vitoria. Para no ser gallego se le nota bastante morriña de su etapa de alcalde de Donostia. En su tierra era, es, Odón y sentía el látido de los vecinos con sus pequeños problemas y necesidades. En Madrid es Elorza, y se afana en defender las grandes propuestas de un PSOE en caída libre tras la debacle electoral en Galicia y Euskadi y la previsible puntilla en Catalunya el próximo 25 de noviembre. Vive la crisis del socialismo por doble partida: por lo que le toca en Euskadi como afiliado destacado de un PSE que ha salido trastabillado de las urnas; y por su estancia en el Congreso de los Diputados, muy cerca de la calle Ferraz, donde se viven los momentos más críticos de la historia del PSOE.

El socialismo, aquí y en el Estado, está en sus horas más bajas.

Pasamos por una situación de crisis que no es solo consecuencia de los malos resultados electorales que acumula el partido desde 2011. Bajo el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero al frente del Gobierno español, el PSOE no acertó a la hora de prevenir la crisis y de desactivarla actuando sobre la burbuja inmobiliaria. El PSOE en ese periodo tampoco hizo pedagogía hacia la ciudadanía explicando el origen de la crisis, la manera de combatirla, las razones por las que el partido se alejaba de sus compromisos electorales, empezando a aplicar aquel paquete de medidas de mayo de 2010. A esto se sumaría una pérdida de la pasión por la democracia en el Partido Socialista que arranca de más atrás. Cuando digo el PSOE también me refiero en parecida medida al PSE.

¿Cómo piensan salir de esta?

Nos hace falta una reflexión ante los nuevos tiempos para redefinir el proyecto socialista. Es una crisis en profundidad de la que solo saldremos con un ejercicio de autocrítica, muy necesaria para salir de esta travesía en el desierto en la que estamos.

¿Se ha quedado viejo el PSE como ha afirmado Patxi López?

Estoy de acuerdo en que el partido se ha quedado viejo, si por viejo se entiende que el PSE tiene que actualizar su proyecto, dinamizar con más democracia su funcionamiento interno, decidir nuevas estrategias en una Euskadi que ha cambiado mucho por la desaparición del terrorismo, por la crisis económica, por la necesidad de construir la convivencia entre todos, porque este país necesita un gobierno fuerte. Pero esa vejez no es nueva, viene de hace algún tiempo y hay que tomar las decisiones para ponerle remedio lo antes posible.

En el análisis de los resultados electorales, el PSE pasa de puntillas por el pacto con el PP. ¿No cree que les ha pasado factura?

Fue un acuerdo de gobernabilidad que se puede definir como un mal necesario con el que muchos socialistas vascos hemos convivido con incomodidad y de manera forzada. Pero ese acuerdo de bases está ya superado, no representa nada a día de hoy. Tampoco sé si tuvo un efecto cuantitativio en las elecciones, quizá más cualitativo.

¿Entonces cómo se explican que el PSE se haya dejado más de cien mil votos en el camino?

Creo que ha tenido un efecto más cualitativo que cuantitativo, si bien añado que el acuerdo con el PP se podía haber roto antes y desde luego a iniciativa del propio lehendakari y no cuando el PP lo ha querido. Dicho esto, no acepto las críticas que nos ha hecho el PNV en este sentido. Durante la campaña electoral el propio Urkullu dijo que estaba dispuesto a aceptar el voto y el apoyo de cualquier fuerza política, incluido el PP. Por tanto, desde el PNV no se nos puede acusar de ir con el PP después de haber admitido que estaría dispuesto a hacer lo mismo. Tampoco acepto determinadas acusaciones del PNV a Patxi López en el sentido de que intentó ridiculizarle porque gobernaba con 25 parlamentarios. Ahora todo apunta a que el PNV va a gobernar con tan solo dos escaños más, no hay mucha diferencia. Otra cosa es la capacidad de negociación que pueda tener cada uno.

Tras el batacazo electoral, ¿es Patxi López la persona adecuada para liderar la renovación?

Ahora toca el debate de las ideas y las propuestas, no es el momento del debate sobre las personas. No hay vacío de poder en el Partido Socialista, por más que a mí no me gustara nada el congreso de Sevilla en el que se perdió la oportunidad de hacer una catarsis, una autocrítica y una renovación. Pero aquel cónclave tomó una decisión a favor de Alfredo Pérez Rubalcaba y, por tanto, no se debe debatir sobre esa cuestión. Hay que hacer hincapié en las ideas y en la necesidad urgente de poner fecha a la convocatoria de una conferencia política y orgánica para que podamos resolver una serie de lagunas estratégicas del PSOE a nivel estatal. Hace unos días entregué al partido un documento con 16 propuestas con medidas para abordar la regeneración de la política y avanzar en la mejora de la calidad de la democracia, al igual que el debate sobre una alternativa económica a la crisis creíble y rigurosa. No es el momento de debatir sobre aspiraciones de poder de unos y otros, sería inoportuno.

