londres. El caso de las escuchas ilegales vuelve a rondar al primer ministro británico, David Cameron, después de que su ex jefe de prensa fuese imputado por perjurio y su ministro de Cultura admitiese ayer favoritismo hacia los Murdoch.

En su comparecencia ante la comisión que investiga la relación entre políticos y periodistas, el ministro de Cultura, Jeremy Hunt, defendió ayer su capacidad de juzgar la oferta de compra que Rupert Murdoch lanzó en 2010 sobre el canal de pago BSkyB pese a multitud de mensajes, de ánimo o informativos, que intercambió con miembros de su equipo.

Hunt aseguró ante el juez Brian Leveson que su imparcialidad sobre esa opa, finalmente retirada por el magnate en julio de 2011 tras el estallido del escándalo de las escuchas en uno de sus periódicos, no se vio socavada por el hecho de que privadamente la apoyaba.

Durante su comparecencia ante la investigación creada a raíz de ese caso, admitió que había intercambiado mensajes y se había reunido con James Murdoch, hijo del empresario, y otros ejecutivos de News Corporation antes y después de ser designado supervisor de la operación de compra.

Cameron, que hasta ahora ha defendido la integridad de su ministro de Cultura -a cargo de los Juegos de Londres-, deberá explicar en una próxima comparecencia su decisión de nombrar a Hunt para juzgar esa polémica transacción.