Llevo enfrascado, aunque a trompicones, en la redacción de un libro de reflexión cuyo punto final pretende ofrecer una serie de actitudes y alternativas post ETA que creo vislumbrar en la sociedad vasca de hoy. Redacto el libro pensando, prioritariamente, en un lector español. De ahí que ofrezca algunos apuntes sobre lo que supone el MLNV, las actitudes de los vascos en general y de los jóvenes en particular hacia ETA estos cuarenta últimos años, un intento de tipologización de víctimas del terrorismo, de ETA en particular, y de violaciones a los derechos humanos con intencionalidad política, más en general. También quiero ofrecer algunos testimonios del dolor padecido y el de algunos intentos de reconciliación después de la decisión de ETA de suspender su acción armada. Más del setenta por cierto del libro está ya redactado, pero aún no sé si lo terminaré y lo publicaré. Me pregunto si aportará algo nuevo a lo ya dicho y redicho.

Todo este preámbulo para indicar que inicio en Grupo Noticias unas reflexiones de la parte no terminada de la redacción: la parte, para mí, clave del libro; que pretende ofrecer una visión, obviamente subjetiva, de la era post ETA y, como escribía arriba, las actitudes que observo al respecto en la sociedad vasca actual. Todo lo que digo es subjetivo, por supuesto, aunque procuro que no esté construido en el aire, sino tras consulta de la realidad. En los libros, documentos, encuestas etc. y sobre todo en mi vida (sin ser en absoluto un libro de memorias) y en mis encuentros y conversaciones en Euskadi. Sin pretensiones académicas.

En la actualidad, veo cuatro actitudes básicas que se corresponden, aunque no milimétricamente, con otros tantos agentes o colectivos sociales ante la era post ETA o, al menos, tras el anuncio de ETA de que, definitivamente, no volvería a utilizar las armas.

Otro colectivo, ciertamente menor en número, pero extremadamente activo, es el de las víctimas del terrorismo de ETA. En realidad, algunas de las víctimas de ETA para ser preciso, pues entre ellas cabe hacer más de una distinción. Hoy, aquí, pienso particularmente en las víctimas que ven, con dolor y preocupación, que los presos salen de la cárcel antes de lo que ellas estiman justo y temen que la sociedad y sus gobernantes, no necesariamente vascos, vayan poco a poco arrinconándolas y olvidándolas. Lo que cada día es más evidente.

El tercer colectivo es de los presos de ETA y el de su coro. Me refiero a la izquierda abertzale, en todas las denominaciones que ha adoptado en los últimos tiempos, que entiende que no solamente hay sufrimiento e injusticia entre las víctimas de ETA. Lo que también es evidente. Además de los GAL y del Batallón Vasco Español, refieren las innumerables torturas policiales, el alejamiento de los presos de Euskadi, etc. Abogan por una nueva etapa pero les cuesta mirar atrás, a lo que supuso ETA, y si lo hacen, entonces, se remontan, como poco al franquismo. Quieren construir un relato que justifique lo que, a mi juicio, es injustificable.

El cuarto colectivo, también minoritario, como los dos anteriores, tiene la mente puesta en algo, cuya sola denominación ya causa problema. Porque bajo un deseo común subyacen más que matices diferentes. El reciente episodio de la destitución de Txema Urkijo, que personalmente lo he vivido con preocupación y con un profundo desgarro interno, es más que un ejemplo de que este cuarto colectivo de mi análisis tampoco es homogéneo. Algunos hablamos de reconciliación, otros denominan "encuentro", "convivencia", "concordia", "pacificación" etc. Muchos serán tildados, como poco, de equidistantes por los miembros del segundo colectivo, los conformados por algunas víctimas de ETA, mientras que los del tercero, ETA y su coro, tratarán de servirse de su innegable buena voluntad para intentar lavar la cara entre sus paños. La ecuanimidad debe ser el principio de este cuarto colectivo. A mi juicio, claro está. Como todo lo que escribo, pero no voy a estar, en cada frase, repitiendo que lo que expreso no es sino mi punto de vista. Aunque intento razonar, claro está. Habrán adivinado que es con el mosaico de este cuarto colectivo con el que me siento más identificado. Últimamente repito: "no callar, no ofender". Sobretodo, innecesariamente. Peor aún, con ánimo de ofender.

Quizás cabría hablar de las actitudes y comportamientos de los miembros de los diferentes partidos políticos y, de forma particular, de sus cúpulas. Así como del traslado de sus puntos de vista en los medios de comunicación. Pero creo que, de entrada, ya basta con los cuatro colectivos arriba mentados. Agradecería enormemente recibir comentarios críticos a lo que escriba. Me ayudarían en la redacción del libro, si soy capaz (o merece la pena) concluirlo. Con una sola y única limitación: los comentarios deben estar firmados. Nunca tengo en cuenta (ni leo) los textos anónimos. Aquí abajo está mi dirección electrónica.