barcelona - La cuerda por la que transita la unidad del bloque soberanista comienza a tambalearse después de que ERC haya mostrado su contrariedad por la decisión del Govern de fijar el próximo día 15 como la fecha tope para saber si será posible celebrar la consulta. La dimisión del politólogo Joaquim Brugué como miembro de la junta electoral -propuesto por ICV- tras apenas cuatro días en el cargo tampoco ayuda a que la cohesión alcanzada en la cumbre que lideró Artur Mas sea una fotografía perenne en este proceso.

La espita saltó ayer cuando el portavoz del Ejecutivo catalán, Francesc Homs, dató “en el entorno del 13, 14 y 15 de octubre” el punto de no retorno para certificar que el referendo no vinculante sea posible el 9 de noviembre. Si a principios de la semana que viene el Tribunal Constitucional (TC) mantiene su suspensión, algo previsible, la Generalitat deberá adoptar una posición que evitó revelar. “Si tenemos que decidir algo, la consulta no se desconvocará plantados en el 7 u 8 de noviembre”, aventuró el conseller ante la incredulidad de los republicanos. “No entendemos qué hicimos entonces reunidos el viernes pasado”, replicó la portavoz de Esquerra, Anna Simó, quien recordó que en esa cita se establecieron los mecanismos y las garantías democráticas para llevar a cabo la consulta.

“El propósito es votar el 9-N y el registro de participación está en proceso de configuración”, aseguró Homs en declaraciones a RAC-1 donde admitió que el debate en la reunión de las fuerzas proclives al derecho a decidir “fue intenso”, si bien negó que los participantes hablaran de elecciones anticipadas o de crear una lista unitaria. Que el conseller aludiera al logro de esa unidad que se trasladó de inmediato para ahora referirse a un calendario decisivo en esta senda es algo que choca a ERC, hasta el punto de que Simó cuestionó al convergente si lo que está haciendo el Govern es poner “una fecha de defunción” a la consulta de forma unilateral. “En la reunión se concluyó que lo que estamos haciendo es cumplir con el compromiso del 25 de noviembre de 2012 -día de las últimas elecciones autonómicas-. Por eso nos ha descolocado mucho, ya que mucha gente puede haber interpretado la cita del viernes de manera incorrecta”, explicó la dirigente republicana. “Estamos preocupados pero esperanzados, por lo que pediremos explicaciones”, añadió, convencida Simó de que la consulta “está encarrilada, pero este encarrilamiento hay que ir siguiéndolo día a día. Si es preciso, debemos dejarnos la piel o el cuello”.

En este contexto, Homs afirmó que no ha existido “ningún tipo de contacto” con el Gobierno de Mariano Rajoy tras la convocatoria del referendo y acusó al ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, de practicar la “provocación constante” cuando, en una entrevista en El Mundo, culpó a Mas de llevar al Estado español “a otro octubre de 1934”. “Poco sabe de historia el ministro”, zanjó el conseller. A su vez, ERC se desmarcó de clasificar las últimas decisiones tomadas por los partidos proconsulta, como la posible desobediencia civil, y prefirió hablar esta vez de “obediencia” a los ciudadanos, pidiendo comprensión por este “pacto de silencio” para “no dar pistas al Gobierno del PP y a los organismos judiciales”.

Gestos de avance De ahí que su estupor sea mayor tras manejar el Govern el día 15 como barrera decisiva. Más todavía cuando ERC agradece los “pequeños gestos” sobre lo acordado en la cumbre, como reemprender la campaña institucional a través de los medios de comunicación, la primera toma de contacto de la junta electoral o la reapertura ayer de los registros para que las personas con alta dependencia, los presos, los extranjeros y otros colectivos puedan participar en la consulta. De manera paralela, Convergència invitó a los ayuntamientos a continuar haciendo los trámites para facilitar el voto, solicitando a los alcaldes que nombren un responsable de la consulta en cada municipio.

Respecto a la libertad de voto que UDC ha otorgado a sus militantes en la segunda pregunta de la consulta, la referida a la independencia, CDC estima que seguirán trabajando con su socio aunque éste no apueste claramente por el doble sí. “Si somos capaces de dar espacio a la diversidad de opciones en la votación, estaremos ganando la consulta del 9-N”, apuntó la portavoz convergente Mercé Conesa tras la reunión de la Ejecutiva del partido. “El espacio es suficientemente amplio para continuar trabajando juntos por la soberanía”, reseñó. Un camino en cuestión si finalmente el Govern se marca un plazo y, al contrario que lo verbalizado por Esquerra, no empuja hasta el 9-N.

Tampoco fueron desdeñables las manifestaciones que realizó el portavoz del PP catalán en el Parlament, Enric Millo, recogiendo el guante de Rajoy e instando a Mas a aceptar el diálogo en alusión a las 23 propuestas que en su día el president le trasladó al líder del PP. Es más, abogó por una “reforma pactada” de la Constitución si fuera necesario como consecuencia de ese consenso. “A partir del 10 de noviembre hay vida”, zanjó el popular, más comedido que la posición de la plataforma españolista Societat Civil Catalana. “Esto va a terminar mal o muy mal. Vamos a intentar que acabe solo mal”, consideró su presidente Josep Ramon Bosch, para quien el referendo “no busca votar sino ocasionar un conflicto y demostrar que España es antidemocrática”.

baja en la junta electoral En este escenario alambicado y difícil de predecir, la baja en la junta electoral del catedrático Brugué añade escepticismo. Según su prisma, dimite por las “dificultades” de dotar a la consulta de unas “mínimas garantías de neutralidad democráticas”. “Tengo indicios y la sospecha de que estamos haciendo una cierta escenificación y maniobra, y que acabaremos haciendo una cosa diferente a la consulta”, sostuvo. ERC respeta su marcha pero discrepa “absolutamente” de los motivos expuestos, mientras que CiU se limitó a aceptar su decisión, y el PSC, a darle la razón.