Vitoria. El jefe militar de ETA, Oroitz Gurrutxaga, y su lugarteniente, Xabier Aranburu, estaban circulando el domingo por Cauna (Francia) armados, en un vehículo robado y con la matrícula falsa, y con la intención de celebrar citas para reclutar nuevos miembros. Así lo fue asegurando el Ministerio del Interior a través de sucesivas píldoras informativas en las horas posteriores al arresto. Sin embargo, el consejero vasco de Interior, Rodolfo Ares, tiene claro su diagnóstico sobre la actualidad de la banda: "Toda la información de la que disponemos confirma que ETA ha abandonado todas las actividades terroristas".

Preguntado en los pasillos del Parlamento Vasco sobre el operativo conjunto de las policías española y francesa, Ares dijo que si los dos activistas tenían el objetivo de captar nuevos miembros, esta pretensión no iba "más allá de la infraestructura para mantenerse en la clandestinidad". Por ello, opinó que la conclusión más importante de los arrestos es que "la declaración de ETA de abandonar las actividades terroristas no implicaba que las policías dejaran de hacer su trabajo". Por tanto, "las diversas policías seguirán con la guardia alta, y cada vez que tengan localizadas a personas que forman parte de ETA o que tienen causas pendientes con la justicia, serán detenidas".

Una interpretación muy diferente defendió ayer el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, quien aseguró que la operación demuestra que ETA tiene "una estructura larvada en la clandestinidad". Según él, "tendrán que ser los etarras los que expliquen por qué si han decidido dejar definitivamente su actividad terrorista se niegan a disolverse, y no sólo eso, sino que sus miembros van armados, roban vehículos y utilizan documentación falsa". Se preguntó "qué credibilidad tiene" la banda si obra de este modo tras anunciar que "va a dejar de actuar para siempre", y aseguró que ETA "va a ser disuelta por las buenas o por las malas".

De este modo, Jorge Fernández Díaz insistió en la línea de dureza asumida por el Gobierno de Mariano Rajoy, caracterizada por la exigencia de la disolución definitiva de ETA, la negativa a emprender cualquier vía de negociación y el enrocamiento en el Plan de Reinserción de los presos auspiciado por el Ministerio del Interior.

Todo ello coincidiendo con la visita a Euskadi del Grupo Internacional de Contacto -las detenciones fueron utilizadas ayer como argumento por dirigentes políticos como el presidente del PP en la CAV, Antonio Basagoiti, o el propio Fernández Díaz, para desacreditar a los de Brian Currin- y con la reunión que mantendrán hoy en Madrid el ministro del Interior y su homólogo francés Manuel Valls. Por descontado, las operaciones policiales contra ETA será uno de los asuntos a tratar en el encuentro.

Las diferentes interpretaciones no se limitaron a los titulares español y vasco de Interior, y también fueron apreciables entre las autoridades francesas y españolas. Así, mientras la Policía gala sitúa a los dos arrestados en una célula encargada del control de los zulos de la banda, el Ministerio que dirige Jorge Fernández Díaz les atribuye las más altas responsabilidades en el aparato militar. Más aún, el propio ministro aseguró ayer, en el transcurso de una visita a Tánger, que Xabier Aranburu fue "en su día" lugarteniente de otro jefe militar de ETA, nada menos que Garikoitz Aspiazu, Txeroki.

causas pendientes Llama la atención que Oroitz Gurrutxaga, de 30 años de edad y a quien el Ministerio del Interior apunta como el nuevo jefe militar de ETA, tenga sólo tres causas pendientes en la Audiencia Nacional, ninguna de ellas por delitos de sangre -dos son por pertenencia a banda terrorista y otra por actos de kale borroka-, cuando el propio Txeroki acumulaba 22 causas en el momento en el que fue arrestado en noviembre de 2008 en la estación de esquí de Cauterets, también en Francia.

Fuentes jurídicas de la Audiencia Nacional valoraron que este hecho demuestra la debilidad en que se encuentra la banda terrorista y la rapidez con que los militantes de la kale borroka alcanzan su cúpula. Tanto Gurrutxaga como Aranburu permanecían ayer en las dependencias de la comisaría de Baiona a la espera de ser trasladados a la capital de Francia para ser puestos a disposición judicial.