Las personas que yo conocí, afectadas por la actuación de grupos terroristas diferentes a ETA, están pasando hoy por una situación similar a la que vivimos las víctimas de ETA hace años: la indiferencia de la sociedad, el abandono de las instituciones y la falta de reconocimiento a su sufrimiento".
Leonor Regaño perdió a su marido hace veinte años. Una bomba colocada por la banda terrorista segó la vida del artificiero de la Policía Nacional Manuel Jódar. En estas dos décadas, la lucha por el reconocimiento de las víctimas se ha convertido en un plano más de la vida de Leonor. En este camino, ocupó el cargo de delegada de la AVT en el País Vasco, lo que le permitió conocer a muchas familias afectadas por la misma tragedia.
Pero en estas cosas "curiosas que ofrece la vida", también conoció a personas que sufrieron terrorismo de procedencia diferente a la que ella había padecido en sus carnes. "Su drama no era tan diferente al mío. Necesitan que alguien les dé alguna explicación y que les pida perdón".
Sus palabras dirigieron las miradas de los presentes hacia los damnificados por el GAL o el Batallón Vasco Español, que también estuvieron representados en el Principal. "Es probable que a muchas personas que han venido de otras partes de España les pueda costar entender esto, pero aquí, en el País Vasco, puedo aseguraros que es urgente e importante tenerlo en cuenta porque puede y debe contribuir a cerrar heridas que aún afectan a la convivencia entre los vascos", añadió.
Además de Leonor, sobre el escenario teatral tomaron la palabra familiares de las últimas cinco víctimas mortales de ETA. Todas ellas agradecieron las muestras de cariño y solidaridad recibidas desde el trágico día que cambió sus vidas para siempre. Entre ellas, Jaione Uria, la hija menor del empresario guipuzcoano Iñaxio Uria cuyo asesinato cumplirá un año este mismo jueves.
Aunque Jaione se limitó a agradecer el comportamiento de la sociedad desde el fallecimiento de su padre, otros familiares incluyeron en sus intervenciones mensajes directos a la banda armada. La viuda de Eduardo Puelles, el inspector de la Policía Nacional asesinado este año en Arrigorriaga, describió el final de ETA como "el último eslabón de la cadena que nos queda por romper para sentirnos en libertad".
La última en tomar la palabra, a pesar de que no estaba previsto, fue la madre de Diego Salvá, fallecido en el atentado que ETA protagonizó este verano en Palma de Mallorca. En su intervención, reclamó que durante mucho tiempo pueda llevar el "título" de ser la madre de "la última persona" asesinada por la banda terrorista. Un mensaje de esperanza que arrancó los aplausos y las lágrimas de las víctimas.