Estambul. Cuando parecía imposible que la tensión entre Turquía e Israel llegase más lejos por el asalto israelí a la llamada Flotilla de la Libertad que pretendía romper el año pasado el bloqueo a la Franja de Gaza, las relaciones entre ambos países sufrieron ayer otro contratiempo. La razón es doble: por un lado, que Israel no ha presentado las disculpas que le había exigido Turquía por el incidente y, por otro, la filtración a la prensa estadounidense de un informe de Naciones Unidas sobre aquel asalto, en el que murieron nueve activistas turcos.

En Jerusalén, fuentes oficiales descartaron ayer cualquier disculpa, al argumentar que Israel "tiene el legítimo derecho a proteger a sus ciudadanos y soldados", al tiempo que expresaron la esperanza de superar la crisis de las relaciones con Turquía. El informe de la ONU, dirigido por el ex primer ministro neozelandés Geoffrey Palmer y el expresidente de Colombia Álvaro Uribe, reparte las culpas entre ambos países, algo que rechaza tajantemente el Gobierno turco del islamista moderado Recep Tayyip Erdogan.

Por ello, Ankara ha decidido aprobar lo que llama "sanciones" contra Israel, empezando por reducir a partir del 7 de septiembre al nivel más bajo posible las relaciones diplomáticas entre ambos estados, antaño dos aliados estratégicos. "Las relaciones diplomáticas entre Turquía e Israel serán reducidas al nivel de segundo secretario de embajada. Todos los empleados que estén por encima de ese nivel, comenzando por el embajador, regresarán a sus países el miércoles", informó el ministro de Exteriores, Ahmet Davutoglu.

De esta forma, queda claro que parte de los diplomáticos israelíes acreditados en Turquía, incluido el embajador, serán expulsados. El segundo punto de las medidas comprende la suspensión total de las relaciones militares bilaterales, que hasta ahora tenían grandes intereses en común en este campo. Según Davutoglu, Turquía "tomará las medidas necesarias para garantizar la libertad de navegación en el Mediterráneo oriental", aunque no dio detalles sobre si ello implicará el despliegue de la flota militar turca en la zona.

Además, anunció que Ankara llevará el caso del bloqueo a Gaza a la Corte Internacional de Justicia de La Haya, como reacción a la opinión de la ONU de que el bloqueo naval israelí es legal. "Estas medidas son el primer paso. Luego se podrían tomar otras", avisó posteriormente el presidente turco, Abdullah Gül, quien aseguró que el informe de la ONU "no significa nada" para su país. La decisión de Turquía de rebajar el nivel de sus relaciones con Israel fue acogido con "satisfacción" por el movimiento islamista Hamás, que la calificó de "paso en la dirección correcta en respuesta a la arrogancia y agresión del ente sionista".

Socios estratégicos Las buenas relaciones entre Turquía e Israel comenzaron en la década de 1990, cuando la imagen del Estado hebreo mejoró a raíz de la Conferencia de Paz de Madrid. Los turcos exploraban entonces nuevas alianzas tras la pérdida de su peso geopolítico que supuso la caída de la URSS y el fin de su existencia como último bastión occidental en el sudeste europeo. Turquía se convirtió en uno de los principales consumidores de material y tecnología militar israelíes, y a cambio Israel recibía el apoyo de un importante país musulmán en los foros internacionales.

Esto redundó también en el incremento del comercio y el número de visitantes israelíes a Turquía, que llegó a ser de unos 400.000 al año, pero ahora se ha reducido a menos de la mitad. Las relaciones comenzaron a empeorar a raíz de la brutal ofensiva israelí sobre Gaza entre diciembre de 2008 y enero de 2009, que sentó muy mal al Gobierno de Erdogan en un momento en el que patrocinaba encuentros secretos entre Siria e Israel.

Siguieron otros episodios de tensión, como la emisión de series y películas antiisraelíes en Turquía o la humillación pública de un diplomático turco por parte de las autoridades israelíes. Pero el ataque a la flotilla y la muerte de los nueve activistas turcos supuso "un antes y un después", a pesar de los contactos secretos y los intentos de mediación de Estados Unidos, aliado de ambos países. Cuatro delegaciones turcas estuvieron en Israel para presentar sus "demandas", que incluían una disculpa oficial por el incidente y el pago de compensaciones a los familiares de las víctimas.

Pero Israel ha rechazado estas exigencias y, según Ankara, ha forzado en tres ocasiones el aplazamiento del informe de la ONU, lo que causó el enfado turco y ha impedido una normalización. El presidente Gül aseguró ayer que "el Gobierno israelí carece de visión estratégica". "Turquía es un país poderoso y mostrará que no solamente es capaz de defenderse a sí mismo, sino que también hace todo lo posible por defender los derechos de los oprimidos de todo el mundo", advirtió Gül. A pesar de todo, las relaciones comerciales entre Turquía e Israel no sólo no se han visto afectadas, sino que han seguido creciendo, para llegar a un volumen de casi 2.500 millones de euros el año pasado.