque esta semana se ha anunciado la creación de una nueva unidad de control de la información de internet en Europol y el refuerzo de los controles en las fronteras exteriores, parece haberse diluido. ¿Comparte esa sensación?

-Hay que distinguir dos cosas. La intensidad emocional inevitable y natural tras un atentado y la rapidez de la respuesta. Una cosa es decir que vamos a hacer esto y lo otro, y otra muy distinta la puesta en marcha de cuestiones técnicas que no son simples. Tengo la sensación de que la voluntad de concretizar es fuerte y mi papel es precisamente garantizar que haya un ritmo. Presentaré mi informe a los Jefes de Estado y de Gobierno en junio. Mis informes suelen ser breves, no digo que las cosas están bien si no lo están. Pero es pronto para decir que no hay interés. Estamos en marzo y eso significa que tenemos dos meses y medio para que Europol ponga en marcha esa nueva unidad especializada en la detección de contenido ilícito. Contar con un sistema funcional con Europol y Frontex sobre la base de indicadores de riesgo comunes que serán sistemáticos en aeropuertos y en fronteras terrestres en tres o cuatro meses no está mal.

Sigue habiendo reticencias para avanzar en determinados terrenos. Por ejemplo, reformar el espacio Schengen o considerar como un delito marchar a luchar con los yihadistas.

-Es algo que llevo pidiendo dos años y hay Estados miembros que piensan que es una buena idea pero avanzamos muy lentamente. Aún así, una legislación que defina a 28 el delito de combatientes no es una solución a corto plazo. Al menos llevará dos o tres años para que la Comisión prepare la legislación, sea negociada en el Consejo, sea adoptada en codecisión con el Parlamento y después traspuesta a las legislaciones de los Estados miembros.

El 80% de la información que recibe Europol procede cuatro o cinco Estados miembros. ¿Hasta qué punto es un problema?

-No es agradable ni para mí ni para los Estados miembros y esta misma semana les he recordado las cifras para mostrarles cual es la realidad. No se trata de señalar culpables pero es bueno aplicar lo que los británicos llaman benchmarking, es decir, ver qué hacen los demás.

Está claro que hay que mejorar el intercambio de información. ¿Ve posible llegar algún día a crear una especie de servicio secreto europeo?

-No tiene sentido jurídicamente hablando porque no hay competencias. Es una idea más bien para un coloquio universitario que para una discusión política porque jurídicamente no podemos. Pero por el contrario los Estados miembros, a título individual y al margen del marco institucional de la Unión Europea, pueden hacer más y es lo que los Jefes de Estado y de Gobierno decidieron el pasado 12 de febrero, invitar a los servicios secretos a cooperar más.

Hace once años de los atentados de Madrid, ¿cómo es posible que una agencia como Europol no haga más?

-Me gustaría que todo fuera más rápido pero trabajando en la Unión Europea ha aprendido a vivir a largo plazo. A Edgar Hoover, el director del FBI, le hicieron falta treinta años para imponer el FBI a la policía de los estados en un Estado federal. Nosotros no somos un Estado federal. Crear esta dinámica colectiva no se logra en veinticuatro horas. Si miran la cooperación franco-española en la lucha contra ETA pasó por momentos muy difíciles. Hubo un período de no cooperación, hubo un GAL y también una cooperación más estrecha en un momento dado que ha permitido lograr el fin de ETA. Es una evolución que ha necesitado de tiempo. Estamos intentando construir un espacio de seguridad y justicia y es un proceso que inevitablemente lleva tiempo.

Hasta ahora era partidario de reformar el espacio Schengen. ¿Qué piensa de la idea de reforzar sin reformar el sistema?

-En el pasado me había mostrado partidario pero hoy en día veo que no hay consenso ni en la Comisión Europea ni entre los Estados miembros, especialmente entre aquellos que tienen fronteras terrestres importantes. Pienso que la etapa definida esta semana es la buena, empezando por controles totalmente sistemáticos en los aeropuertos, en las fronteras terrestres y quizás en las marítimas.

Es un férreo defensor del PNR, el registro europeo de pasajeros aéreos. Ya se entrega mucha información. ¿Por qué es necesario?

-Los datos que tenemos actualmente solo permiten identificar personas ya conocidas, que ya están en el sistema policial pero no a yihadistas sin fichar. El PNR es la única manera de identificar personas no fichadas. Los servicios de información identifican entre el 60 y 70% de aquellos que quieren partir a combatir a Siria antes de que vayan pero hay un 30% que no son identificados hasta que los vemos en Facebook sobre el terreno. Hay que avanzar en esto y el PNR es la única forma de hacerlo gracias a algoritmos que nos ayudarán a definir el perfil de posibles yihadistas. Por el aeropuerto de Estambul pasan cada año 33 millones de personas. Es imposible controlarlos a todos. El PNR es una ayuda para ese control de fronteras. No es una herramienta policial.

¿Es partidario de que se controlen también los vuelos internos en la Unión Europea?

-En mi opinión es una buena idea aunque hay países a quienes les preocupa. En Holanda, por ejemplo, su parlamento es escéptico sobre el PNR y en Alemania tampoco están convencidos de que haya que aplicarlo a los vuelos interiores.

Tras los atentados de París, hemos conocido la historia de decenas de jóvenes que se han marchado a la yihad a Siria. ¿Ha habido un efecto llamada?

-No lo sé, lo que sí sabemos es que el flujo de los combatientes que se marchan a Siria no se ha detenido. Hay países donde continúa. Por ejemplo en Alemania o Francia. En otros aparentemente como Reino Unido y Bélgica se ha estabilizado. Hay que continuar trabajando rápido.

Cuando hablamos de combatientes yihadistas, los países más afectados son Francia, Bélgica y Reino Unido. ¿Cómo ve a España?

-Creo que la policía y los servicios de información españoles son muy eficaces porque hemos visto detenciones continuamente pero la situación (en España) no es comparable a la de otros países.

En qué ámbito hay que centrar los esfuerzos. ¿Prevenir la radicalización en las prisiones, en Internet?

-En Internet, por supuesto, y ahí la Unión Europea ya se ha movilizado y está comprometida. En materia de prisiones, debemos lanzar un plan europeo sobre la rehabilitación tanto en las prisiones como fuera. Es un error enviar a los combatientes yihadistas que regresan a prisión porque hemos visto que son una enorme incubadora de radicalización. Si tenemos en cuenta el caso de Mohamed Merah, Nemouche y Amedy Coulibaly son tres delincuentes comunes que se radicalizaron en prisión en contacto con imanes autoproclamados. Hacen falta programas que funcionen como alternativa a la prisión, como forma de integrarse de nuevo en la sociedad.

¿Qué piensa de concentrar a los yihadistas en las mismas prisiones?

-Hay muchas cuestiones que resolver en este terreno. Desde si concentrarlos a todos en los mismos centros, dividirlos o aislarlos en células hasta ver si hay suficientes imanes. Aunque en Francia y en Bélgica no se puede recolectar estadísticas sobre la religión de los detenidos, todo el mundo sabe quienes piden alfombras para rezar, el Corán, y quienes siguen el ramadán así que tenemos una pequeña idea. En algunos países hay desgraciadamente una desproporción enorme entre los consejeros espirituales católicos o rabinos y los imanes. La cuestión es que solo pueden ayudar si hay una relación personal. Si hay 10 detenidos de una religión es posible si hay 300 por cada imán es imposible así que hacen falta más imanes y que estén formados. Eso requiere tiempo, financiación y una buena experiencia.