Omnipresente ETA

PARECE empeño imposible que la sociedad vasca supere de una vez para siempre la pesadilla de ETA, una pesadilla cuyo peso abrumador ha afectado ya a tres generaciones. Cuando parece que, por fin, la normalidad ciudadana se ha instalado en las calles de Euskal Herria y quedaron atrás los sobresaltos, la organización armada rompe su silencio y los dos partidos hegemónicos españoles se enzarzan en reyerta poniendo en candelero a ETA como argumento de fondo.

La semana se inició con un comunicado de ETA, el primero tras el alto el fuego "permanente, general y verificable" anunciado el pasado 8 de enero. Un comunicado que nos dejaba el consuelo de que la organización mantiene su tregua, pero que no ocultaba su frustración, su indignación, por el hecho de que los gobiernos "español y francés" han menospreciado su disposición a que fuera verificado el alto el fuego y, por supuesto, no han dado ningún paso en esa dirección.

No es fácil saber si ETA pretendía que las autoridades españolas y francesas, o quizá las propias Naciones Unidas, enviasen sus emisarios verificadores a no se sabe dónde, pero a juzgar por los duros reproches del comunicado, nadie ha movido un dedo. En consecuencia, y para paliar este fracaso, ETA propone esa verificación "informal", una especie de comisión se supone que internacional que compruebe que no se envían más cartas de extorsión, que no se roban armas, que no se preparan ni cometen atentados, en fin, que el alto el fuego es real. Lógicamente, ETA parece referirse al Grupo Internacional de Contacto, al que sorprendió el comunicado y su contenido, pero que en su momento ya hizo saber que su cometido es otro y que esa labor de verificación está fuera de su alcance tanto por falta de medios técnicos como porque sería tarea más propia de las fuerzas de seguridad.

En cualquier caso, ETA ha vuelto al primer plano con un comunicado de denuncia, duro y exigente. Sería tranquilizador que este desahogo provenga de quienes en esa organización han apostado por apoyar con su alto el fuego el proyecto político de la izquierda abertzale ilegalizada, y que el sector receloso, que lo hay, se limite a permanecer en silencio y con las manos quietas.

Trifulca partidista

Algo de esta inquietante dicotomía hay en el fondo de las supuestas actas de la negociación que están sirviendo -una vez más- de trifulca partidista en Madrid. Asistimos de nuevo a un ejemplo de obscenidad política, a un ejercicio rastrero de aprovechamiento electoral situando a ETA en el centro del debate, como si los dos grandes partidos que se disputan el poder en España necesitasen de la que denominan como "banda terrorista y criminal" para sumar votos o para no perderlos.

Los mismos que vetan la voz y la palabra de un proyecto político acusándolo de tapadera de ETA, abren sus portadas y sus emisiones audiovisuales con lo que ETA dijo, lo que ETA exigió, lo que ante ETA se cedió, lo que a ETA se le engañó. No importa que lo que algunos periodistas-espías vendan ahora como primicia ya se conociera de sobra por haberse publicado hace varios años. Es tiempo electoral y a cuenta de ETA los representantes de ambos partidos vuelven a berrear sus reproches, echan mano del pasado unos para incriminar y otros para poner en marcha el ventilador. Y que caiga la inmundicia de ETA sobre todos. No importa, siempre que el contrario -en este caso el posible candidato Rubalcaba- resulte herido, a poder ser de muerte política.

El Mundo abrió el fuego y El País contraatacó. ETA, siempre, en primer plano y como omnipresente protagonista. Han retrotraído a primer plano las supuestas "actas de la negociación" en el proceso de Loiola, las mismas que se publicaron hace dos años y que fueron incautadas por la Guardia Civil a Francisco Javier López Peña, Thierry, detenido en mayo de 2008 y a quien se atribuyó oficialmente la jefatura del aparato militar de ETA.

De parte y oficiales

Por supuesto, esas actas no son tales, sino un informe "de parte", cargado de intención y elaborado por López Peña para la dirección de ETA. Se resaltan los incumplimientos de los representantes del Gobierno y una clara desconfianza sobre el buen fin de la negociación. No puede obviarse que Thierry era en aquel momento partidario de retirarse de la negociación y romper la tregua, frente a la postura adoptada por Garikoitz Aspiazu, Txeroki, detenido en noviembre de ese mismo año y a quien, curiosamente, también se le atribuyó la máxima responsabilidad en el aparato militar.

Esa información "de parte" fue la que la Guardia Civil filtró a los medios a modo de actas para que los dos partidos se enzarzasen en el lodazal. Las otras actas, las oficiales, las que expresan la realidad de lo que en aquel proceso ocurrió, estaban y siguen estando en una caja fuerte en un banco de Suiza, entregadas por la fundación Henry Dunant que ejerció de notario.

Con la venia

por pablo muñoz

Los mismos que vetan la voz y la palabra de un proyecto político, abren sus portadas y emisiones con ETA