Ginebra. El Gobierno de Siria cerró ayer la puerta a la comisión independiente aprobada por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU para investigar presuntos crímenes contra la humanidad en la represión de las protestas opositoras y rechazó tajantemente recibir lecciones de Occidente en esta materia.
El viceministro de Exteriores, Faisal Mekdad, no hizo ni una sola concesión ante el Consejo de Derechos Humanos. Se centró en denunciar "una conspiración internacional" contra el régimen de Bacher al Asad y en asegurar que las reformas democráticas están en marcha.
Mekdad calificó las manifestaciones contra Al Asad como "ataques criminales contra la nación por parte de grupos terroristas". Asimismo, descartó "cualquier posibilidad inmediata o cercana de colaboración con la comisión" investigadora del Consejo y explicó que se autorizará su entrada en el país "cuando termine el terrorismo".
Desde el terreno, Al Asad acusó a Turquía de enviar armas a grupos opositores y de proteger a los Hermanos Musulmanes, informó la prensa turca.
"Deploramos que Turquía se comporte como un protector de los Hermanos Musulmanes", comentó Asad, tras afirmar a una delegación del Partido Republicano del Pueblo (oposición turca) que un gran número de armas turcas habían sido halladas en manos de militantes sirios.