Vitoria. Cosechar el apoyo de hasta el último votante que se sienta "vasco y español" para capitalizar así la lucha contra el "desafío independentista" que ven en ciernes. Ése es el único objetivo del PP para este rush final hacia unas elecciones que no se cansa en definir como "cruciales". Como más importantes que ninguna otra. Y ante ese contexto, no vale la pretendida moderación de un PNV lanzado hacia la independencia ni la indefinición de un PSE "cobarde" y plegado al nacionalismo. La "única garantía de estabilidad" es el PP.
Ése es al menos el cuadro que ayer dibujaron a cuatro manos Antonio Basagoiti y el presidente español, Mariano Rajoy, de visita en Vitoria para impulsar en esta carrera a su compañero de filas poniendo el acento en Álava; el territorio donde los populares son más fuertes. Al que apelan y en el que confían para, conscientes de que no tienen ni una posibilidad real de ganar las elecciones, obtener al menos la fuerza que les deje "condicionar" la política vasca.
"Condicionar" al lehendakari Ésa era evidentemente la clave por la que ayer pasaba su mensaje de campaña. Y Basagoiti la expuso de una y mil formas para grabarla a fuego en la conciencia del votante no abertzale que aún tenga dudas sobre el sentido de su voto. En las próximas elecciones "está en juego el equilibrio del País Vasco" porque se decide entre "la garantía de la democracia, del estatuto de Gernika, o la bronca, el lío Cataluña y Batasuna". "Lo importante es que las decisiones del Parlamento Vasco las determine, decida y condicione el PP y que no lo haga Bildu o Batasuna", reiteró una y otra vez, antes de rematar concluyendo que "si la mayoría que salga de las elecciones es condicionada por el PP, la balanza tenderá al equilibrio, la normalidad, la estabilidad y a un País Vasco en el conjunto de España". Un PP fuerte "servirá para tranquilizar la política vasca y española", apuntilló. De lo contrario, se tomará "el camino desbocado del nacionalismo en Cataluña" dejando el futuro "en manos de quienes comparten ese objetivo de ruptura e independencia", advirtió intenso.
"El deber" del voto Para aquilatar esta apuesta, el PP busca "movilizar" al electorado constitucionalista y minar el caladero socialista. Y a ello se lanzó el presidente español, Mariano Rajoy, que, respaldado por los cientos de militantes populares que ayer llegaron a Vitoria desde toda España en más de una veintena de autobuses, cuyo apoyo agradecieron los protagonistas -"os queremos, os necesitamos", les transmitió Iñaki Oyarzábal, que incluyó en su discurso al menos medio centenar de apelaciones a "España"-, llamó "al 51%" que no se declara independentista a "que cumpla con su deber". A que acuda a votar y vote PP, que es "el de siempre", dijo. El de la Constitución y el que garantiza, llegó a decir, "la permanencia" de Euskadi en Europa. "Lo nuestro es el País Vasco, vasco y español. Lo de los demás, ya ni lo sé", espetó, cerrando el embate contra un PSE al que volvió a reprochar no haber sabido aprovechar el "generoso apoyo" que le brindó su partido para llegar a Ajuria Enea.
Complacido, Basagoiti aseguró que su presidente hará frente al "desafío independentista" con la misma "responsabilidad" con la que combate la crisis. Y la sempiterna situación económica se hizo carne en los discursos. "La herencia es la que es", dijo por enésima vez desde su llegada al poder Rajoy, si bien prometió a renglón seguido "no hablar más de ella".
Los populares saben que su gestión en este campo les está pasando factura y pueden mermar su apoyo electoral, pero ayer pidieron que los electores tengan "plena confianza" en que lo que hace Rajoy pondrá las bases de la recuperación. Y así, con Oyarzábal y Javier Maroto manteniendo el pulso alavés -"clave" en los resultados, reiteró Basagoiti- Rajoy pidió "estabilidad política" y "unión" para salir de la crisis. "Quienes juegan a lo contrario están haciendo un enorme daño a su país", reprochó a los nacionalistas.
El fin de ETA Por último, casi de refilón, el líder del PP se permitió protagonizar la que sería la única referencia en todo el acto a la búsqueda de la vía que ponga el punto final en la historia de ETA. Lo hizo al definir los objetivos de la legislatura y de forma escueta; fiel a un inmovilismo que subrayó, quizá para superar la crisis que la puesta en libertad de Iosu Uribetxebarria le ha supuesto incluso a nivel interno: "Que ETA se disuelva. No hay nada que negociar; sólo aplicaré la ley", cerró rotundo.