BARCELONA - “Vamos a pasar por debajo de la ola, sacaremos la cabeza y seguiremos nadando”. Palabra de Artur Mas. El 9 de noviembre habrá urnas, papeletas y voluntarios para gestar una consulta alternativa a la suspendida por el Tribunal Constitucional (TC) para dar la voz al pueblo catalán, con un marco legal y operativo aún por definir, y supondrá, según el president, el paso previo al verdadero referendo de autodeterminación, su pretensión, unas elecciones plebiscitarias con lista única. El escenario, planteado como respuesta al inmovilismo de Madrid para blindar el proceso, sería idílico para el bloque soberanista de no mediar las diferencias partidistas que han empezado a resquebrajar la unidad perseguida, la figura de porcelana que “no está rota pero sí agrietada” y que, como afirmó el jefe del Govern, “se puede arreglar”.

El Gobierno español, “el adversario” real según Mas, trabaja ya en si debe impugnar el nuevo planteamiento del líder de CiU, que no tiene intención de firmar un nuevo decreto de convocatoria aunque esta nueva consulta no vaya a ampararse en el que ha paralizado el Tribunal Constitucional.

El referendo, con la misma pregunta acordada, más de 20.000 voluntarios, locales de la Generalitat habilitados a tal efecto y la implicación de más de 900 ayuntamientos y el tejido asociativo del país, escenifica la intención del Ejecutivo catalán de no recular aunque el consenso haya quedado, por el momento, herido; optando ahora por una vía basada en artículos de la Ley de Consultas que regulan los procesos de participación y que prevén, al menos, tres fórmulas posibles: encuestas, audiencias públicas y foros de participación. Ante la imposibilidad de utilizar el censo tradicional, “toda la población mayor de 16 años podrá acudir a los locales con urnas”, teniendo que registrarse ese mismo día acudiendo al punto de votación y presentando su documento de identidad, desgranó el president, al tiempo que se creará un consejo general de participación que regulará el recuento para dar a conocer los resultados provisionales el 10-N, al día siguiente.

a la expectativa Amén de este referendo que serviría de termómetro para calibrar las posibilidades de éxito, Mas expuso cuál sería el certero golpe en el tablero, la consulta “definitiva”, los comicios plebiscitarios en los que espera revocar “la pereza” de ERC y convencerle para ir de la mano. ICV y la CUP se desmarcaron ayer de este plan objetando que el president lo emplea como una tabla de salvación personal, mientras la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural presionan para que las formaciones soberanistas recompongan lo antes posible su apuesta unitaria y no lastimen los denodados esfuerzos de la sociedad civil. Mas quiso hacer ver que la declaración unilateral de independencia predicada por los republicanos no tiene recorrido si no ha pasado antes por el plebiscito de la ciudadanía, aunque admitió que la fórmula es su “opinión personal” y ni siquiera es la de CiU, que después la avaló. Y ahondó en que haber permanecido impasible dejando caer las hojas del calendario refugiándose en realizar la consulta deseada por una mayoría habría sido darse “contra las rocas y hacerse daño”.

De ahí su novedoso e imaginativo recurso. ERC recogió el guante y bajó el diapasón de las críticas pese a sentirse molesto con el Govern por, en su opinión, “haber roto la unidad”. Con todo, según su líder Oriol Junqueras, hay resquicio para la “esperanza” y para recuperar el pacto, siempre y cuando las plebiscitarias sean para “proclamar la independencia”.

Mientras, Mas trató de analizar el porqué de su nueva estrategia. “Esta no es la consulta definitiva, e incluso si se hubiera hecho la inicial tampoco lo sería, porque la definitiva, plena y con totales garantías solamente se puede hacer a través de unas elecciones con lista conjunta”, arengó el Jefe del Govern, que se guardó durante semanas este as en la manga para no erosionar el consenso anhelado. “Tenemos un instrumento muy útil identificado y que además es el que más temen en Madrid: unas elecciones ordinarias donde algunos partidos hacen candidatura conjunta y si salen ganadores, por mayoría absoluta, el referendo se ha ganado”, explicó Mas, convencido de la necesidad del sucedáneo previo el 9-N como “algo significativo”, el cumplimiento del “compromiso asumido con la gente”.

el marco legal Eludió desvelar sin embargo los marcos legales en que se sustentará para no facilitar la tarea al Gobierno de Rajoy, pero aseguró que las garantías democráticas seguirán intactas, barajándose la opción de basar este referendo en una ley de consultas populares de 2010 que se encuentra en vigor ya que, aunque está pendiente de sentencia por el Constitucional, no está suspendida. El conseller de Presidencia, Francesc Homs, añadió posteriormente que el Ejecutivo movilizará si es necesario todos los dispositivos al alcance, incluidos los Mossos d’Esquadra, justificándolo en que la Generalitat tiene competencias en seguridad. Y es que Mas no firmará ningún nuevo decreto sabedor de que el TC lo suspendería de inmediato a requerimiento del Gobierno del PP, y más si mantiene la misma pregunta en la convocatoria, como advirtió la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. En este contexto, el president incidió en que el Govern se siente “fuerte para tirar adelante” pese a perder fuerza la unidad política, de ahí que reiterara el poder que supondría la movilización ciudadana el 9-N. “Ahora es cuando necesitamos la gente más que nunca porque estamos un poco más solos”, lamentó, aunque se afanará en reparar las piezas desencajadas de un bloque soberanista que “no está enterrado”.

Durante sus dos intensas horas de comparecencia en la galería gótica del Palau, prestándose a responder cualquier cuestión, tuvo tiempo para ironizar sobre la felicidad que mostró Rajoy minutos antes ante el descarte de la consulta inicial, y es que, según Mas, “a veces las noticias excelentes duran pocas horas”. Hacia Madrid dirigió las expresiones más bélicas. “Cuando alguien te agrede de la forma en que lo hace no sé si hay relaciones o no. Estamos actuando en legítima defensa”, sostuvo el president, que “nunca” en los últimos dos años ha recibido una oferta formal de diálogo del líder del PP. “Todo esto sigue de la forma que he explicado” y queda por ver si “el país es capaz de seguir adelante sabiendo que la solución final no está escrita”. Y si los partidos proclives al derecho a decidir reman todos a una.