madrid. La situación roza el esperpento: Luis Bárcenas y Jesús Merino ya no son oficialmente desde ayer y por voluntad propia, militantes del PP (ambos han pedido la baja temporal); en el caso de Bárcenas también abandona las funciones de tesorero y dirigente del grupo en el Senado, pero, al parecer, ambos mantienen su escaño (Bárcenas en el Senado y Merino en el Congreso). Es decir, se van, pero siguen cobrando, siguen con la inmunidad parlamentaria (su implicación en Gürtel la juzgará el Supremo) y mantienen el respaldo de la dirección que les agradece "el gesto" en beneficio del partido. Y es que nadie, ni siquiera el teórico presidente del PP, Mariano Rajoy, sabe aclarar qué pasará con Bárcenas en el Senado y con Merino en el Congreso y su marcha la dejan, exclusivamente, al albur de sus propias decisiones.
Pero al margen de lo que Merino (acusado de cobrar comisiones de Correa) y el ex tesorero puedan decidir (Bárcenas nunca ha reconocido culpa alguna pese a que le acusan de cobrar sobornos por 1,3 millones), lo peor para el PP es la imagen que está dando Rajoy. Cuando ayer a la mañana le preguntaron por el futuro de Bárcenas en el Senado (aún no se conocía la marcha de Merino), el líder popular sólo acertó a balbucear: "Supongo que seguirá en el Grupo Popular. No lo sé".
Tampoco tiene respuesta Rajoy a la segunda cuestión clave, la de si el partido seguirá pagando la defensa legal de quienes desde ayer ya no son ni siquiera militantes. Y este patetismo, que afecta seriamente el liderazgo y la imagen de Rajoy no sólo como regidor del PP, sino también como gestor del Gobierno, se ve aumentada por el contraste de su aptitud con la pose desafiante de otros líderes. Frente a sus balbuceos se alza el discurso autoritario de Aznar asegurando que hay que ser "tajante con la corrupción", o la altanería de Esperanza Aguirre que proclama, pese a las evidencias que el sumario arroja sobre financiación irregular en Madrid (contrató hasta 500 veces a empresas de Correa), que fue ella quien destapó la trama Gürtel. Su argumento demagógico no tiene desperdicio: se apropia de los méritos porque se opuso a vender una parcela en Majadahonda "a mitad de precio". "Yo destapé la trama Gürtel", asegura, obviando que ninguna denuncia suya puso a la Justicia sobre la pista.
Pero pese a todo, lo de Aguirre es algo, y más comparada con la aptitud de la dirección de Génova que está, literalmente, paralizada. Rajoy no aclaraba ayer nada y se limitaba a agradecer a Bárcenas su dimisión anunciando que en el próximo Comité Ejecutivo el ex ministro de Sanidad José Manuel Romay Beccaría, será nombrado nuevo tesorero nacional, puesto que ya desempeñaba "en prácticas" desde la primera renuncia "temporal" de Bárcenas en julio. No obstante Rajoy quiso dar una imagen de control anunciando una "reestructuración en toda el área económica del partido". El nombramiento de Beccaría, quien desde el pasado mes de diciembre ocupa el cargo de auditor de prácticas internas del partido y es el encargado de velar por el cumplimento del Código Ético, evidencia que Rajoy está tan acorralado que se ve obligado a echar mano a su vieja guardia.
Merino Horas después del anuncio de Bárcenas, el diputado del PP Jesús Merino también anunciaba que ha solicitado su baja temporal. Lo justificó porque "desde la aparición pública de este asunto (Gürtel) siempre he manifestado mi disposición a aceptar las decisiones que tanto el Partido como el Grupo considerasen más convenientes, y en consecuencia adopto esta decisión de petición de baja temporal de militancia, para no perjudicar los intereses del Partido Popular".