bruselas - Cuenta Juan María Atutxa que a la mañana siguiente de conocer la sentencia que le inhabilitaba y le obligaba a pagar una sanción de 18.000 euros le dijo a su mujer, Begoña: "Tienes un marido que es un condenado". A lo que ella le respondió: "Siendo por esta causa me siento orgullosa". La causa sobre la que se sinceraba ayer en Bruselas, en un encuentro posterior con la prensa, no es otra sino la que conocemos como caso Atutxa. Una denominación, dice, utilizada contra su voluntad durante los casi once años de lucha que llevan para limpiar su y, sobre todo, de la dignidad del Parlamento Vasco.
Cuatro meses después del fallo del Tribunal Constitucional, el ex presidente de la Cámara vasca insistió ayer desde Bruselas en que la decisión que tomaron de no disolver el grupo Sozialista Abertzaleak, tras la ilegalización de Batasuna como consecuencia de la Ley de Partidos, fue la correcta porque no es que no quisieran hacerlo, simplemente no podían ir contra las reglas de una Cámara que defienden como soberana.
"No tenemos ninguna duda, hicimos lo que en ese momento entendimos que teníamos que hacer", zanjó ayer sobre un proceso que admite seguirá vivo durante todavía algunos años. "Los más optimistas hablan de dos o tres años pero no hay plazos", añadió sobre el tiempo que pueden tardar en pronunciarse los jueces europeos.
objetivo personal A sus 73 años y fuera ya del circuito político -aunque es el presidente la Fundación Sabido Arana- asegura que lo que les mueve ahora a los tres encausados con la presentación de este nuevo recurso ante el tribunal europeo de derechos humanos es recuperar el honor perdido: "No quiero morir siendo un condenado. (?) Nosotros ya cumplimos la condena, ahora lo que hay que hacer es resucitar al muerto", añadía con ironía. La misma que utilizó también el exvicepresidente de la Cámara y exeurodiputado, Gorka Knörr. "Como dice un dicho francés, la conciencia nunca se equivoca", señaló. - S. Martínez