ROMA. La ingobernabilidad de Italia dio ayer un nuevo paso hacia su resolución. Después de tres días de votaciones donde los partidos no conseguían ponerse de acuerdo para elegir a un presidente de la República, Giorgio Napolitano aceptó la petición de los grupos para ser reelegido a pesar de que se había mostrado en contra. En sus primeras declaraciones, Napolitano aseguró encontrarse ante "una prueba difícil en un momento crucial" donde el país se tambalea tras dos meses sin conseguir formar un Gobierno. Pero el país no es lo único que se tambalea. También lo hace el Partido Demócrata (PD) cuyo líder, Pier Luigi Bersani, y su presidenta, Rosi Bindi, dimitieron ayer por la división interna que padece esta formación.

Mañana será cuando Napolitano jure su cargo ante el Parlamento donde, además, "tendré el modo de decir cuáles son los términos por los he considerado poder aceptar, con absoluta limpieza, la petición de las fuerzas políticas para mi reelección", anunció el presidente. Unas condiciones entre las que, según apuntan varios medios, estaría un compromiso por parte de los partidos para apoyar un Gobierno de transición que apruebe algunas reformas urgentes.

Y aunque Napolitano no ha confirmado esta teoría, sí que dijo algo ayer que apunta a ello. "El objetivo de mi nuevo encargo será reforzar las instituciones de la República", aseguró el presidente. En esta fase difícil para el país "todos honrarán sus deberes", dijo Napolitano.

larga votación Giorgio Napolitano alargará así, a sus 87 años, su mandato como presidente de la República italiana. Una elección que llegó después de cinco votaciones previas sin consenso en el parlamento y después de que los partidos políticos le rogasen ayer que aceptase volver a presentarse como forma de evitar la total parálisis política en la que se encontraba inmerso el país.

Personas del calibre del exsindicalista Franco Marini y el dos veces primer ministro y expresidente de la Comisión Europea Romano Prodi no lograron ser elegidas en las pasadas votaciones y las fuerzas políticas se encontraron sin soluciones y sin candidatos.

problemas en el pd A esto se unía el cisma que se ha vivido en el Partido Demócrata (PD), que ha sido incapaz de votar en bloque a ningún candidato, lo que provocó ayer la dimisión tanto del secretario general de la formación, Pier Luigi Bersani, como de la presidenta de la formación, Rosi Bindi.

Bersani, cuya dimisión fue efectiva desde ayer tras la reelección del presidente, sacó la última carta de la manga y acudió al Quirinale, sede de la Jefatura de Estado para pedir ayuda a Napolitano en su último gesto de político responsable.

Tras Bersani también pasaron por el Quirinale, entre otros, Silvio Berlusconi, líder del Pueblo de la Libertad (PDL); el presidente del Gobierno en funciones, Mario Monti, y miembros de su partido, Elección Cívica. Ante tanta insistencia y la grave situación de parálisis del país, Napolitano emitió un comunicado en el que aceptaba volver a presentar su candidatura.

La elección de Napolitano se vivió en el hemiciclo con escenas de júbilo y ovaciones, por parte de todos los partidos a excepción del Movimiento 5 Estrellas (M5S) del cómico Beppe Grillo.

Los parlamentarios del M5S apoyaron durante todas las votaciones al jurista Stefano Rodotà, que en el sexto escrutinio logró 217 votos, muchos más de los 159 con los que cuenta la formación liderada por Beppe Grillo.

las movilizaciones Si dentro del Parlamento se veían rostros relajados, fuera, ante el Palacio de Montecitorio, sede de la Cámara de los Diputados, donde se celebran las votaciones, miles de personas se concentraron para protestar contra la reelección de Napolitano.

Se trataba sobre todo de electores del M5S que durante estos días se han concentrado ante el Parlamento para pedir la elección de Rodotá y ayer manifestaron su rabia. El líder del M5S, Grillo, afirmó que con esta reelección del Napolitano se está produciendo "un golpe de Estado" y se sumó por la tarde a la protesta ante el Palacio de Montecitorio.

Napolitano, el "último comunista", como se titula una de sus biografías, había reiterado en numerosas ocasiones que no estaba dispuesto a continuar en la jefatura de Estado, sobre todo por su edad.

Ahora, el presidente tendrá que recoger todas las fuerzas posibles para, tras jurar su cargo mañana, volver a realizar una ronda de consultas para saber si hay nuevas soluciones para formar Gobierno.