Faltan apenas dos meses para que el Gabinete López vuelva a afrontar la pesada fontanería que se hace necesaria cada vez que un gobierno tiene que aprobar los presupuestos desde una mayoría minoritaria como la que actualmente sostiene a López. El lehendakari abordó ayer esta cuestión, que se mezcla en el actual contexto con la negociación de otras Cuentas públicas, las de todo el Estado, y con las elecciones previstas para la próxima primavera. Sobre la cuestión presupuestaria en el Estado, López se comprometió una vez más a estar "vigilante" para que la negociación que PNV y PSOE desbrozan en Madrid no le deje fuera de juego, y repitió que ahora mismo él está "ayudando" a que el resultado "salga bien". Sobre la vasca, siguiendo la pauta marcada por su socio preferente, Antonio Basagoiti, prometió un ejercicio de "austeridad" del que no dio más detalles. Y sobre la próxima cita con las urnas, que muchos leerán como una segunda vuelta de las autonómicas y un buen termómetro para ver si se traduce en votos las críticas que sigue recibiendo su pacto con el PP, arengó a propios y extraños asegurando que el PSE es hoy un partido "fuerte, unido y orgulloso" que trabajará "para ganar".
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