cON la muerte del máximo jefe de las FARC en los últimos tres años, Guillermo León Sáenz, alias Alfonso Cano, esta guerrilla colombiana afronta un camino incierto que la puede exponer a una oleada de deserciones y a una caída de la moral de la tropa. Desde 2008, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han perdido a su fundador y líder histórico, Manuel Marulanda Vélez o Tirofjo, por una supuesta afección cardíaca; a su portavoz internacional, alias Raúl Reyes, en un bombardeo a un campamento en Ecuador; al que fuera su jefe militar, alias Mono Jojoy, en otro operativo militar; y a Iván Ríos, asesinado por otro guerrillero.

Todos ellos eran miembros del Secretariado del Estado Mayor Central de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) e integraban las filas de la guerrilla más antigua de América y la mayor de Colombia desde hacía treinta años. "Las personas más duras de las FARC hasta la muerte del Mono Jojoy podían tener un reemplazo pues estaba Cano. Pero en esta ocasión les va a tomar dos o tres semanas fijar un sustituto y corren un riesgo de fractura y de una desbandada muy grande", observó el politólogo Fernando Giraldo. Según Giraldo, profesor de la Universidad Javeriana de Bogotá, la muerte de Guillermo León Sáenz, nombre real de Alfonso Cano, puede tener un efecto desmoralizador en las filas de la guerrilla, hasta el punto de que pueda "incrementar la deserción".

"Es un golpe muy duro a la entraña de las FARC, y va a minar la moral de los integrantes (de la guerrilla)", coincidió el defensor del Pueblo colombiano, Vólmar Pérez, al anunciar que desde ese organismo se propiciarán "los espacios para quienes quieran regresar a sociedad". Además, vio claro que con la pérdida de otros históricos se "ha destruido el mito de la invulnerabilidad del jefe de las FARC" y por eso, sólo les queda "encontrar caminos para buscar un camino de paz con el Gobierno nacional". Para el expresidente Andrés Pastrana (1998-2002), quien durante su Gobierno buscó un acuerdo con el grupo guerrillero que le llevó incluso a la desmilitarización de un área de 43.000 kilómetros cuadrados en el sur del país, las FARC tendrán que pensar en la desmovilización. Pastrana propuso que la guerrilla colombiana siga el ejemplo de la organización terrorista ETA, que el pasado 20 de octubre anunció el cese definitivo de la actividad armada que pone fin a 43 años de violencia en España. La incertidumbre llega de la mano de los posibles candidatos sucesores: Timoleón Jiménez, alias Timochenko; Luciano Marín Arango, alias Iván Márquez; y Milton de Jesús Toncel, alias Joaquín Gómez, de quienes -según Giraldo- no se conoce su paradero exacto.

"Quien asuma el mando debe ser una persona cercana a la zona donde cayó Cano, que es la zona del Cauca y del Tolima, que es donde está más consolidada la presencia de las FARC", opinó el analista político al resaltar que un aspirante al mando que venga de otro lugar "no va a hacer una buena conducción del orden militar".

Sin embargo, según Ariel Ávila, coordinador del Observatorio del conflicto de la Fundación Nuevo Arco Iris, la sucesión se la disputan Timochenko e Iván Márquez.

Dijo también que mientras el primero sería el siguiente en la lista de sucesión, al tratarse del miembro más antiguo del mando central, "al parecer van a nombrar a 'Iván Márquez'", que aunque se unió a las filas subversivas un poco más tarde tiene un perfil político más afín al del desaparecido Cano. Por su parte, los exsecuestrados y familiares de cautivos por las FARC consideraron que la muerte de Cano es una señal de que se acerca el fin de la guerrilla. "Es el final de una historia muy grande en la vida de la guerrilla, y parece que ese final esta acompañando a los dirigentes de las FARC", señaló la excongresista liberal Consuelo González Perdomo, quien pasó casi ocho años secuestrada y fue liberada en enero de 2008 junto a la excandidata a la Vicepresidencia, Clara Rojas. En términos similares se expresó Sigrifredo López, el único superviviente de un grupo de doce diputados del departamento del Valle del Cauca que fueron hechos cautivos en 2002, ataque que el mismo Alfonso Cano planeó como ideólogo.