El candidato presidencial de la derecha chilena, el millonario Sebastián Piñera, es un émulo del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, en los negocios y la política, pero no en las mujeres, según parece.
Piñera, unos de los 700 hombres más ricos del mundo, posee un canal de televisión, es dueño del equipo de fútbol más popular del país, Colo Colo, que acaba de ganar la Liga, y siempre evoca a Dios en sus discursos, mientras mira el cielo, con una o las dos manos en alto.
De 60 años, proviene de una familia cuyos miembros colaboraron como ministros o asesores con seis de los últimos siete gobiernos y cuyo patriarca, el embajador ante Naciones Unidas José Piñera, habría sido agente de la CIA, según documentos de esa organización.
Dueño por años de un imperio bancario, Piñera es identificado sobre todo con la línea aérea LAN Chile, una de las más importantes de Sudamérica.
Justamente su cruce entre política y negocios, que alguna vez lo tuvo cerca de la cárcel hace dos décadas por un escándalo bancario, es el principal flanco que atacan sus detractores, conscientes que en su segunda postulación presidencial Piñera lleva la ventaja, al menos en primera vuelta.