VITORIA. Cabeceando, solo en su escaño y tratando de esbozar una mueca sonriente ante los embates del resto de formaciones de la Cámara vasca. Así acabó ayer el portavoz parlamentario del PP vasco, Leopoldo Barreda, después de ver cómo la proposición no de ley con la que pretendía posibilitar que los vascos que tuvieron que abandonar su tierra huyendo de la amenaza terrorista pudieran votar en Euskadi aunque no residan en la Comunidad Autónoma Vasca, no sólo era rechazada en bloque, sino que servía para que la mayoría de los partidos le pasaran factura por el uso partidista del dolor de las víctimas que le acusaron de hacer al calor de la cita con las urnas.

"Voluntad política" Barreda comenzó la defensa de su propuesta con brío, aunque consciente del acuerdo que ya habían alcanzado el resto de grupos para sustituirla por una enmienda pactada que a la postre fue la que obtuvo el respaldo de la Cámara. A su juicio, este exilio forzado ha sido durante años un "tabú innombrable" tras el que se esconden "entre 45.000 y 60.000" historias particulares. Por eso, como un gesto de "reparación moral", defendió que aquellos vascos que vivan por ejemplo en Sevilla puedan votar en Euskadi en las elecciones autonómicas, generales y europeas. "Pretendemos ir un pasó más allá", admitió; tanto respecto a lo fijado por la legislación española -que habría que cambiar-, como respecto al trabajo iniciado en Euskadi para facilitar el regreso de aquellos damnificados que quieran volver y necesiten ayuda para hacerlo. Y, para dar ese "paso más", miró a sus socios preferentes en la bancada socialista y les dijo claramente: "esto es un tema de voluntad política", aunque sabía que, al menos esta vez, su llamamiento estaba condenado a caer en saco roto.

Todos coincidieron en los motivos de su rechazo: la reforma es "jurídicamente inviable" y por lo tanto no tiene más valor que el electoralista. Hay que esperar a que se elabore un registro real de damnificados para facilitar que regresen y entonces puedan votar, coincidieron. Y a partir de ahí, la crítica. "Es un brindis electoral para marcar distancias cosméticas con el PSE", dijo el jeltzale Iñigo Iturrate. "No pasa de ser un gesto de cara a la galería", criticó incluso Gorka Maneiro desde UPyD. Miren Gallastegui, responsable ayer de dar la réplica del PSE a Barreda, compartió estos argumentos pero rebajando el tono hasta rehuir el cuerpo a cuerpo. "El paso que pretenden dar plantea más dudas que soluciones, por decirlo suavemente", respondió, antes de pedir como los demás grupos que este debate no se saque del ámbito de la Comisión de Víctimas.

"Veo que falta voluntad. Quienes les apoyamos esperábamos de este Gobierno menos temor reverencial al nacionalismo y más firmeza", se detuvo aún a reprochar Barreda.

ÁLVARO GONZÁLEZ

CRÓNICA PARLAMENTARIA