Vitoria. No son las primeras elecciones en las que los partidos hacen uso de las nuevas tecnologías para acercar al electorado unos mensajes que de otra manera no podrían difundir con la misma celeridad y amplitud, pero la celebración ayer del Día Internacional de Internet -el lehendakari participó en un acto conmemorativo en Bilbao- supuso un broche de oro para constatar la dimensión que esta Red ha alcanzado en la mayor parte de espectros sociales.

Internet sirve para dotar de mayor valor a la publicidad electoral, pero paradójicamente su riqueza también permite que esta herramienta se convierta en un arma contra la clase política. Las redes sociales fueron el hilo conductor empleado por los jóvenes que el domingo se concentraron en Madrid y otras ciudades del Estado hastiados del bipartidismo reinante en España y convencidos de que otra forma de hacer política y gestionar los caudales públicos es posible. Estaba previsto que esta marea humana reivindicativa llegase la noche de ayer a Bilbao, según apuntaban algunos foros ligados a la corriente bautizada como el movimiento 15-M, y el temor entre la clase política no ha tardado en calar.

Desde la izquierda representada por el PSOE e IU respaldan el impulso juvenil -el candidato madrileño Tomás Gómez apuntó que compartía la preocupación de estos jóvenes y Cayo Lara hizo todo un alegato en pos del movimiento-, un caladero de votos tradicionalmente afín a estas siglas.

Los partidos vascos aún aguardan a conocer el impacto que estas reivindicaciones puedan tener en la CAV para poner sus cartas sobre la mesa, aunque algunos mensajes esgrimidos ayer mismo podrían ir en esta línea. Ezker Batua reivindicaba el "voto rebelde" frente la alternativa que supone Bildu para el electorado vasco. Y lo hace argumentando que la coalición formada por Eusko Alkartasuna, Alternatiba e independientes "está dispuesta" a pactar con el mismo diablo después del día 22.

De momento, es la única posición que entre líneas se acercaría a los postulados reivindicativos que florecen en la piel de toro. Cierto es que el bipartidismo reinante en el Estado supone una realidad diferente a la política vasca, y más aún a raíz de que el Tribunal Constitucional permitiera la incorporación al juego democrático de Bildu después de que estas siglas mostraran su rechazo a todo tipo de violencia, con especial hincapié a la que ETA ha ejercido durante los últimos 50 años.

El peso específico de PNV y PSE en los tres territorios, sumado a la plaza fuerte que para los populares supone Álava, dibujan un escenario tripartidista que en los últimos años ha vivido ajeno a la histórica atomización de los respaldos políticos en Euskadi. Ahora bien, dependiendo de cómo sea de importante la entrada en las urnas de Bildu y cuáles sean sus herramientas a la hora de marcar las negociaciones postelectorales, además de la capacidad de Aralar para aguantar el mordisco que la reciente coalición, se prevé un escenario autonómico muy alejado a la corriente del juego a dos que impera del Ebro hacia abajo.