Pamplona. UPN se aproxima peligrosamente al abismo de la fractura. Los últimos intentos de acercar posturas no han servido sino para acentuar unas diferencias cada vez más irreconciliables, y que se empiezan a exponer de forma pública. Yolanda Barcina y Alberto Catalán no ocultan sus diferencias, que empiezan a entrar en el terreno de los reproches. "Hay que aparcar las ambiciones personales", llegó a reclamar ayer la presidenta del partido, en clara alusión a su rival.

Era la respuesta de Barcina al intento de mediación planteado por el expresidente Miguel Sanz, que ha vuelto a presentar el acuerdo inicialmente alcanzado por ambos candidatos para su votación en el consejo político que la formación regionalista celebrará el día 22. Un cambio estatutario que cedería todo el poder ejecutivo del partido al vicepresidente, y que aunque inicialmente llegó a aceptar, Barcina rechazó hace ya dos semanas por su "falta de confianza" en Catalán.

Para la presidenta, el planteamiento de Sanz no es sino un movimiento de apoyo al vicepresidente, que intenta hacerle responsable de la ruptura. Así lo hizo constar ayer durante una improvisada visita a Tudela, donde recordó que este acuerdo "ha dado problemas" y que "no vale". "Estoy dispuesta a llegar a acuerdos, pero eso sí, que sean sólidos, sinceros y con confianza", replicó a los proponentes, y por extensión, a Alberto Catalán, que sigue dando por bueno el acuerdo inicial, y que ayer pidió "generosidad" a Barcina. "Cuando se alcanza un acuerdo lo que hay que hacer es cumplirlo, y Alberto Catalán siempre ha cumplido", defendió el vicepresidente en un diálogo cruzado en los medios de comunicación en el que pidió a su contrincante que "priorice el interés general al interés personal".

Sin embargo, tanto Barcina como su entorno entienden que la redacción de las enmiendas no recoge lo acordado, que a su juicio se limita a la cesión del poder orgánico de la formación, y no de la capacidad para dirigir la línea política del partido. Algo que la presidenta considera inasumible, y que hace muy difícil que cualquier nuevo acuerdo contente a las dos partes.

El consejo medirá fuerzas La ruptura es ya un hecho, y salvo un inesperado giro en los próximos días, ambos candidatos medirán fuerzas la próxima semana en el consejo político. Los 232 miembros del máximo órgano del partido deberán decidir si incorporan a la ponencia de estatutos las modificaciones organizativas que convierten la figura del vicepresidente en el depositario del poder orgánico y político de la formación regionalista. La votación servirá sobre todo para medir el pulso del partido solo un mes antes del congreso. Los representantes de UPN en las diferentes instituciones públicas, así como representantes de las 60 asambleas locales que integran la estructura territorial deberán tomar posición en una disputa que amenaza con partir en dos la formación regionalista. El resultado será interpretado en clave de victoria de alguno de los candidatos, lo que puede suponer un impulso importante en el tramo final de la contienda. No obstante, la aprobación de las enmiendas no tiene por qué tener consecuencias directas. Con el plazo de candidaturas abierto, Barcina todavía podría presentar un aspirante a la vicepresidencia de su confianza que compitiera por el cargo con el sector de Catalán.

Presidenta y vicepresidente se preparan así para mes y medio de intensa campaña interna, y en la que la incapacidad para llegar a un acuerdo centra el buena parte del argumentario. Algo en lo que se han esforzado ambos aspirantes, que asumen ya que la disputa es inevitable.