barcelona. El presidente de CiU, Artur Mas, no quiso rebatir ayer la acusación lanzada el lunes por el presidente de la Generalitat, José Montilla, sobre la deuda que legó el ejecutivo de Jordi Pujol y, en cambio, alertó del agujero financiero que dejará el tripartito al Govern que salga de las urnas el 28-N.
Montilla buscó el lunes el cuerpo a cuerpo con Mas, al acusar a CiU de "guardar facturas en el cajón" por valor de 3.000 millones de euros en 2003, pero ayer el candidato nacionalista evitó expresamente responder a esta acusación. No obstante, sí se prodigó en sus críticas a la herencia financiera que dejará el actual gobierno de la Generalitat, que ha convertido Cataluña en la comunidad autónoma con el peor ratio de valoración de sus finanzas. A diferencia de otras campañas, en las que había llegado a prometer cheques de ayuda para determinados colectivos, Mas ha explicado que esta vez evitará mojarse en este sentido, ya que el agujero financiero de la Generalitat amenaza con lastrar la acción del futuro Govern. "No sabemos exactamente qué nos encontraremos. No sabemos de cuántos recursos dispondremos o a cuántas deudas habrá que hacer frente. El próximo gobierno debe ponerse a ordenar la casa", señaló. Según Mas, "costará como mínimo dos años poner en orden las finanzas" de la Generalitat, pagando deudas y refinanciando otras deudas antiguas. Para recomponer la "delicada" situación financiera de la Generalitat, Mas explicó que actuará en tres ámbitos: unas políticas de austeridad para reducir el gasto público, reactivación de la economía del país y un pacto fiscal con el Estado que otorgue a Cataluña un modelo similar al concierto económico.