Vitoria. El viceconsejero de Interior, Miguel Buen, aseguró que este Departamento había permitido la instalación de ocho cámaras en las proximidades de la calle María Díaz de Haro donde falleció Iñigo Cabacas, a las que había que sumar otras dos que portaban los propios agentes tal y como suele ser habitual en este tipo de acciones de los antidisturbios. Sin embargo, en la comparecencia que Buen, Ares y el jefe de la Ertzaintza, José Antonio Varela, protagonizaron ayer en el Parlamento Vasco no hubo material audiovisual alguno. El consejero lo achacó a la "celeridad" con la que había querido comparecer, a petición propia, en la Cámara vasca.

Estas supuestas imágenes pueden ser determinantes para descubrir con claridad qué ocurrió en esa zona de Bilbao durante los altercados en que Cabacas perdió la vida, un episodio que según relató ayer el director de la Policía, comenzó entre las 23.27 y 23.29 horas con varias llamadas a SOS Deiak solicitando recursos policiales y sanitarios como consecuencia de "unas agresiones".

A las 23.34 horas llegaron, siempre según las declaraciones de Varela, una patrulla de Seguridad Ciudadana y dos furgonetas antidisturbios al lugar de los hechos. Los agentes recibieron el lanzamiento de objetos y se produjo la primera detención de las cuatro con las que se ha saldado hasta ahora este caso -una de ellas también esa misma noche y las dos restantes seis días después-. Las dotaciones, explicó Varela, se encontraron con una "gran aglomeración de personas en la plazoleta de la taberna Kirruli, grupos que manifiestan una actitud violenta y un evidente estado de embriaguez en muchos casos".

Ante la "persistencia" de las llamadas de auxilio, tres "recursos" antidisturbios distintos a los anteriores se desplazaron hasta ese punto donde, al parecer, también fueron recibidos con el lanzamiento de diversos objetos. "Ante dichas agresiones, los agentes se parapetan tras las furgonetas y se ven obligados a utilizar el material antidisturbios".

En esta somera narración de lo ocurrido la noche del 5 de abril en Bilbao, el responsable policial matizó que la distancia más corta desde la que se pudieron producir algunos de los disparos al lugar donde se encontraba Cabacas "no es inferior a 22 metros", por lo que se desprende que "no se disparó a bocajarro".

En relación a estas disquisiciones sobre la distancia en la que se efectuaron los disparos, los poco más de 20 metros que Varela situó como límite se quedan cortos frente al protocolo de actuación en el uso de material antidisturbios de la Policía y la Guardia Civil, que prohíbe disparar pelotas de goma a menos de 50 metros de los manifestantes.

En este caso, al igual que explicó Varela que ocurre con la Ertzaintza, las instrucciones a los agentes son que apunten de cintura para abajo o incluso hacia el suelo, para minimizar así los daños físicos por un posible impacto.

"Forcejeos" En la jornada de ayer se repitieron las concentraciones en recuerdo de Iñigo Cabacas. En uno de estos actos, la Ertzaintza identificó a seis personas tras un altercado al considerar que se estaba desarrollando una concentración no comunicada en el exterior del Palacio de Justicia de Bilbao.

Los colectivos protagonistas del acto explicaron que en el momento en que estaban ofreciendo la rueda de prensa, la Ertzaintza les dijo que no podían permanecer en ese lugar. Ellos dijeron que era cuestión de "minutos" y a continuación se produjeron los "forcejeos".