BILBAO. El presidente del PP y, según las encuestas, próximo presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, pasó de puntillas ayer sobre la cuestión del final de ETA durante la Convención Nacional que su formación celebra estos días en Málaga. Tras recordar a José María Martín Carpena, asesinado por la banda armada en la ciudad andaluza hace once años, el dirigente popular hizo una sola alusión a la lucha antiterrorista al recalcar que perseguirá el fin del terrorismo y la preservación de "un relato que no permita falsas equidistancias".
Ni una mención a cómo ha de abordarse el final de ETA, la política penitenciaria, la verificación del proceso. Ni siquiera una crítica a la actuación del Gobierno español en esta materia, o al Ejecutivo vasco. Tampoco hubo alusión alguna a Amaiur, Bildu, Batasuna o la izquierda abertzale en general. Todos estos temas han desaparecido del discurso de Rajoy, pese a ser el principal estilete de su partido contra el Ejecutivo de Zapatero durante todo su mandato.
En esta cuestión, Rajoy ni está ni se le espera. Al menos hasta el 20-N. Durante toda la legislatura que ahora toca su fin, no ha salido de su boca una sola propuesta contra la crisis ni fuera ni dentro del Congreso, pese a sus furibundas críticas contra las políticas económicas y de ajuste del Gobierno español. Ha optado por esperar a que caiga la breva mientras pasaba por delante de la higuera. Callado, sin proponer alternativas y sin adquirir compromisos (salvo el pacto con el PSOE para aprobar la reforma exprés de la Constitución española), Rajoy ha evitado meterse en charcos que pudieran lastrar su carrera electoral hacia el 20-N y que le pudieran condicionar su futuro como presidente del Gobierno.
Calla, pero está por ver hasta dónde otorga en lo relativo al final del problema vasco. Las presiones desde su partido, empezando por el propio José María Aznar, y desde grupos de presión (algunas organizaciones de víctimas y del mundo policial y del ejército) son importantes, aunque una vez en el Gobierno podría despojarse de ellos no colocándolos en las lindes de su gabinete y de la primera línea de la acción parlamentaria. La opción de pasar a la historia del Reino de España como el presidente que echó el cierre a ETA es muy tentadora incluso para Rajoy.
Pero para que ese escenario pueda darse, previamente tiene que poner de su parte y remar sigilosamente en la dirección de apuntalar la desactivación de ETA. Según ha podido saber este periódico de fuentes solventes, en las últimas semanas sus contactos con destacados líderes de partidos vascos se han intensificado para tratar sobre el final de la banda armada. En este contexto se sitúan los encuentros o cruce de mensajes telefónicos entre PNV y PP que se han multiplicado en los últimos tiempos.
Los contactos también se han producido con dirigentes de su partido en la CAV, que le han trasladado el interés de algunos mediadores y agentes internacionales por establecer contacto directo con el presidente del PP. En dichos mensajes se han llegado incluso a cruzar reflexiones sobre el momento político y la situación del proceso.
Al calor de los acontecimientos que se precipitan en torno a ETA, en los últimos días el PP de la CAV ha operado un cambio de registro. Antonio Basagoiti ha hecho acuse de recibo de los últimos movimientos, así como del anuncio de Patxi López ante el Parlamento de apostar por un acercamiento de los presos de ETA. El vértigo de quedarse fuera de juego, anclado en discursos pasados, puede más que las inercias del pasado y algunas presiones.
Los populares de la CAV han modulado en pocos días el tono de sus mensajes a la hora de referirse a esta cuestión. Aunque solo sea en privado o lejos de Euskadi, como lo hizo el portavoz parlamentario vasco Leopoldo Barreda en una entrevista a Castilla-La Mancha Televisión el pasado miércoles. Preguntado por la propuesta de López, de acercar a los presos de ETA, reconoció al lehendakari un mayor conocimiento de la realidad vasca. "Una cosa es hablar desde Toledo y otra desde el propio País Vasco". Una música diferente a la de otros tiempos, como también la siguiente frase: "si se consigue que nunca más haya extorsión y asesinatos, el beneficio a conseguir es tan grande que tratar de sacar tajada política resulta mezquino". Los movimientos pueden provocar el viraje del PP que gobernará, previsiblemente, en Madrid y cogobernará en la CAV. A no ser que Rajoy sucumba a la fascinación de Aznar y opte por acabar con ETA buscando la detención del centenar de activistas que mantiene y que los servicios secretos español y francés aseguran tener controlados. Una sola chispa podría encender los fuegos del pasado, después de casi dos años apagando las llamas.