LOS candidatos del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, y del PP, Mariano Rajoy, protagonizarán mañana el quinto gran debate electoral de la democracia, enfrentamiento que despierta, en principio, menor expectación que los anteriores por la amplia distancia que separa a los dos partidos en las encuestas.
En 1986 Felipe González rechazó la propuesta que le hizo su principal adversario, Manuel Fraga, y en sucesivas convocatorias electorales fue imposible alcanzar un acuerdo. Hubo que esperar a 1993, cuando el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) vaticinaba un empate técnico entre el PSOE y el PP, para que se encendiera la fiebre por los debates. Entonces, González aceptó enfrentarse en televisión a José María Aznar, se abrió la veda y ante los espectadores debatieron parejas dispares como el entonces ministro del Interior José Luis Corcuera con un Alberto Ruiz Gallardón candidato al Senado. En 1993, fue Manuel Campo Vidal el encargado de moderar el primer debate entre González y Aznar en Antena 3 -después habría un segundo en Telecinco- y, con el tiempo, el periodista aragonés se ha consolidado casi como el "moderador oficial" de debates: con el de mañana, serán tres de cinco. Ya en 1993, como ahora, PSOE y PP negociaron todos los detalles del debate, desde quién llegaba antes al estudio, a la temperatura de 20 grados para evitar el sudor, el color de fondo, la altura de las sillas, la prohibición de planos cortos o perfiles, así como la ausencia de público. Según la mayoría de las encuestas, el vencedor de ese primer encuentro fue Aznar, que eligió un tono agresivo y se centró en atacar a González con el paro y la corrupción. El lunes siguiente, en Telecinco y con Luis Mariñas como conductor, volvieron a verse las caras en un clima más tenso y crispado. Tal vez con la lección aprendida, lo ganó "a los puntos" el candidato socialista. Quizá porque se esperaba esa revancha, la audiencia aumentó hasta los 10,5 millones de telespectadores.
En 1996 el PP partía con ventaja en las encuestas y aceptó la propuesta de IU de celebrar un debate a tres incluyendo a Julio Anguita. Finalmente, Aznar rechazó el cara a cara con González que planteaban los socialistas. En la convocatoria de 2000, con el PP aspirando a la mayoría absoluta, Aznar volvió a rechazar un enfrentamiento con el entonces líder del PSOE, Joaquín Almunia, oposición que mantuvo Mariano Rajoy en 2004 contra José Luis Rodríguez Zapatero. En 2008, cuando el CIS situaba al PP a menos de dos puntos del PSOE, Zapatero aceptó debatir con Rajoy. La estructura encorsetada de los encuentros, de noventa minutos de duración, hizo que los dos candidatos apenas dialogaran entre ellos y que, prácticamente, se limitaran a formular sus monólogos ante las cámaras.
Aunque lo que quedó grabado en las hemerotecas fuera "la niña de Rajoy", a la que el candidato del PP se refirió para personalizar sus anhelos para la sociedad española, y la cinematográfica despedida de Zapatero de la audiencia, su ya famoso "buenas noches y buena suerte".