vitoria. Aunque en su documento interno de agosto de 2009 ETA llamaba a no dejarse llevar por la precipitación y a no sujetar un nuevo proceso a la esclavitud de los tiempos sino de los escenarios políticos, ese informe sí contiene una referencia temporal. Ya entonces la organización armada preveía sacar a la luz un comunicado en el mes de septiembre y uno más en octubre o noviembre, este último dirigido "a España" -es de suponer que al Estado-. Esta previsión parece verse confirmada después del vídeo difundido ayer por la BBC en el que se anunciaba la decisión de no cometer "acciones armadas ofensivas"; si bien es cierto, el informe interno está fechado el año pasado.

Sea como fuere, en esos papeles, ETA establecía una hoja de ruta que no contemplaba la declaración de un alto el fuego que pudiera ser interpretado en la dirección de abandonar la lucha armada hasta que el proceso que dibujaba entonces no alcanzara su gran fase: la consecución de lo que la organización armada denominaba Acuerdo Político Amplio. Este acuerdo tendría su punto de partida, según el diseño elaborado en agosto de 2009, en las bases establecidas en las conversaciones de Loiola y estaría suscrito por los partidos políticos de los cuatro territorios de Hegoalde y ratificado por los promotores del proceso. Respecto al contenido del mismo, ETA fijaba que dicho pacto conllevaría "el reconocimiento de Euskal Herria" y la reforma de los Estatutos de la CAV y Nafarroa, estableciendo "competencias estratégicas y acordando mecanismos de referéndum" para formar una nueva entidad político-jurídica conjunta. Asimismo, contendría "el reconocimiento de la soberanía política de la nueva entidad que pueden formar las cuatro regiones".

En el esquema trazado en agosto del año pasado, se señalaba que "el Proceso Democrático no es el proceso que empieza y termina con una tregua o alto el fuego de ETA", lo que dejaba ver la intención expresada más adelante en el documento de no ligar directamente ese paso con el arranque de un nuevo proceso, como ha venido siendo norma habitual.

De hecho, la organización armada apuntaba que actuar en esa línea "tendría un punto de partida equivocado y habría ocasión de vaciar la iniciativa. Los pasos que se dan en perspectiva de alto el fuego terminan con el alto el fuego".

Tres dimensiones Éste no fue el único planteamiento que la organización armada modificó a la hora de fijar el desarrollo de un nuevo proceso que acabara con el conflicto vasco y fuera "el definitivo". Después de fracasar el intento de 2006-2007, ETA decidió el año pasado abandonar el esquema de los dos carriles -el técnico, ETA-Estado, y el político, con los partidos- y proponer un esquema desarrollado en tres dimensiones paralelas. La primera -la dimensión popular- era, según el informe interno, el motor del proceso, ya que la organización armada consideraba de relevancia conseguir una activación social que arropara, empujara y participara en el proceso.

La segunda de esas dimensiones era la de las relaciones y los intentos de negociación para lograr acuerdos políticos y para implementar el proceso. Y la tercera era el ámbito de acuerdo y negociación entre ETA y el Estado, que proponía "mediatizar menos".

Estas dimensiones se articulaban en un diseño que recogía cuatro fases como referencia política. La inicial ("fase 0") se correspondía con la preparación preliminar del proceso, con los trabajos previos sobre contenidos, ámbitos de negociación y relaciones políticas; y en ella se produciría un pacto entre el Estado y ETA en base a unos "mínimos democráticos" -"ejercicio y normalización política", "sin detenciones", "interrupción del control y persecución política", "excarcelación de los miembros de la estructura de la izquierda abertzale", "alto el fuego bilateral"...-. La segunda fase ("fase 1") sería la del Acuerdo Político Amplio y la tercera ("fase 2") recogería el cumplimiento del calendario para realizar los referéndums contemplados en el acuerdo citado y la implementación de las competencias estratégicas del nuevo marco.

El cuarto ciclo ("fase 3") se correspondería con la decisión popular y la unidad territorial en Hegoalde -el "Acuerdo Político para el Marco Democrático"-, una fase que dejaría abierta "la opción de plasmar la independencia". En este último periodo se producirían los últimos coletazos de negociación entre ETA y el Estado y las declaraciones de resolución del conflicto.