Vitoria. ¿Cómo ve evolucionar la situación actual UNESCO Etxea?

La mejora de la situación política y la renuncia a la violencia por parte de ETA hace que el contexto sea mucho más favorable al respeto de los Derechos Humanos porque la violencia directa contra las personas es una de sus principales y más graves violaciones.

¿Sigue existiendo la especificidad vasca en el ámbito del respeto a los Derechos Humanos?

No estoy seguro si en el respeto de los derechos fundamentales, pero sí creo que, en la cultura de los Derechos Humanos, Euskadi sigue teniendo unas necesidades muy específicas evidentes que tienen que ver con la memoria, con los derechos de las víctimas -de todas las víctimas, no solo de las de ETA-, y creo que la sociedad y las instituciones están reaccionando. Sobre todo en el último año desde la declaración del cese definitivo de la violencia de ETA, desde el que se han dado pasos importantes.

UNESCO Etxea prefiere hablar de "oportunidad", más que de dificultades o de estancamiento...

Sin duda, sin duda. Estamos en un momento en el que se dan condiciones sociales que hace bien poco no se daban para compartir un mínimo entre la inmensa mayoría de la sociedad vasca, y que ese mínimo esté construido sobre la base del todos los Derechos Humanos para todas las personas. Esto, que parece tan sencillo y evidente, antes no era posible y ahora sí lo es.

En más de una ocasión han hablado del Derecho a la Paz. ¿Tenemos ese derecho? ¿Cómo se avanza hacia él, o cómo se concreta?

El Derecho a la Paz es lo que los técnicos llaman un derecho de síntesis, porque recoge y aglutina otros derechos al tiempo que es condición para el disfrute de estos. En una situación de conflicto no hay respeto a los Derechos Humanos. En este sentido, el Derecho a la Paz es la culminación o uno de los vértices que hacen posible una cultura de Derechos Humanos. Pero esta pregunta es muy pertinente, porque en este momento la comunidad internacional no tiene instrumentos suficientes para hacer efectivo el cumplimiento de este derecho. Y hablar de Derechos Humanos cuando no hay instrumentos suficientes para su aplicación puede ser contraproducente. Así que hablemos del Derecho a la Paz más como una aspiración que como una realidad.

¿Así debemos empezar a entender también otros derechos como el derecho a la educación y sanidad gratuitas o a una vivienda digna, como una mera aspiración?

No, no, no,... Es muy distinto. Naciones Unidas ya ha establecido una elaboración técnico jurídica aceptada por la comunidad internacional que establece qué obligaciones corresponden al Estado en su cumplimiento. Y la inmensa mayoría pasan cada ciertos años por el comité de derechos sociales y económicos para dar cuenta. Es evidente que la durísima crisis que estamos viviendo y las medidas que las distintas instituciones toman para reaccionar ante ella están haciendo mella en derechos importantes económicos, sociales y laborales que hasta ahora pensábamos consolidados para siempre y ahora vemos que por desgracia no es así. En momentos de crisis tenemos que saber que no todo es posible, y por lo tanto, que hay que priorizar, si bien esto no puede ser ajeno a un enfoque de Derechos Humanos. Hay que priorizar teniendo en cuenta los derechos sociales, económicos y laborales, y eso significa pensar en derechos pero también en las responsabilidades de cada uno. Los Derechos Humanos nos tienen que marcar un mínimo de protección a los más indefensos, por debajo del cuál una sociedad democrática puede llegar a perder su legitimidad.

Pero, ¿comparte la sensación de que ciertos derechos que se creían intocables están hoy amenazados?

Sí. Y esto es bueno porque nos enfrenta con nuestras propias responsabilidades. Si no hay una comunidad civil internacional consciente de que la cultura de Derechos Humanos es un logro que requiere de permanente trabajo, vigilancia y mimo, los entenderemos como una concesión, como algo muerto, cuando son algo vivo que debe ser cuidado permanentemente. Y creo que estamos en un momento en el que determinados logros, si no estamos muy atentos y trabajamos por ellos, estamos muy cerca de ver cómo dan pasos atrás.

¿Qué parte de ese trabajo de vigilancia queda en manos de la ciudadanía? ¿Cómo se puede evitar desde la calle esa marcha atrás?

Necesitamos una sociedad formada, informada y crítica que reaccione a tiempo con un equilibrio entre el espíritu crítico y la responsabilidad ante la situación de su entorno.

Para orientar el avance en estos ámbitos existen los planes de Derechos Humanos. ¿Cuáles deben ser a su juicio sus ejes prioritarios de actuación en Euskadi?

En Euskadi ha habido un plan que terminó en 2011 y esperemos que en breve sea evaluado para elaborar uno nuevo. Aquél estuvo centrado en la deslegitimación de la violencia y la normalización política. Ahora necesitamos uno que se adapte a la nueva situación y añada los avances que hemos vivido, pero también incorpore a esto una lectura de los Derechos Humanos más amplia en la que quepan los derechos sociales y económicos de los que estábamos hablando, así como otras realidades de derechos civiles y políticos más amplias.

¿Qué sugiere UNESCO Etxea?

Que las iniciativas -todas buenas pese a los matices-, que está habiendo no fueran independientes, sino que estuvieran en un marco conjunto que les diera un sentido. Para eso ha sido creada la idea de Plan de Derechos Humanos, que en un momento tuvimos en nuestro país y que en éste sería bueno no perder.