el cairo. El presidente egipcio, Hosni Mubarak, cambió ayer la cúpula del partido gobernante y apartó de su dirección a su hijo Gamal, en una serie de pasos que por el momento no han logrado disuadir a las miles de personas que siguen en las calles reclamando su dimisión.
La cadena Al Arabiya informó en un primer momento que el propio Hosni Mubarak había presentado su dimisión, pero esta información fue posteriormente rectificada por el mismo medio de comunicación.
Mubarak cedió el mando del Partido Nacional Democrático (PND) al senador Hosam Badrawi, que a partir de ahora asumirá una bicefalia clave dentro de esta formación, al reunir en su persona la secretaría general, en sustitución de Safuat el Sharif, y la jefatura del comité político, en lugar de Gamal.
Médico especialista en ginecología e hijo de un antiguo decano de la Universidad de El Cairo, Badrawi ha ascendido peldaños dentro del sector reformista del PND hasta situarse a la derecha del propio Mubarak, después ingresar en esta formación en el año 2000.
Esta ofensiva del presidente para recuperar la iniciativa que le arrebataron los ciudadanos en las calles vino acompañada por los mensajes de su Gobierno de que lo peor ya ha pasado.
El Ejecutivo puso ayer todo su empeño en demostrar que el país ha entrado de nuevo en la senda de la normalidad en una distendida rueda de prensa del primer ministro, Ahmed Shafiq, con la plana mayor del equipo económico. "Debemos ser optimistas. Las instituciones del Estado recuperan la normalidad y la situación es ahora mejor", aseguró Shafiq, tras reunirse con Mubarak, cuatro ministros encargados de asuntos económicos y el jefe del Banco Central, Faruq Oqda.
optimismo del gobierno Para el primer ministro, "la situación en (la plaza) Tahrir y de los manifestantes ha cambiado. El día de la salida (que se celebró el viernes) fracasó y ahora lo llaman el día de la resistencia. La situación en Tahrir es tranquila y no hay detenciones de manifestantes".
Shafiq se refería a la jornada de protestas del viernes, bautizada como "día de la salida", en la céntrica plaza de El Cairo, en referencia a la aspiración de los manifestantes de que Mubarak abandone el poder.
Para desactivar el movimiento, el régimen cuenta también con el diálogo que ha ofrecido a las fuerzas opositoras y que la mayoría de estas, por el momento, ha rechazado hasta la marcha de Mubarak.
En una sucesión de informaciones contradictorias, un portavoz de la Asamblea Nacional para el Cambio señaló en una entrevista con la televisión qatarí Al Yazira que Sharif se reunió con una delegación opositora, pero todos los grupos consultados por Efe desmintieron haber comenzado el diálogo con el Gobierno.
Gamal Nasar, dirigente de los Hermanos Musulmanes -principal fuerza opositora en Egipto- , explicó que su grupo "reitera que no participará en diálogo alguno hasta que el régimen atienda las demandas del pueblo".
Nasar explicó que "es totalmente incorrecto" que algún representante de la Hermandad participase en el encuentro y aseguró desconocer esa reunión con el primer ministro anunciada por ese representante de la ANC.
Por su parte, el vicepresidente egipcio, Omar Suleimán, se reunió en una segunda ronda de conversaciones con representantes de los partidos Wafd, liberal, y Tagamu, izquierdista, ambos con representación parlamentaria y de la oposición más asimilada por el régimen.
Pese a las grietas que comienzan a aparecer entre los detractores de Mubarak, la plaza Tahrir gritó, cantó y bailó un día más para exigir a Mubarak que se vaya inmediatamente y convoque elecciones libres.
El descenso de temperaturas, la fina lluvia que ayer cayó sobre el Cairo y, sobre todo, el hecho de que Mubarak siga en el poder el día después de lo que habían bautizado como el "viernes de la salida" se conjuraron para templar los ánimos en la plaza Tahrir.
Uno de los manifestantes, Mohamed Saad, explicó que recibe continuamente llamadas de su familia para que abandone la concentración y vuelva a casa, sobre todo después de que el llamado "día de la salida" acabase con Mubarak aún firme en el sillón. "Escucho a mis amigos hablar con sus familias y decirles: "No me muevo de aquí hasta que Mubarak se vaya". Yo tampoco me voy, aguantaré hasta la muerte", sentenció.
Por su parte, un alto mando del Ejército egipcio se dirigió ayer personalmente a los manifestantes concentrados en la plaza Tahrir (Liberación) para pedirles que desalojen el lugar de protesta e intentar así restablecer el tráfico en la céntrica plaza. "Todos ustedes tienen derecho a expresarse, pero por favor salven lo que ha quedado de Egipto. Miren a su alrededor", afirmó el jefe del Estado Mayor del Ejército, Hasan al Rawini, a través de un altavoz.
Los manifestantes, sin embargo, contestaron a la petición con gritos pidiendo la dimisión de Mubarak. "No voy a hablar con esos cánticos", dijo Al Rawini tras bajarse del cajón que emplean los propios manifestantes para dirigirse a los congregados.
Previamente, las tropas habían desalojado a algunos manifestantes para intentar restablecer el tráfico rodado. "Tenemos que limpiar la carretera aquí en la plaza, tenemos que conseguir que vuelva a circular el tráfico por Tahrir. La gente puede quedarse en Tahrir, pero no en la carretera", dijo Al Rawini.