Zarautz. Fueron las últimas ejecuciones del franquismo antes de la muerte en cama del dictador. A Txiki y Otaegi les juzgaron por un atraco en un banco de Barcelona que terminó con un tiroteo en el que murió el cabo primero de la Policía Armada Ovidio Díaz López. Su hermano Mikel estuvo hasta el último instante junto a él moviendo Roma con Santiago para evitar el fusilamiento. Casi cuatro décadas después sigue velando públicamente por su memoria y reconoce que, cuando llegan estas fechas, le invade una "sensación extraña". Txiki fue reconocido el año pasado como víctima de abusos policiales cometidos entre 1968 y 1978 en un decreto del Gobierno Vasco.

¿Cómo hay que recordar a Jon Paredes 'Txiki'?

Después de tantos años me resulta increíble tener que contestar a esta pregunta. Ha marcado a toda una generación que todavía lo mantenemos en el pensamiento como si hubiera ocurrido hace poco. Fue una parte importante en la vida de nuestra familia y de la sociedad en general, tanto en Euskadi como en España. Hubo mucha gente que se quedó marcada por aquellos hechos.

¿Se sienten suficientemente reconfortados con el reconocimiento del Gobierno Vasco a 'Txiki' y Otaegi como víctimas?

Puedo estar de acuerdo con quien piensa que ese reconocimiento se queda corto. En realidad es así. Pero también pienso que no podemos pretender conseguirlo todo de repente. Si no lo hemos hecho en cuarenta años? El Gobierno Vasco nos ofreció una oportunidad y nosotros pensamos que había que cogerla. La edad te enseña a que hay que dar pequeños pasos para conseguir las cosas y este decreto fue una oportunidad para seguir adelante. Hay que trabajar a la catalana.

¿A la catalana?

Hacen las cosas a la chita callando y con más discreción, pero, como se ha visto con la cadena humana de la Diada, son muy eficaces y consiguen sus propósitos. Las cosas hay que conseguirlas por mayorías. Este es uno de los problemas que tenemos en Euskadi. Tenemos partidos que no se ponen de acuerdo y quizás lo que toca es hacer una gran coalición vasca para plantar cara a los demás. Y si somos mayoría, no pueden hacer nada para parar eso.

¿Esa unidad también sería conveniente de cara al proceso de resolución del conflicto?

No sé por qué no hay puntos de unión. No entiendo a los políticos por qué ponen tantas pegas. Lo puede entender por parte de los partidos de España, pero no en nuestro caso.

¿Cree que el Estado español debería pedir perdón por el fusilamiento de 'Txiki'?

Indudablemente, sí.

¿Y por qué no lo ha hecho?

Porque para ellos lo que se hizo fue correcto y no creen que haya necesidad de pedir perdón. Pero dicho esto, hay que matizar que a veces el perdón no vale de gran cosa, porque el perdón tiene que ser sincero y sentido.

¿El homenaje a su hermano servirá para unir o ahondará las diferencias entre víctimas y entre partidos?

Espero que sea un acto sencillo. Se lleva celebrando desde hace muchos años. Quiero pensar que la gente que acuda lo hará porque piensa que se cometió una injusticia y porque quiere recordar la memoria de Jon. Los que vayan irán de buen grado y buena fe. Si son diez, son diez, pero que vayan porque así lo piensan. En todos estos años mucha gente no ha asistido por diferentes razones, pero les animo a que acudan para recordar la memoria de Jon.

¿Le gustaría que participara gente del ámbito del constitucionalismo español?

Por qué no. Si así lo sienten, estaría bien. También nosotros deberíamos hacer ese esfuerzo con otras víctimas que han sufrido la violencia. Seguramente no nos hemos atrevido a ir a un homenaje porque entre otras cosas no sabes cómo te iban a recibir. Por eso creo que es muy importante el trabajo discreto y silencioso en este asunto para poder ir avanzando.

¿Cree que la izquierda abertzale ha enfriado su apoyo a 'Txiki' tras el reconocimiento de víctima por parte del Gobierno Vasco?

El día en que se aprobó el decreto recibimos casi cerca de treinta llamadas y mensajes de apoyo desde todas partes y todos los sitios. Pero a mi madre no le llamó nadie de la izquierda abertzale. ¿Qué significa eso? Que cada uno saque sus propias conclusiones. Pienso que no les ha gustado pero deberían haber seguido la relación normal. Si ellos piensan así, están en su derecho y yo lo respeto. En este país todavía hay demasiada gente que se calla por lo que pueda decir este o el otro partido.

¿Quedan pendientes muchos gestos hacia las víctimas?

Es indudable que sí, pero no podemos hacerlo a toda velocidad. Se necesita tranquilidad, discreción, no darle demasiada prensa. Es un tema delicado porque la gente que ha sufrido mucho, sobre todo los de la parte contraria, aún desconfía. Mi experiencia me ha enseñado que al menos los que yo he relacionado y ha habido un intercambio, poco a poco nos hemos ido conociendo y hemos hecho un grupo, pero aquellos que no han hecho ese recorrido todavía tienen sus dudas. Y todo eso hay que ir trabajando poco a poco.

¿Hay un trato diferente hacia las víctimas si son de ETA o son de los GAL o de la violencia policial?

Sin duda, y el ejemplo más claro lo estamos viendo estos días con la decisión de la jueza argentina María Servini que ha pedido la extradición de cuatro colaboradores y torturadores durante el franquismo, y ha recibido la negativa de la fiscalía de la Audiencia Nacional. Esto demuestra una vez más el tipo de Estado en el que vivimos, en el que todavía sigue mandando la derechona. Esta es la España actual. Así nadie se puede extrañar que algunas comunidades o naciones quieran marcharse de España. A estos cuatro torturadores no les van a extraditar, porque ya hemos visto qué tipo de justicia tenemos. Quitando un par de jueces que le echan un par de narices, no hay nada que hacer.

Ha tenido que ser una jueza de fuera del Estado la que remueva las aguas del franquismo.

Si hubiera una justicia real en España, lo hubiera movido para poner a buen recaudo a esa gente; se habría investigado y se habría aplicado la ley.

¿Qué papel tienen que jugar las víctimas, los colectivos de víctimas, en el cierre definitivo de la violencia en Euskadi?

Creo que no deben intervenir. Debemos pedir nuestros derechos como víctimas, pero los colectivos tienen a veces más poder que los propios partidos sobre todo en el Estado español. No se buscan soluciones de acercamiento porque algunas de estas asociaciones son tan radicales que impiden esa posibilidad. Nosotros no debemos intervenir en el debate político y en las decisiones de los gobiernos.