Da la sensación de que Rubalcaba no controla la situación.

Estamos en un momento de un liderazgo colectivo por parte del Partido Socialista. En política es necesario que haya líderes, pero ante un debate de ideas pendiente, no toca. Rubalcaba lo que tiene que hacer y está haciendo es organizar ese debate de una manera abierta y en ello están trabajando también personas como Ramón Jáuregui.

¿Urgen unas primarias para acabar con esta situación aparentemente caótica?

Necesitamos unas primarias abiertas, pero se pueden abordar perfectamente en la primavera del año que viene en la que se celebrará la conferencia. Entonces estableceríamos el calendario de las primarias abiertas que deberían celebrarse dentro del 2013. Pero la crisis del Partido Socialista no se va a superar con unas primarias. Lo que nos va a sacar de esta situación y de esta pérdida de credibilidad es un nuevo proyecto político, clarificar nuestra identidad política, nuestra estrategia.

La ola soberanista de Catalunya ha evidenciado que el PSOE no tiene claro qué modelo territorial de Estado pretende.

Ese debate también está pendiente. Con la excusa de la crisis el PP ha retomado un discurso centralista y recentralizador que pretende poner en cuestión la estructura territorial de la España autonómica y plurinacional. Todo eso afecta al Partiado Socialista, como también lo ha hecho la petición de una parte del pueblo de Catalunya, y sobre todo Artur Mas, de un referéndum para alcanzar al independencia. Estos factores nos obligan a revisar nuestros planteamientos también en este tema. Además es evidente que dentro del PSOE hay distintas sensibilidades sobre esta cuestión, pero no ahora sino siempre.

¿Ha sido racano el PSE con el autogobierno? ¿Debería haber sido más ambicioso y apostar por la consulta, como hace ahora el PSC?

Podría ser más ambicioso en el plano doctrinal incorporando para cuando realmente se pueda poner en práctica la propuesta que ya he formulado de la consulta popular democrática, pactada y legal- para conocer realmente la voluntad de la ciudadanía vasca en torno a cómo quiere que sea su futuro. Si es verdad o no que hay una mayoría independentista en Euskadi, que yo personalmente creo que no. En todo caso, lo vamos a debatir en el próximo congreso del PSE (previsto para comienzos de 2013).

¿Cuándo y cómo debería realizarse esa consulta?

Es una locura defender una consulta para el año que viene o el siguiente. Esa consulta debería realizarse en un tiempo en el que ya se ha producido la disolución de ETA, por tanto sin sospecha de ninguna tutela de ETA sobre la opinión o la voluntad de la ciudadanía vasca. Mientras la crisis siga latente en Euskadi, y lamentablemente va a durar unos años, creo que todos nuestros esfuerzos debieran centrarse en el combate contra la crisis y no abrir o reabrir heridas y provocar fracturas sociales con planteamientos de consultas, referéndums o autodeterminación. A medio plazo, esa cuestión debe ser debatida en el Partido Socialista, dejando claro que nosotros no somos independentistas ni soberanistas. Desde una posición estrictamente democrática, deberíamos saber asumir ese debate en un contexto adecuado que no es el actual.

Llegado el caso, ¿la consulta debería ser vinculante?

Prefiero no entrar en los detalles, porque nos podemos perder. Prefiero entrar en el principio democrático de que una consulta ciudadana pactada, legal, por la vía de una ley orgánica aprobada en Las Cortes es un planteamiento democrático que, cuando desaparezcan ETA y la crisis, pudiera formar parte de la doctrina política del PSE y actuar en consecuencia.

El anunciado adiós de Jesús Eguiguren, la salida de la primera línea del PSE de Gemma Zabaleta, le deja a usted casi en solitario como exponente del vasquismo en el partido.

El partido es más rico en la medida que acoja en su seno posiciones y sensibilidades diferentes. Si el PSE o el PSOE quiere representar y dar cauce y participación a una mayoría de progreso, una mayoría que será plural y variada, deberían recoger esa pluralidad también dentro del propio partido. El que no estén en primera línea Jesús Eguiguren o Gemma Zabaleta no favorece la riqueza del debate del PSE. Es una pérdida de calidad que estas personas no estén en primera línea, pero confío en que sigan generando ideas y aportando reflexiones en el debate interno o desde sus ámbitos profesional o intelectual para que la corriente... vasquista, sí vasquista, y de izquierdas permanezca y crezca dentro del PSE. Lo contrario sería malo para el partido, entraría en una atonía y sería poco creativo y aburrido.

Más allá de lo que usted representa, ¿hay relevo para el vasquismo en el PSE?

Se verá en el próximo congreso.

¿Plantearán batalla?

Ya veremos. Desde luego, lo que no hará falta en ese congreso serán propuestas muy trabajadas y muy bien defendidas. Lo garantizo, por coherencia.